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maria elena walsh

El reino del revés

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¿Quién no ha cantado esa canción? ¿Quién no se la hizo escuchar a sus propios niños? Esa canción, como ella, su autora, es, parafraseando a Borges, “eterna, como el agua y el aire”. María Elena. De ella se trata. María Elena Walsh, de cuyo “último viaje” se cumplieron ayer, 10 de enero, tres años.

¿Cuándo compuso esa “joyita”? En 1965. La creó para su público infantil, pero sabiendo como toda gran escritora, que las metáforas, las parábolas y los juegos de la imaginación son, en primer término —como las fábulas— para adultos, para los que leen las entrelíneas y captan los meta-mensajes. Y el contenido de esa canción es hoy más vigente que nunca.

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En el Reino del Revés, dice María Elena, “nadie baila con los pies”. “Un ladrón es vigilante y otro es juez.(…) En el Reino del Revés un año dura un mes”… y así sucesivamente.

En el Reino del Revés que María Elena ya no ve desde su departamento de Palermo, muchísima gente pasa Fiestas no festivas, más bien patéticas y humillantes, porque falta luz y agua y los calores sofocan, enferman y hasta matan.

En el Reino del Revés hay comerciantes saqueados por sus propios clientes.

En el Reino del Revés, como lo dijera el General, los salarios suben por la escalera y los precios por el ascensor. En señal de protesta por todo eso —que es lamentable— y por otros reclamos se cortan calles, autopistas, con casi 40 grados de sensación térmica y se encienden fogatas con neumáticos de autos, llevando esas temperaturas al paroxismo. En el Reino del Revés la vida, la salud y la dignidad de las personas vale muy poco. O nada.

La Ciudad y la Nación están siempre peleadas y se ponen piedras en el camino cada vez que estalla algún problema. Los bebés que nacen, ya saben usar celulares, computadoras, notebooks y tablets, mientras los adultos deben tomar clases particulares para manejarse con una tecnología cada vez más sofisticada.

En el Reino del Revés los hijos mandan y los padres obedecen.

Los actores son periodistas, los periodistas son actores, los choferes de taxi son arquitectos y los arquitectos, choferes de taxi. Cualquiera puede escribir o hacerse escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Es decir, la gente “se realiza” a través de esa vieja fórmula. Pero no del todo, porque Don Dinero , el “poderoso caballero”, no suele estar al alcance de la mano, por más que se lo venere, por más que se lo adore de mil maneras diferentes y se le hagan todas las genuflexiones posibles. Don Dinero y Don Poder no hacen buenas migas con cualquiera, eso es sólo para algunos, especialmente para los que tienen ese “no sé qué” que encarna Leonardo di Caprio en la película El Lobo de Wall Street.

En fin, pasan muchas cosas raras en el Reino del Revés. Pero como su nombre lo revela, allí, todo parece normal, natural y aceptable. Lo extraño sería que las cosas fuesen lógicas, justicieras, equitativas o hechas con seriedad y ética. La pregunta, entonces, sería: ¿queremos realmente salir del Reino del Revés? ¿O ya nos acostumbramos a la degradación y estamos “vacunados” gracias a un cachito de estoicismo, a mucha impotencia y, sobre todo, a un gran cansancio interno?

¿Qué diría María Elena Walsh? La recuerdo en el tiempo, cálida y fuerte, con sus respuestas afectuosas o mordaces, sensibles o irónicas, pero siempre muy, muy inteligentes. Quizá no estaría de acuerdo con las cosas que digo. A lo mejor, me cuestionaría esto o aquello…Corro ese riesgo, sabiendo que, desde algún lado, ella nos está observando con sus ojos celestes, de mirada transparente y sabia; y que, como buena argentina que era, siempre preocupada por su país y su gente, nos está deseando lo mejor y haciendo fuerza para que podamos revertir nuestro designio.
 

*Escritora y columnista.