Pese al título, éste artículo no hace referencia a una remake de “La Guerra de las Galaxias”, sino al acontecimiento político que tuvo por protagonista el pasado domingo a Río Cuarto, ciudad conocida por su mote de Imperio. Esta alusión se debe a un entredicho histórico con las autoridades provinciales de Córdoba, calificación que forjó su identidad rebelde y de aspiraciones autonómicas, en base a la percepción fundada de ser una potencia económica regional, más un ego incrementado durante la década de los 90, cuando se la propuso como capital de la Republica.
Una vez más los vecinos de la ciudad acudieron a las urnas para elegir a su intendente municipal, hecho nada excepcional si no fuera porque era la primera elección luego de la asunción de Mauricio Macri como Presidente y porque las acciones políticas, emprendidas por el mismo gobierno nacional en este distrito, dieron una clara señal de que lo que estaba en juego no era la administración local, sino un escenario que podía demostrar su fortaleza a seis meses de comenzar la gestión, o bien ponerlo en una incómoda situación de derrota al evidenciar tempranos síntomas de malestar social. Desde hacía doce años, un radicalismo zigzagueante venía gobernado la ciudad, sus dirigentes mutaron sin pudor: de Alfonsinistas, a Radicales K, luego socios de Rodríguez Saa, hasta conformar una alianza con el PRO, logrando definir para esta oportunidad como su candidato al Legislador Provincial Eduardo Yuni. Por su parte, el Gobierno Provincial de Unión por Córdoba procuró subsanar tantos años de olvido y marginación, a punto tal que el ex-gobernador Dr. José Manuel De La Sota declaró al Imperio, Capital Alterna y constituyó allí una sede de su gobierno, supliendo con acciones concretas la ausencia e ineficacia de dicho estado municipal; dato no menor, pues el intendente electo Juan Manuel Llamosas se proyectó a ese lugar, desde su cargo como Secretario de Desarrollo Social en el sur provincial.
Río Cuarto posee un calendario electoral desdoblado de toda otra elección para evitar interferencia en las decisiones de los vecinos; pero la dinámica democrática la colocó en una agenda en la que se habrían de disputarse otros intereses y lecturas. Nueve eran los candidatos por distintas fuerzas políticas y la campaña se había encarrilado por los caminos usuales de cualquier otra contienda electoral, pero fue tomando otra dimensión cuando comenzaron a llegar con espectaculares anuncios los Ministros del Gabinete Nacional, Peña, Frigerio, Bullrich, Dietric, Buryaile, y otros funcionarios, para apoyar abiertamente al candidato oficialista que tenía intenciones de enderezar una gestión con signos de desgaste. La estrategia se completó con un spot del mismo Macri, pidiendo el apoyo recibido durante el ballotage (70%), mientras que su mensaje grabado también se difundía telefónicamente en igual sentido, especulándose que con inminente arribo, se volcarían las adhesiones masivamente hacia Yuni. Esto no ocurrió porque los sondeos previos ya preanunciaban una formidable derrota, dando lugar una vez conocido los resultados a múltiples interpretaciones, como que la victoria de Llamosas, (más de 14 puntos por sobre el candidato de Cambiemos) se logró en base a un peronismo coherente, siempre crítico e indomable para con el Kirchnerismo. Que la prudencia y magnanimidad de De La Sota y Schiaretti, por despegar a Macri de la derrota, ponen aún más de relieve. Que las adhesiones obtenidas por el Presidente se encuentran en fuga y que el humor social está cambiando. Que el FPV, no deja de retroceder, a punto tal que su candidato Guiliani, obtuvo el último lugar con sólo el 0,8% de los votos. Como vemos, parafraseando al maestro Yoda “Siempre en movimiento el futuro, está".
*Profesor de UNRC - Rio IV