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PARECE QUE EL FONDO AHORA SI CAMBIO

El paper de Guzmán

fondo monetario internacional Bloomberg
FMI. | Bloomberg

Qué ganas de amanecer un día y mientras te hacés unos mates ver en el Boletín Oficial que pegaste una asesoría en algún ministerio. Son esos momentos de todos los gobiernos en los que, ajuste más, ajuste menos, el funcionario público llega y tiene que armar equipo para la aventura en el Estado. Varias líneas de secretarías, subsecretarías, direcciones generales y ese hermoso mundo de las asesorías que todo lo abarca. Ah sí, una asesoría. Sin mucha especificación, como para ir con la compu a la oficina o laburar desde casa o tirar ideas por mail desde un Starbucks o para hacer números en un puf en un PH de San Telmo, todo mientras te acomodás un poco económicamente. Porque es cuestión de encontrar la resolución del día con las designaciones, y ver que estás en tu renglón correspondiente en el Anexo, seguido de cuántas “unidades retributivas” ligaste, para después chequear cuánto es una “UR” y hacer la cuenta: los salarios oscilan entre los $ 150 mil y los $ 250 mil mensuales.

Entre los seis asesores a los que esta semana se les habrá pasado el agua mientras confirmaban que se incorporaron a distintas áreas del Ministerio de Economía, la que más llamó la atención fue Candelaria Alvarez Moroni. Llegó por concurso al equipo de Finanzas en tiempos de Axel Kicillof en 2015, pasó luego a ser directora del Ministerio de Hacienda encargada de la arquitectura del G20 en el gobierno de Mauricio Macri y ahora se acaba de integrar a la unidad de gabinete de asesores en Hipólito Yrigoyen 250. Más allá de que algunos ex empleados del Ministerio la recuerdan porque en el arranque del macrismo señaló a los técnicos kukas que tenían que dejar su puesto, su continuidad es apenas un detalle en el empalme más sorprendente que está haciendo Alberto Fernández con su antecesor: el de vender la idea de que el Fondo Monetario Internacional “ahora cambió”.

Sí, está pasando. Un flashback de cuando el ex ministro de Economía, Nicolás Dujovne, que en estos días le escapa al calorón porteño esquiando en los Alpes franceses, decía el 8 de mayo de 2018 “tenemos que tener en cuenta que es un Fondo Monetario Internacional muy distinto al de hace 20 años” y hacía hincapié en que la entonces titular Christine Lagarde tenía foco en cuestiones sociales. Hace un par de semanas arrancó la nueva versión de “el Fondo es otro”. Una muestra son las declaraciones del Presidente en la entrevista del 13 de enero con Gustavo Sylvestre cuando subrayó que ahora “el Fondo ve por primera vez que alguien le dice la verdad” y que ve que “estamos haciendo frente a los problemas que realmente existen, resolver el problema de la pobreza, la desnutrición y el trabajo”. Otro reflejo es que empiezan a aparecer en los medios más afines al Gobierno el update de aquella entrevista inolvidable de Jorge Lanata a Lagarde en Periodismo Para Todos  cuando ella decía que había que “cuidar a los más vulnerables” y que iba a “luchar por incluir mujeres en la fuerza laboral”. Lo más llamativo ahora es que hasta Alfredo Zaiat en Página/12 el domingo pasado describe una “Kristalina Georgieva peronista”, y hace un recorrido por el pensamiento de la nueva jefa del FMI, donde parece que ahora sí están preocupados genuinamente, no como antes, por la gente que no cubre la canasta básica. El Fondo cambió, pero ahora cambió posta, eh. “A favor de la posición argentina es que la actual titular del FMI, Kristalina Georgieva, comparte los principales postulados económicos y sociales del gobierno de Alberto Fernández”, dice la nota. Como si en el edificio de la calle 19 en Washington hubieran proyectado “Fondo” con Alejandro Bercovich y La Delio Valdez tocando en vivo.

El banquero Jorge Brito, quien dice que votó al Frente de Todos, señala desde su escritorio decorado con una bandera que usó Juan Domingo Perón en el exilio: “El gobierno anterior tuvo que ir al FMI para que le diga el ajuste que tenía que hacer, y este gobierno entendió voluntariamente que tenía que tener equilibrio fiscal. Hay una diferencia que resalta el Presidente: él ordenó las cuentas por convicción”. Ahí hay un punto: recaudar dos puntos más del PBI por retenciones y Bienes Personales y ahorrar otro punto por desanclar jubilaciones de la inflación pasada se lo pedía ya el FMI a Macri desde 2018, como se leía en los staff report del organismo. Ahora no hace falta. Le clavamos solidaridad a las medidas para consumo doméstico y así alineamos a los giles del organismo multilateral.

La cosa de fondo es que antes Macri y ahora Alberto, como no tienen guita, necesitan el crédito externo tanto como el líder de Cambiemos los finde largos o el jefe de Estado quedar bien con todos. Y el crédito externo es que unos te presten o te pateen pagos, y que otros te avalen ante la comunidad internacional. Ahí donde el PRO tenía un seminario de The Economist sobre The Argentina is changing, ahora el Gobierno pela un Joseph Stiglitz bancando en The Guardian o en el Foro de Davos; ahí donde antes llegaban ex financistas de Wall Street con la chapa de Golden Boys que se la sabían todas, ahora aparecen académicos iluminados que la rompieron en Columbia y trabajaron con premios Nobel.

Lo que sí es aparece distinto es el camino que eligen para poder, en algun momento, crecer, garpar la deuda y así necesitar el menor crédito externo posible. Macri jugaba al emprendedor que quería hacer del país una startup tipo Endeavor para levantar capital, pegarla y competir en el mundo hasta ser un unicornio de Silicon Valley. Guzmán es el universitario que quiere meter el paper de su vida, una tesis de grado para la que se viene preparando desde que salió de La Plata. Se llama el plan integral. De hecho, asumió y dijo que presentará un plan integral por escrito y que antes no tirará números en el aire porque tienen que ser serios. Se pone fechas, como un estudiante para las entregas. Es el 31 de marzo, parece, cuando estará claro el rumbo de la economía, incluida la negociación de la deuda. Asoma como la materia más complicada de la carrera.