A medida que siga ganando espacio en la sociedad el hastío por la grieta, los moderados que expresan ese nuevo clima de época se expondrán a peligros cada vez mayores. Esos peligros desaparecerán recién cuando la moderación se termine de imponer como el camino aceptado para transformar el país. Pero mientras tanto el riesgo del castigo existe.
Negocio
Es que, después de años de confrontación, la grieta ya no es solo el choque entre universos políticos polarizados. Para muchos, también es un trabajo del que viven miles de familias.
Son las de políticos del oficialismo y de la oposición, las del panelismo audiovisual y las de muchos consultores y comunicadores cuyos ingresos provienen de sostener el espectáculo de la pelea. Con su negación del otro, sus gritos, sus insultos y el rechazo a cualquier prueba que cuestione el propio relato.
Si este show finalizara, los trabajadores de la grieta perderían ingresos que no solo son económicos (cargos, futuros trabajos, salarios) sino simbólicos, como la adhesión social que reciben por espejar maravillosamente bien a sus respectivos extremos. Casi por instinto de supervivencia, reaccionan ante la moderación como si se tratara de un virus que amenaza el ecosistema de la grieta. Que ya es el suyo.
Agustín Salvia: "La grieta política se apoya en la pobreza"
Por eso, el peligro que corren aquellos que representan el virus de la moderación. Los Larreta del PRO, los Manes del radicalismo, la mayoría de los gobernadores a quienes no les sirve la confrontación, los funcionarios del Gobierno obligados al pragmatismo de la gestión, los sindicalistas y empresarios que saben de la necesidad de negociar. Hasta Carrió corre riesgos si insiste con sus llamados al diálogo.
Es probable que ya sean mayoría los dirigentes del oficialismo y la oposición impregnados por el virus de la moderación. Pero los ataques que reciben son tan fuertes que, a veces, los llevan a moderar en público su moderación.
A los moderados del Frente de Todos los vigila Cristina Kirchner y los escrachan sus referentes políticos y mediáticos. A los moderados de Juntos por el Cambio los vigila Mauricio Macri y también los escrachan sus espadas políticas y mediáticas. Y a todos ellos los vigila Javier Milei, que asegura que unos y otros son lo mismo.
Así como la moderación es una salida frente al fracaso de la grieta, Milei es la otra
Como Bolsonaro en Brasil y Trump en Estados Unidos, este hombre podría corporizar la frustración de una sociedad ante la incapacidad de sus líderes de generar confianza.
Es lo que Jaime Duran Barba les advirtió esta semana a líderes del PRO tras su regreso al país después de la pandemia: Milei es el tipo de personaje que puede ser el emergente de ese fracaso en las próximas elecciones.
El miércoles, en un reportaje con Fontevecchia para Radio Perfil, Milei aseguró que se estaba preparando con cuatro ministros en las sombras (Economía, Relaciones Exteriores, Acción Social e Infraestructura) y que piensa dolarizar. Y quizá para ganar a ciertos moderados, sorprendió: “Cuando sea presidente, mantendré los planes sociales”.
Experimento
El debate sobre la polarización llegó a la publicidad. Este jueves, en una nota en Reporte Publicidad, Pablo Corso explicó que “a las marcas y a las agencias les resulta cada vez más difícil moverse en este campo minado”.
Bajo el título “¿Hay escape a la polarización?”, se cuenta la investigación de Sandra Södergren, creativa de M&C Saatchi London, cuyo universo de estudio fue un grupo tan extremo como los negacionistas de la ciencia.
Las características que presentaron los participantes del experimento de Södergren (antivacunas, terraplanistas, etc.) no difieren de las que aparecen en los grupos locales más agrietados: “1) eligen los hechos o relatos que les convienen, 2) comparten la convicción paranoide de que hay alguien empeñado en mentirles por motivos inconfesables, 3) construyen una cadena de razonamientos ilógicos que los lleva a conclusiones prefabricadas, 4) confían en falsos expertos”.http://www.perfil.com/noticias/columnistas/las-revelaciones-de-un-experimento-entre-agrietados-por-gustavo-gonzalez.phtml
Södergren concluye que si estas personas recibieran mensajes de otros individuos en quienes ellos confiaran, “quizás estarían abiertas a otras perspectivas”. La nota revela la problemática de las marcas para ingresar con sus mensajes a grupos tan cerrados e, indirectamente, se pregunta si desde la publicidad se puede aportar algo para mejorar el diálogo en la sociedad.
