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EE.UU. absorbe el ahorro mundial

La economía norteamericana creció el 3,9 % anual en el tercer trimestre de este año (julio-septiembre); es el mayor nivel de crecimiento desde el primer trimestre de 2006. Esta aceleración tuvo lugar en el mismo período en que la actividad del sector construcción/inmobiliario cayó un 20,1%, el doble de la disminución experimentada en el trimestre anterior: 11,8%.

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La economía norteamericana creció el 3,9 % anual en el tercer trimestre de este año (julio-septiembre); es el mayor nivel de crecimiento desde el primer trimestre de 2006. Esta aceleración tuvo lugar en el mismo período en que la actividad del sector construcción/inmobiliario cayó un 20,1%, el doble de la disminución experimentada en el trimestre anterior: 11,8%.
El crecimiento de la economía de Estados Unidos depende de la demanda doméstica, guiada por el consumo individual de los estadounidenses, que representa el 70% del producto. En el tercer trimestre de este año, el gasto de los consumidores creció en términos reales un 3% anual; se multiplicó por dos en relación con el del segundo trimestre: 3% anual vs. 1,4%.
El nivel de gasto de los consumidores estadounidenses fue el mismo entre julio y septiembre de 2007 que en el último año y medio: 3% anual. El consumo individual se ha mantenido en niveles similares durante el boom de la construcción (2004/2005/2006) y en el período de caída de los valores y de la actividad de la construcción, en que se derrumbó un 47%.
Las exportaciones estadounidenses crecieron 16,2% anual en el tercer trimestre; es el nivel más alto de los últimos 11 años. En este período, las exportaciones a China, segundo socio comercial de Estados Unidos, crecieron un 35% / 40% anual. También en este tercer trimestre, la productividad de la economía norteamericana creció un 4,9% anual, el mayor aumento en cinco años, desde el primer trimestre 2003.
Por eso, se espera que cuando el 29 de noviembre el Departamento de Comercio revise las cifras del tercer trimestre, el nivel de crecimiento de la economía norteamericana en este período sea superior al 5% anual.
La tasa de crecimiento potencial de Estados Unidos en el largo plazo es de 3,5% anual; significa que entre julio y septiembre habría crecido 1 punto y medio por encima de su nivel de expansión. Es una curiosa “recesión” la norteamericana. Mientras la actividad de la construcción ha caído 47% en un año, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, estima que las pérdidas provocadas por los préstamos hipotecarios superarán los 150.000 millones de dólares, hay un boom de demanda de los títulos del Tesoro norteamericano a diez años. Es lo que indica la caída de su tasa de rendimiento, que fue esta semana menos del 4% anual.
Más del 60% de los títulos del Tesoro norteamericano son comprados por agentes económicos de afuera de Estados Unidos. Desde que comenzó la crisis del mercado hipotecario, la tasa de rendimiento de los títulos a diez años ha caído 1,25 puntos porcentuales. Sólo en septiembre, los inversores extranjeros (bancos centrales y fondos privados, sobre todo del Asía Pacífico/China) compraron títulos por un valor neto de 26.300 millones de dólares, récord histórico en un período mensual. Lo que está ocurriendo es un vuelco masivo de la liquidez internacional hacia el dólar estadounidense. Esto sucede cuando la depreciación de la divisa estadounidense ha llevado a una pérdida de su valor cercana al 50% de su nivel inicial con respecto al euro (1999).
En términos analíticos no conviene presumir la “irracionalidad” de los mercados. Es probable que el mundo financiero esté advirtiendo que el debilitamiento del dólar no responde a dato alguno de carácter estructural de la economía norteamericana, sino que, todo lo contrario, la pérdida de su valor es resultado del aumento del flujo de capitales del mundo entero al mercado estadounidense.
Estados Unidos absorbe la masa del ahorro (flujo líquido de capitales) del resto del mundo: 75% del total.
Implica que el mundo financia el crecimiento norteamericano; y esto cuando la economía mundial ha ingresado en su quinto año consecutivo de expansión, a una tasa anual promedio del 5%, el nivel más alto de las últimas cuatro décadas; y cuando el ingreso por habitante ha aumentado en este período casi 4% por año, el mayor incremento del PBI per cápita mundial en toda la historia del capitalismo desde la Revolución Industrial (1780).
La productividad estadounidense aumentó un 4,9% entre julio y septiembre; y las exportaciones se incrementaron un 16,2%, 7 puntos por encima del promedio mundial. Son dos aspectos del mismo fenómeno: la transnacionalización de la economía norteamericana.
El sector transnacional no financiero de la economía de Estados Unidos es el 42% del PBI, pero es responsable de más de 3/4 partes del incremento de la productividad; y en los últimos siete años prácticamente de la totalidad.
Las empresas transnacionales norteamericanas venden en el mundo, a través de sus filiales, 5,6 veces más de lo que exportan desde Estados Unidos.
Así, su economía, definida en términos territoriales, no es la verdadera plataforma del comercio internacional estadounidense. Esta plataforma, de alcance y estructura global, está formada por la trama de las empresas transnacionales norteamericanas en su proceso de competencia y asociación estratégica con el resto de las transnacionales del mundo.
“Todos los pronósticos sobre la decadencia de Estados Unidos se han revelado prematuros”, advirtió Paul Kennedy, con acento autocrítico, en el año 2003.