—¿Qué les pasa a los tipos? –grita Carla, mi asesora de imagen, que entra a mi oficina dando un portazo, sin saludar ni golpear–. Mucha deconstrucción, mucho "se va a caer", pero los tipos siguen diciendo barbaridades en la calle. ¡Qué imbéciles, por favor!
—¿Qué te pasó? –pregunto, levantando la vista del monitor de mi compu de escritorio, donde estoy tratando de escribir mi columna política para Perfil.
—Un idiota que me encaró en la calle diciéndome una barbaridad –insiste Carla.
—¿Qué te dijo?
—“Mamita, te doy hasta que Macri dé vuelta el resultado electoral de las PASO”.
—Ah, un zarpado de verdad. ¿Y vos qué hiciste? Me imagino que no te habrás quedado callada…
—Ni loca –cuenta Carla–. Lo miré y le dije: “Imbécil, yo a vos te voy a dar bola el día en que Alberto Fernández diga que va a mantener en el Banco Central y en la AFIP a los mismos funcionarios que nombró Macri”.
—Estás picante, eh.
—Y para rematarla, le grité: “Y yo a vos te voy a dar el día que Gómez Centurión use pañuelo verde”.
—O hasta que use reloj y le tome el tiempo al debate –agrego.
—No entiendo para qué se hace el debate.
—¡Para darnos un espectáculo!
—¿Un espectáculo? –pregunto.
—Sí, un espectáculo –responde Carla–. Que, por si no lo sabés, es eso que no podés dejar de ver aunque no te guste, incluso aunque lo odies.
—¿Por qué un espectáculo?
—¡Porque esto es política! Y la política, como todo en esta vida, es un espectáculo. El debate está hecho para verse con un balde de pochoclos.
—Lo que me llama la atención es que casi nadie habla ya de corrupción. ¿Te acordás de los bolsos de López, de las bóvedas de Lázaro, de Ciccone, Boudou, Hotesur…?
—Sí, y también me acuerdo de San Martín, de Belgrano, de Roca, de Sarmiento y de Alberdi. Pero todo eso es pasado.
—No me vas a comparar hechos y personajes de hace más de un siglo con cosas que ocurrieron hace menos de una década…
—No importa, está todo lejos, bien lejos en el pasado –insiste Carla–. Hoy estamos en otra era. Bolsillo mata corrupción.
—¿Y la grieta? ¿Qué pasó con la grieta?
—La grieta entre los bolsos llenos de dólares que volaban en un convento y la fuga de capitales al exterior gracias a la megadevaluación ya está resuelta.
—¿Cómo se resolvió?
—Con la certeza de que lo único que importa es que la gente tenga o no guita en el bolsillo.
—¿Y entonces gana el Frente de Todos?
—Obvio, porque quedó de ese lado de la grieta. El lado más fácil cuando no se gobierna. El lado más redituable, también. El lado en el que todo el mundo quiere estar.
—¿Por eso dicen que es con Todos?
—Exacto. Además, el derecho de admisión que se reserva la casa para entrar es mínimo. Ya se sumó el Adolfo Rodríguez Saá, que se había declarado peronista de Cambiemos, siguiendo las enseñanzas del ex imbatible Michael Pichetto. Y parece que Nicolás Massot también anduvo probando garrochas para saltar el muro.
—¿O sea que es verdad el “es con Todos”?
—Obviamente –responde Carla–. Con todos los que quieren mantenerse a flote mientras el Gobierno se hunde.
—¿Y el “Sí se puede”?
—Uno de los inventos más brillantes del gobierno de Macri, sin dudas.
—¿Vos decís?
—Por supuesto –insiste Carla–. Junto con el segundo semestre, los brotes verdes y el “pasaron cosas”. Pero lo que más me gustó fue la definición de populismo que dio Macri.
—¿Cuál?
—Esa de que el populismo es como la mujer que te usa la tarjeta de crédito sin pensar y que te termina endeudando. Desde que le miró el culo a Tini Stoessel no lo veía tan afilado al Presidente.
—¿Vos pensás que el último debate puede cambiar algo las cosas?
—Por supuesto, Macri puede perder aún más votos. Parece difícil, pero puede ser.
—¿Y de qué creés que depende?
—Por un lado, de que Gómez Centurión consiga un buen cronómetro. Y por otro, de que Alberto Fernández haga las preguntas correctas.
—¿Cómo cuál?
—Podría preguntarle al Presidente: “¿En qué te han convertido, Mauricio?”. Pero hay que reconocer que es una pregunta fácil de responder.
—¿Por qué?
—Porque a Macri estos cuatro años de gobierno solo lo convirtieron en Macri –concluye Carla—. Así de simple, así de sincero. Y podrá ser bestial, pero en estos momentos tan difíciles del país no deja de agradecerse un poco de sinceridad.