COLUMNISTAS

Kirchner-Kirchner como Perón-Perón

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Evolución de aprobación del gobierno. En ocho meses, desde diciembre pasado, su piso más bajo, recuperó la aprobación anterior a la crisis del campo.

Con rápidas apariciones, Néstor Kirchner logró engañar a la opinión pública sobre su estado de salud. A quien no podrá engañar es a la salud. En su caso, “más vivo es más tonto”, porque cuanto más éxito tenga en disimular su enfermedad, más se enfermará.

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Pero ése es un problema psicológico de Néstor Kirchner: hay quienes creen que está enojado con la vida y acelera hasta reventar. Lo que sí es un problema político es quién sería el candidato a vicepresidente de un eventual candidato a presidente cuya salud genere riesgos de no poder concluir su mandato sin sobresaltos. Después del trauma de Cobos, e incluso de los cortocircuitos con Scioli al comienzo de su presidencia, en 2003, quedó demostrado que –aun sano– las relaciones con los vicepresidentes tienden a no ser satisfactorias para los Kirchner. Peores tendrían que ser si se suma el riesgo a que puedan sucederlos.

Antes del stent, los candidatos a vice de Kirchner eran desde Capitanich hasta Gioja. Después del stent, podría pensarse en Kirchner-Kirchner. Así como la salud de Perón fue determinante a la hora de elegir a Isabel Martínez de Perón como vice para su tercera presidencia, con un Kirchner malherido sólo Cristina daría garantías de clonación.

Cristina consumiría así su última posibilidad constitucional consecutiva: ser vicepresidente se considera un período ejecutivo igual que si fuera presidente. Pero Néstor Kirchner sí podría ser reelecto en 2015. Aunque de poco serviría esa posibilidad si llegara a no poder concluir un eventual mandato 2011-2015.

Otra alternativa es que directamente sea Cristina la candidata para su reelección. Quizá sea más aliviado para la salud de Néstor Kirchner ser el jefe de la Presidenta que ejercer él mismo la presidencia. Cristina Kirchner sigue midiendo más que su marido en las encuestas y cosechando mejor el repunte de aprobación de su gobierno que comenzó en diciembre del año pasado, cuando alcanzó el piso de 28% de aprobación, hasta llegar al 49% en la última encuesta realizada del 13 al 27 de agosto por Ipsos/Mora y Araujo. Como muestra el gráfico que ilustra esta columna, la aprobación-desaprobación del Gobierno forma dos “u” perfectas en los últimos ocho meses.

La encuesta que regularmente desde 2004 viene realizando cada dos meses Ipsos es una de las más serias del país. Pero del 13 al 27 de agosto fue justo cuando el Gobierno derrapaba con Fibertel y Papel Prensa, y las consecuencias de esos desaciertos se verían en la encuesta de octubre.

En la edición de ayer, informamos sobre los deseos de Scioli de ser el candidato a presidente al ver que Néstor Kirchner no repunta lo suficiente en las encuestas y –aunque de eso no se hable– que su estado de salud agregó problemas a su candidatura.

El deseo de Scioli es ser candidato de un peronismo unificado: de un Kirchner debilitado que se conforme con que el nuevo presidente no lo envíe a prisión, y del Peronismo Federal que sin Reutemann, sin un Macri fuerte, o Duhalde, Solá o Da Neves llegando sin poder garantizar el triunfo, también se conforme con Scioli como premio consuelo. También en la edición de ayer (en la contratapa) se explicó que Scioli, para ganarse ese lugar, probablemente tenga que darle la razón a Hegel en su dialéctica del amo y el esclavo y arriesgarse a confrontar con el amo. Hará falta más que un stent o un amesetamiento en las encuestas para que los Kirchner, Néstor y Cristina, se conformen con una retirada ordenada del poder.

Vienen meses eléctricos.