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indefiniciones

Caldo de cultivo

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Tiene razón la señora de Kirchner en sus tuiteos cubanos: “Otra vez sopa”. Aunque me gustan las sopas, soy capaz de darme cuenta de lo que la metáfora gastronómica implica: otra vez el intríngulis bancario, el dólar impredecible, la inflación, la merma en las reservas, el regocijo de los países “desarrollados”, la derecha reclamando que rueden cabezas, los obsecuentes defendiendo cada uno de los giros de la ruleta rusa que se juega a diario, el “riesgo país”.

Ya estoy viejo para comer una vez más (por ¿cuarta? vez) de tales platos así que espero (lo juro por la luz que me alumbra... No, mejor lo juro por otra cosa: por el amor que tengo hacia mis hijos) que realmente podamos zafar de ésta. Voto de confianza a quienes no se la merecen, paños fríos en el pie derecho (es mi pie en rehabilitación) y en la cabeza, oídos sordos a la bicicleta financiera. No importa quién tenga razón, no quiero caer en el desasosiego.

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No repetiré los dichos insolentes de los opinadores opositores al kirchnerismo, porque yo quisiera (aunque no creo en ese programa de gobierno) que no naufrague, y nosotros con él. Repito, ya estoy viejo y no sé si sería capaz de recuperarme.

Yo no sé si puedo soportar una crisis más, pero sobre todo no sé si puedo soportar un desengaño más, porque, justo es decirlo: qué me importan a mí los alemanes y sus hegelianas melancolías, los ladridos norteamericanos, los mexicanos y su tendencia al crimen organizado, el Orden y el Progreso, el capitalismo transnacional o el capitalismo nacionalista que se le opone como un falso bien. El único bien es la felicidad de todos y cualquiera.

Yo vivo acá porque acá me siento feliz, porque tengo acá todo lo que necesito y quiero, porque me gustan nuestro clima y nuestros regímenes alimentarios, la forma en la que hablamos y el umbral de indefinición que nos constituye (en el fondo sé que este país terminó hace rato y sólo se mantiene en pie por un efecto de discurso o una ilusión óptica que sostenemos entre todos).

Cito, de mi película de amor favorita, las palabras de William Thacker: “Lo que ocurre es que contigo estoy en peligro. Parece una situación perfecta, dejando aparte tu temperamento, pero mi relativamente inexperto corazón podría no recuperarse. Y si fuera castigado otra vez, como estoy seguro de que sucedería, hay demasiadas, demasiadas fotos tuyas, demasiadas películas. Te irías, y yo me quedaría hecho polvo”.