En investigación, una encuesta es un procedimiento que se utiliza para recopilar datos mediante un cuestionario –previamente diseñado– o conocer la opinión pública sobre determinado asunto.
En épocas electorales, las encuestas deberían ser utilizadas para saber qué temas preocupan a la sociedad y qué condiciones cree que debe reunir un candidato para que la represente, entre otros.
Luego de realizadas las encuestas, los políticos diseñan sus campañas, basándose en los intereses de la ciudadanía.
A través de las campañas, la ciudadanía conoce las propuestas de los diferentes espacios, para decidir –voto mediante– qué fuerza política logra cumplir las expectativas y/o proyectos de país deseados. Nada de eso ocurre en la contienda electoral argentina.
Todo parece indicar que la gran encuesta va a obtenerse a partir de los resultados que arrojen las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las PASO.
Extremos. La lógica de campaña que predomina hoy es la de la polarización, es decir, reforzar los dos lados de la grieta: “Nosotros hacemos todo lo que refuerce de nuestro lado y ellos hacen todo lo que refuerce de ellos, porque está todo hiperpolarizado”, sostiene un hombre del peronismo provincial. Y agrega: “Ahora nos estamos hablando a nosotros mismos, nos vamos a ver las caras el 11 de agosto, vamos a ver cuántos soldaditos hay de un lado y cuántos del otro y qué quedó en el medio, y ahí vamos nosotros, por los márgenes de lo que quedó en el medio, lo más cercano a nuestro lado, y ellos harán lo mismo”.
Esta elección tiene un factor que ayuda a la polarización, el nulo protagonismo de la tercera fuerza. Antes la elección estaba dividida en tres, hoy la torta se divide en dos. Entonces, así como crece Mauricio Macri, también crece el kirchnerismo y viceversa.
Vidal y Kicillof pelean voto a voto la elección en el conurbano bonaerense
Este factor también lleva a que las posibilidades de corte de boleta sean inferiores a 2015. “Nuestra apuesta es al crecimiento de Macri. Mauricio tiene que crecer, cosa que la diferencia en la Provincia entre Fernández y Macri sea lo más chica posible, que nos permita poder defender la Provincia, que nos arrastre y que ese corte sea como máximo de 2 puntos y no de 6-7, como fue con Aníbal Fernández. Con eso tendríamos una victoria nacional y una victoria provincial”, augura un referente de Juntos por el Cambio.
Desde el punto de vista comunicacional, según analistas, batallar contra Juntos por el Cambio es una tarea compleja, “tienen equipos muy grandes que viene trabajando desde hace muchos años, con un orden y discurso unificado”.
Del otro lado –Frente de Todos–, “hay menos profesionalismo y un atenuante clave: son muchos sectores que se juntaron y están empezando a conocerse y están volviendo a tener la confianza que tenían antes –que en algún momento se había roto–. Entonces, ahora lo que se tiene es aparatos comunicacionales de Sergio Massa intentando hablar con aparatos comunicacionales de Alberto Fernández, Instituto Patria, Movimiento Evita, etc.”.
Toda esta pluralidad lleva a tener distintas miradas, por ejemplo, los primeros spots lanzados por el Frente de Todos –realizados por Tristán Bauer–, que hacían referencia al asado y a la mudanza, fueron muy criticados por un sector y muy bien ponderados por otros.
Más allá de los armados comunicacionales, lo que está claro en esta campaña es que cada sector quiere:
1) Retener a sus votantes: la creación de un Servicio Cívico Voluntario por parte del Gobierno pareciera evitar la posible fuga de votos hacia Gómez Centurión o Espert.
2) Captar desencantados: Alberto Fernández afirmando que “La Cámpora maduró”.
La batalla. Si bien para los armados políticos la PASO va a ser una “gran encuesta”, desde el oficialismo saben que la pelea más dura se da en la provincia de Buenos Aires.
De los 27 distritos del Conurbano, en 2015, en el ballottage, Cambiemos ganó siete, que fueron los pegados a la Ciudad de Buenos Aires, hacia el Norte (Morón, Tres de Febrero, San Martín, Vicente López, San Fernando, San Isidro y Tigre), en el resto perdió en todos.
Ahora, además tiene municipios más complicados de retener (Quilmes y Pilar), que es donde siempre le ha ido bien al peronismo, por ejemplo en la elección de noviembre de 2015, cuando Macri ganó el ballottage, Scioli ganó igual en esos distritos.
La estrategia de campaña de María Eugenia Vidal es mostrar lo que se hizo en materia de obras, salud y seguridad. En cambio, de aquellas cosas que hacen ruido la estrategia pareciera ser “no hacerse cargo”. Un ejemplo de ello es el intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, quien ganó por el frente Cambiemos. Ahora –después de su polémica gestión y declaraciones– desde el oficialismo afirman: “Arroyo no es nuestro”, se despegan, dicen que el “valor agregado” de Cambiemos es la diversidad de voces, tiran la pelota para afuera.
Mientras que, desde la oposición, quienes van a tener un rol clave son los intendentes, “desmitificando” las obras.
En este sentido, el caso del Metrobus en San Martín y las gestualidades durante su inauguración dan cuenta de esto: “Nosotros reclamamos mucho para que llegue. Ellos no lo pensaban. En realidad, una de las promesas de campaña de 2015 era que llegue el Metrobus a San Martín, ellos pensaban que electoralmente les iba a ser fácil San Martín y no así Tres de Febrero, el tema es que les salió al revés, por eso Tres de Febrero tiene Metrobus desde 2017 y San Martín recién ahora, en campaña y omitiendo contar que falta el 40% de la obra”, afirman desde la Intendencia.
En el medio de las estrategias y análisis comunicacionales hay un factor clave: la gente. Pérdida de poder adquisitivo, desempleo, inflación. Por fuera de la gente, los políticos, hablando entre ellos.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.