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Dejar de hablar de Cristina y hablar de economía

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Alberto Fernández y Cristina Fernández durante la asunción presidencial. | Juan Obregón.

Hablar de Cristina es una obsesión nacional en la que coinciden oficialistas y opositores. La centralidad que sus adherentes le otorgan a la vicepresidenta es similar a la de los fans de cualquier celebridad del espectáculo: el idolatrado se incorpora como un miembro virtual de la familia y se transforma en una compañía permanente a través de los medios. Lo que pasa con su vida interesa tanto como si las novedades fueran de hijos, parejas o padres. Pero la paradójica centralidad que le otorgan sus opositores se explica más en la frase de Freud sobre que “lo contrario al amor no es el odio sino la indiferencia”. La genial construcción de Juan Domingo Perón no fue el peronismo sino el antiperonismo. Y en eso Cristina Kirchner superó a su marido, quien creó el kirchnerismo, pero el antikirchnerismo lo creó Cristina, y esa es la obra más perdurable.

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l poder comunicacional del rechazo, resultado de una atracción irresistible para la audiencia, hace que los medios críticos dediquen horas y páginas a cubrir sus mínimas vicisitudes y cuanto más se la critica más agrada la figura del criticado, como ya lo pudieron comprobar con Donald Trump y Jair Bolsonaro. El antagonismo no pocas veces es una trampa en la que caen algunos medios arrastrados por la audiencia opositora que se irrita ante gestos o acciones que hasta pudieron ser hechas con el objetivo de provocar. Como se dijo al comienzo de la presidencia de Néstor Kirchner: lo que más gustaba de él no eran sus amigos sino los enemigos que había sabido acumular.

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Que en el Congreso Cristina Kirchner le haya dado vuelta la cara a Macri al darle la mano o no haya aceptado la misma lapicera con la que Macri había firmado previamente y pidiera otra generó más comentarios que el propio discurso de Alberto Fernández. Y las dos semanas anteriores, el recuento de cuántos funcionarios fieles a ella tuvo que aceptar el ahora presidente para conformarla, cuando desde una perspectiva disruptiva se podría hasta invertir el orden de protagonismo entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Se podría poner a Cristina Kirchner no como la gran electora de Alberto Fernández, cumpliendo el papel de ungir a un elegido, sino al revés, presionada por la real posibilidad de no poder ganar sola las elecciones o, aun ganando, no poder gobernar con eficacia por la amenaza de un peronismo dividido que dificultara tanto la campaña electoral como su posterior gobierno, siendo ese peronismo no K el verdadero elector de Alberto Fernández como presidente.

Y hasta probablemente podría serle útil a Alberto Fernández tener a Cristina Kirchner como protagonista de una especie de gran telenovela diaria nacional que se apropiara de una parte sustancial de la agenda cada vez que la realidad económica muestre límites o errores del Gobierno, acusando a los poderes permanentes nacionales e internacionales de ser culpables de las desgracias.

Pero como llegó –por fin– la hora de hablar de economía y del futuro, el reportaje largo de esta edición está dedicado al flamante presidente del Banco Central, Miguel Angel Pesce, quien deberá ser artífice fundamental de la lucha por domar la inflación y el precio del dólar, incluso más allá de un período presidencial, por los seis años de plazo que le daría a su mandato contar con el acuerdo del Senado.

Pesce propone reducir la inflación a un dígito en el segundo semestre de 2021, lo que permite presumir que el acuerdo económico y social tendría implícito un plan antiinflacionario no gradualista. Y eliminar el sistema de control de cambios (cepo) cuando las exportaciones de la Argentina sean 90 millones de dólares, y ya no sea necesario colocar límites a la compra de divisas. Como en 2019 serán de 54 mil millones y en 2011 fueron de 82 mil millones, habrá, entonces, control de cambios por un largo período. Respecto del precio del dólar, también se puede inferir que no habrá devaluaciones reales del peso. Pesce sostuvo: “En un país que exporta alimentos, el tipo de cambio siempre juega contra el salario real. El acuerdo social también hablará del tipo de cambio”. Respecto de las tarifas de las empresas de servicios públicos, se deduce que no solo no aumentarían por encima de la inflación, sino hasta por debajo, porque Pesce menciona que “la fijación de las tarifas hay que verla con el balance de las empresas en la mano”.

Miguel Angel Pesce es una cara desconocida para el gran público, pero es el funcionario que más años estuvo (de 2004 a 2014) en el directorio del Banco Central, institución de la que ya fue su vicepresidente y presidente interino en 2010. Su experiencia en lo público es extensa: fue ministro de Economía de la Ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Santiago del Estero, representante del ministro de Economía Roberto Lavagna en el Banco Central, asesor del Congreso en presupuesto y finanzas además de presidente del Banco de Tierra del Fuego, su último cargo. De origen radical, reivindica a Raúl Alfonsín y confía que parte de los radicales que apoyaron a Macri ahora apoyen a Alberto Fernández.

No es habitual que los presidentes del Banco Central concedan un extenso reportaje, normalmente se imponen un trato con la prensa más limitado que el de los ministros de Economía y Producción, casi reservado exclusivamente a sus conferencias de prensa mensuales, donde no hay repreguntas y el tiempo es muy acotado.

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Este fin de semana comenzaron a conocerse algunas de las medidas del plan económico del nuevo gobierno: 20% de impuesto a las compras de los argentinos en el exterior, suba del impuesto a los bienes personales aun mayor para los activos en el exterior, regreso de las retenciones a las exportaciones agropecuarias con hasta 30% para la soja, y doble indemnización por despidos durante 180 días.

Seguramente las próximas semanas se irán sucediendo anuncios hasta completar el plan con la renegociación de la deuda y el acuerdo económico y social. Vendrán meses en que la información económica desplazará a la política. Ojalá exista un verdadero plan antiinflacionario como pareciera indicar el optimismo de Pesce.