El fuerte terremoto de 8,4 de magnitud que sufrió Chile el miércoles pasado tuvo un alcance inesperado: su energía no sólo quedó registrada en todos los sismógrafos del mundo, sino que “el temblor” lo sintieron los habitantes de Mendoza, San Juan, Tucumán, Catamarca, Córdoba y hasta de la ciudad de Buenos Aires. “Se trató de un típico sismo de subducción, que se origina en el choque entre dos placas tectónicas: la del Pacífico y la continental”, detalló a PERFIL Mario Araujo, jefe del Departamento de Investigaciones Sismológicas del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) de San Juan.
“Uno de los factores centrales por los que este tipo de sismo puede ‘sentirse’ en zonas geográficamente alejadas es, básicamente, su gran tamaño, que incluye la cantidad de energía liberada (su magnitud) y la dimensión de la zona de ruptura entre ambas placas”.
Por otra parte, según este especialista, también influye en el alcance la profundidad a la que se ubica el hipocentro del terremoto. “En este caso se registró casi 12 kilómetros bajo la superficie”, agregó Araujo.
De todos modos, un sismo de 8,4 de magnitud es lo suficientemente fuerte como para que, sea cual sea la profundidad a la que ocurre, sus ondas sísmicas alcancen a todo el mundo.
También hay factores geográficos locales que determinan cómo se perciben estos movimientos. “Los sismos superficiales tienen mayor capacidad de propagación. Y juega un rol central su intensidad”, detalló Víctor Ramos, profesor titular de Tectónica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. “Un temblor muy intenso, pero que ocurra a 200 km de profundidad, puede llegar a la superficie terrestre de manera amortiguada”.
Según este investigador del Conicet, el tipo de terreno sobre el que se asientan las construcciones también influye. “Por ejemplo, el sismo del miércoles se sintió en la Ciudad Universitaria de Buenos Aires porque son edificios construidos sobre pilotes, en una zona de terreno ganado al río, con un suelo de sedimento. En cambio, en una casa del vecino barrio de Núñez pudo no sentirse porque está construida sobre una superficie de tosca compacta, como ocurre en casi toda la ciudad”. Así, en buena parte de los barrios, un sismo sólo se sentirá en los edificios altos, con bases profundas y una mayor capacidad de amplificar movimientos.
En las 24 horas que siguieron al terremoto, los equipos registraron cerca de 150 réplicas menores. “Estas se generan como consecuencia de la ruptura original, y se relacionan en forma directa con la magnitud del sismo principal: a mayor energía liberada, más réplicas se contabilizan”, detalló Araujo.
Pero también influye en la cantidad y en su extensión el área de ruptura del sismo, donde se fracturan y desplazan las rocas de las placas, explicó Ramos. Los geólogos determinaron que, en este caso, el área de ruptura fue de cerca de 250 kilómetros. En cambio, el terremoto que sacudió a la región de Maule en 2010 fue de unos 500 kilómetros, y en el de Valdivia del año 1960, el área de ruptura de las placas tectónicas fue de cerca de mil kilómetros.