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El ‘combo explosivo’ que estalló en Estados Unidos

El coronavirus, el calendario electoral y la polarización social crearon las condiciones para un estallido social en Estados Unidos. ¿Quién se beneficiará de lo que está ocurriendo?

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Indignación. Manifestantes gritan frente a la Casa Blanca, donde Trump desplegó la Guardia Nacional. | afp

El coronavirus, el calendario electoral y la polarización social crearon las condiciones para un estallido social en Estados Unidos. ¿Quién se beneficiará de lo que está ocurriendo?

Las cosas no suceden de un momento para el otro. Muchas veces las explicaciones que usamos para comprenderla realidad pecan de incompletas y simplistas. En la historia quedará que fue el brutal asesinato de George Floyd lo que provocó las mayores manifestaciones sociales en Estados Unidos desde la década de 1960. Sin embargo, la realidad siempre es más compleja. 

En los últimos meses, se configuró en Estados Unidos una suerte de “combo explosivo”, que puso a la ciudadanía al borde del estallido social. El asesinato de Floyd fue la gota que rebalsó un vaso ya de por sí muy lleno. Entender los factores que confluyeron para crear este combo es fundamental para no brindar explicaciones incompletas de lo que sucede.

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El primero de los elementos tiene que ver con las consecuencias económicas del covid-19. Más de 40 millones de personas han solicitado beneficios por falta de empleo en lo que va de la pandemia, y alrededor de la mitad ya lo reciben. Estas cifras históricas de desempleo afectan principalmente a los sectores más jóvenes y vulnerables, que vienen acumulando descontento y rabia –hasta ahora– en cuarentena.

Las protestas por el asesinato de Floyd estàn reconfigurando el eje de la campaña

El segundo elemento a tener en cuenta es el calendario electoral. A menos de cinco meses de las elecciones presidenciales, la partidización de la cuestión racial genera menos incentivos a la clase política para negociar salidas ordenadas a la ola de protestas. En tercer lugar, y en la misma línea, la polarización política y social que atraviesa la sociedad también complica los acuerdos. La “grieta norteamericana” está alcanzando niveles históricos, y hace que ambos partidos se corran discursivamente hacia los extremos, exaltando la conflictividad social, en lugar de contenerla.

Pero este combo explosivo terminó estallando por un cuarto factor, que viene de larga data: el racismo estructural de la sociedad americana, que hasta hace menos de 60 años todavía contaba con leyes de segregación racial, que continúan arraigadas en el pensamiento de parte de los ciudadanos, y que se manifestó en el brutal asesinato de George Floyd en manos de la policía de Minnesota.

¿Quién se beneficia políticamente?

Los movimientos sociales del siglo XXI son híbridos: parte de ellos sucede en la calle, y otra buena parte en las redes sociales. #BlackLivesMatter no escapa a esta realidad, y reúne también otras características de estos movimientos: No tiene liderazgos definidos, son apartidarios (y en muchos casos “anti” partidarios) y no tienen un programa de objetivos concretos. Esto hace que la canalización de sus demandas en el sistema institucional, mediante negociaciones con los políticos, sea altamente compleja. Como sucede con los chalecos amarillos franceses.

En cuanto a las consecuencias electorales, son más bien inciertas. Lo que sí sabemos es que las protestas están reconfigurando el eje de la campaña. Mientras que los demócratas se inclinarán hacia la cuestión racial como un eje electoral, los republicanos probablemente apelen al viejo mantra de “la ley y el orden”, como ya lo ha demostrado el Presidente en sus redes sociales. La mayor capacidad de movilización de votantes jóvenes y afroamericanos puede ser fundamental para que los demócratas ganen estados clave, pero el miedo a los saqueos puede consolidar el voto republicano conservador. 

Si la incertidumbre ya definía el proceso electoral norteamericano, el estallido de las protestas no hace más que profundizarla. Como casi todo en 2020.

Politólogo (CEI UCA).