Fake
El tema de las fake news y de los odiadores de las redes se metió esta semana en la grieta. El martes se realizó un encuentro del Consejo Económico y Social. Su titular, Gustavo Beliz, habló durante 15 minutos y enumeró los distintos proyectos surgidos del CES, como la Agencia de Evaluación de Políticas Públicas, la carrera profesional de los funcionarios y el juicio por jurado para, entre otros, “juzgar los delitos de corrupción pública que son la peste de nuestra democracia”.
Dentro de esos 15 minutos, Beliz usó 21 segundos para anunciar que se trabaja en un estudio sobre las redes sociales y en una propuesta para su buen uso, con la participación de cuarenta universidades, el asesoramiento del Cippec y la conducción de Marita Carballo, miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
En ninguno de esos 21 segundos, Beliz usó la palabra “regulación” ni dijo que el Estado se encargaría de seleccionar o prohibir contenidos. Sí habló de lo que los periodistas, medios, expertos en comunicación y documentales como el de Netflix (El dilema de las redes sociales) venimos hablando desde hace años: la toxicidad que se derrama en esas redes.
Gustavo Beliz explica cómo es el proyecto de redes sociales
En PERFIL sufrimos en carne propia lo que pasa cuando los gobiernos pretenden limitar la libertad de expresión, y estamos convencidos de que hay que estar atentos para que eso no suceda. Pero banalizar el problema es tan malo como guardar silencio cuando los aprietes ocurren.
Los halcones de la oposición y del oficialismo criticaron de inmediato a Beliz, dando por hecho que había anunciado una regulación estatal que no había anunciado. Como en el experimento de Södergren, estas personas confirmaron que lo importante, más que verificar si se trataba o no de una fake news, era corroborar los propios prejuicios.
El estudio multidisciplinario que presentó el funcionario se enmarca en la adhesión argentina al Pacto por la Información y la Democracia, junto a más de veinte países. Es una iniciativa impulsada desde 2018 por Francia y Alemania y auspiciada por Reporteros sin Fronteras y otras organizaciones independientes.
Mauricio Macri rechazó el proyecto sobre redes sociales: "Es censura o vigilancia"
Beliz es irritante para los sectores del oficialismo y de la oposición que temen que, si gana la moderación, ellos pierdan; los que creen que no se puede dialogar con el “enemigo”, sino vencerlo. Él es un ex periodista que, en pleno kirchnerismo, debió dejar el país tras denunciar el aparato de Inteligencia estatal montado para apretar disidentes. Fue funcionario de distintos gobiernos, pero nunca fue involucrado en casos de corrupción ni de presiones a la prensa.
Todo su discurso de ese día estuvo cruzado por el llamado al consenso. Y cerró con lo que, entre los agrietados, se puede considerar una provocación: “Si la consigna es ojo por ojo, la Argentina quedará ciega”.
Construcción
El domingo 27 se inauguró en Sunchales el Espacio de Diálogo Interreligioso, en línea con la búsqueda de puentes entre los extremos.
Es una iniciativa del Grupo Sancor Seguros de la que participaron líderes de todas las religiones, gobernadores, intendentes, funcionarios, opositores, sindicalistas y empresarios que son parte del país moderado.
Uno de los que hablaron fue el rabino Daniel Goldman: “Dialogar exige esfuerzo, no es fácil. Dialogar implica encontrar al otro y para encontrar al otro hay que hacer un esfuerzo. Con esfuerzo, tenemos la obligación de encontrar que, simplemente, somos buscadores de certezas. Y cuando nuestra certeza encuentra hábito en la certeza del otro, entonces ahí empieza el diálogo. Esta es la construcción”.
Es una construcción que trae riesgos. Pero más riesgoso es seguir construyendo en el fondo de la grieta.