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Las 10 plagas de la economía argentina

Torazo en rodeo ajeno. La cerrada ovación que se llevó en Mar del Plata el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso fue más que simbólica. Cautivó a los empresarios asistentes al 43º Coloquio de IDEA hablándoles de lo que querían oír, pero que los dirigentes locales se muestran temerosos o renuentes a decir en público.

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Tristan Rodriguez Loredo |

Torazo en rodeo ajeno. La cerrada ovación que se llevó en Mar del Plata el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso fue más que simbólica. Cautivó a los empresarios asistentes al 43º Coloquio de IDEA hablándoles de lo que querían oír, pero que los dirigentes locales se muestran temerosos o renuentes a decir en público. “La inflación es una plaga”, afirmó, sin entender que el INDEC sigue midiendo al uso nostro lo que cualquier ama de casa padece al llegar a las cajas.
Fue autor de un clásico en las corrientes de pensamiento latinoamericano: Dependencia y desarrollo en América latina (Edit. Siglo XXI, México DF, 1969), junto con Enzo Faletto. Eran épocas de gestas antiimperialistas, de términos del intercambio en picada, de liberación o dependencia. Hoy uno de sus autores más prestigiosos es un gurú para el establishment local, que probablemente no ha leído un solo párrafo del Cardoso pensador. Pero sí lo han visto en acción y Brasil siempre produjo en el hombre de negocios argentino un enorme complejo de inferioridad, por volumen de economía, por la ancestral dinámica, por su realismo, pero fundamentalmente por el entramado común que políticos, funcionarios y directivos van tejiendo sobre los intereses de todas las partes.
Haber soslayado el alza del costo de vida no es gratuito: Brasil es el único país que hizo coexistir altas tasas de inflación con gran crecimiento económico, en épocas del “milagro brasileño”.
Ahora podríamos continuar con la saga de plagas que se ciernen sobre la economía argentina.
1. Inflación: a los ya conocidos efectos sobre los que tienen ingresos fijos, se añade la dificultad para planificar en el mediano plazo, la imposibilidad de una moneda de acumulación de valor luego de la pesificación del 2002.
2. Inestabilidad fiscal: el aumento del nivel de precios también puede ser visto como válvula de escape para mantener el necesario superávit fiscal sin necesidad de antipáticas rebajas nominales en el gasto, que creció explosivamente en los últimos dos años.
3. Centralismo tributario: con el artilugio del último lustro de proyectar ingresos fiscales menores a los que luego se dan en la realidad y al amparo de la eterna ley de emergencia económica, se autoriza al Gobierno a gastar sin otro parámetro que la conveniencia. El rico de la cuadra, el Estado nacional, recibe pedidos de auxilio de todas partes, empezando por la Provincia de Buenos Aires, que no logra cerrar sus cuentas.
4. Puja distributiva: al ritmo de la inflación real y sin hacer caso a los números oficiales, los sindicatos se han lanzado a una lucha por recomponer el poder adquisitivo limado por la crisis y ganarles en su carrera a los precios. Esto otorga un empujón inercial a la inflación, difícil de contener.
5. Estadísticas increíbles: la manipulación de índices es un claro ejemplo de fines supuestamente loables (que haya menos pobres, menos servicios de la deuda) con medios ilegítimos (mentir, ocultar información, controlar de cerca) que no hizo más que demoler el prestigio institucional del INDEC. El costo del micromanagement.
6. Precios divorciados: la excepcional coyuntura de los mercados internacionales de los productos exportables argentinos se amortigua para los productores con retenciones y cupos de exportación, medidas tan originales como inéditas en otras economías de la región. El petróleo araña los US$100 el barril pero la nafta sigue congelada en nuestros surtidores y el kilovatio vale igual que en 2001. El dólar cae en todo el mundo menos en la Argentina; los alimentos amenazan vengar décadas de dominación industrialista sobre los productores primarios pero la prioridad local es no hacer olas con el IPC.
7. Fragmentación del mercado laboral: la drástica caída de la tasa de de- socupación sigue enfrentando con un núcleo duro de atacar. Es la enorme disparidad de remuneración y hasta de condiciones entre formales y no formales, sectores favorecidos y hundidos por el actual “modelo” y hasta por regiones. Los promedios no sirven para explicar este fenómeno que alimenta una banda de marginalidad también difícil de eliminar.
8. Ineficiencia en la administración estatal: el virtual colapso de muchos servicios prestados por los estados provinciales (seguridad, hospitales, educación, infraestructura vial, cárceles) y otros nacionales (vuelos comerciales, distribución eléctrica) cuestionan el modelo de crecimiento sin el respaldo de inversiones suficientes por distorsiones en los precios relativos.
9. Competitividad en baja: el último informe anual del World Economic Forum continuó con una tendencia preocupante. La competitividad global de la economía argentina cayó al 85º lugar, 15 menos que en 2006
10. Corrupción: el caso Skanska y la eyección de la ex ministra Felisa Miceli demostraron que las malas artes en el manejo de la cosa pública no es patrimonio de un gobierno determinado sino de la ausencia de transparencia y una forma de hacer negocios que son funcionales a la proliferación de este tipo de hechos.
Todo un decálogo de debilidades que en el presente padece nuestra economía. Las plagas que la azotan y devoran todo lo que encuentra. Que van marcando a fuego, y en silencio, la agenda política del próximo gobierno.