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VISPERAS DE UN AO ELECTORAL

El ritmo de la crisis política

En octubre, la fuga de capitales fue de 4.300 millones de dólares. En julio-agosto habían salido 1.800 millones de dólares mensuales. En septiembre, esa cifra trepó a 2.206 millones de dólares. En los últimos cinco trimestres, se fugaron 25.070 millones de dólares. Este ritmo es superior al del año 2001.

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En octubre, la fuga de capitales fue de 4.300 millones de dólares. En julio-agosto habían salido 1.800 millones de dólares mensuales. En septiembre, esa cifra trepó a 2.206 millones de dólares. En los últimos cinco trimestres, se fugaron 25.070 millones de dólares. Este ritmo es superior al del año 2001.
Las consecuencias de la fuga de capitales son similares a las de una política de restricción de la oferta monetaria. Hay una reducción del crédito, una paralización de las inversiones y una disminución del consumo y de la producción. Los primeros síntomas ya están a la vista.
La estatización de los fondos previsionales fue un golpe mortal a la confianza de los agentes económicos. El éxito de la iniciativa funciona como un factor de aceleración de la crisis política. La imagen positiva del Gobierno sigue bajando.
En vísperas de un año electoral, el Gobierno pretende hacer “caja” frente a una previsible caída de la recaudación en concepto de retenciones a las exportaciones, y ante la imposibilidad de refinanciar los vencimientos externos, por falta de acceso al mercado voluntario de crédito. La tasa riesgo país, estacionada en 1.500 puntos básicos, indica que la comunidad internacional sigue considerando a la Argentina como un país al borde del default.
En circunstancias de crisis, la gobernabilidad constituye el principal problema político. Se empieza a hablar de ingobernabilidad cuando se manifiestan los límites de la acción de un gobierno frente a la lógica de la globalización. Esto es lo que comenzó a suceder en la Argentina.
El escenario se agrava por la evolución del proceso político. En las elecciones legislativas de 2009, el oficialismo será derrotado en tres de los principales distritos electorales del país: la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Sus chances de éxito están concentradas en la provincia de Buenos Aires y en el NOA y el NEA. En esos distritos, la imagen de los gobernadores, empezando por Daniel Scioli, está por encima de la presidencial. Esto hace que esos eventuales triunfos electorales serán computados más a favor de los liderazgos locales que del Gobierno nacional.
La batalla principal será en la provincia de Buenos Aires. Allí también la imagen oficial está en descenso, acentuado por el incremento de la preocupación de la opinión pública sobre la crisis de seguridad. Tanto es así que Kirchner ya descartó la hipótesis de su candidatura.
El oficialismo puede ser derrotado en los municipios del primer cordón del Conurbano, que tienden a votar cada vez más en forma semejante a la Ciudad de Buenos Aires, y en el interior de la provincia, donde el conflicto con el sector agropecuario ha dejado sus huellas. Sus posibilidades residen en obtener un categórico triunfo en el segundo y tercer cordón del Conurbano. Sólo así podría aspirar a un 35% de los votos a nivel provincial.
Las expectativas electorales más favorables para el Gobierno son que sus listas, integradas con preeminencia de dirigentes peronistas locales, en detrimento del kirchnerismo, obtengan a nivel nacional un 35% de los sufragios. El oficialismo retendría su título de primera fuerza política, por la dispersión del voto opositor, pero perdería su mayoría en la Cámara de Diputados y probablemente en el Senado.
Esa licuación de la mayoría parlamentaria implicaría la pérdida de los superpoderes y el control del Consejo de la Magistratura. Esto supone un fuerte golpe al sistema de poder de Kirchner, que coincidiría con el comienzo de la puja en el peronismo por la sucesión presidencial.
En un plazo máximo de doce meses, el sistema de poder K experimentará una grave crisis política. En la acción política, y en los mercados, también se “descuentan” las tendencias que se prevén, ese futuro puede adelantarse. Conviene seguir de cerca dos indicadores. Uno, el rol del sindicalismo peronista, en particular de Hugo Moyano, y otro, los movimientos que se registren en torno a Julio Cobos.
*Analista político.