Caras largas entre los empresarios que asistieron a la reunión que el Council of the Americas organizó el miércoles pasado en el Hotel Alvear. Abundaron allí los discursos casi protocolares –lo único no protocolar fueron las marcadas exigencias en materia económica que se le expusieron al Gobierno–, los chistes fáciles y hasta algunas provocaciones. El así llamado “círculo rojo”, compuesto por empresarios y dirigentes políticos influyentes, y Mauricio Macri caminan por veredas opuestas, aunque ambos necesitan lo mismo: que el país vuelva a crecer. Sucede que, a pesar de que todos quieren creer, lo que aún reina es la desconfianza.
Un dirigente industrial percibió –al menos en la intención– “un gobierno más abierto para incluir en la mesa de diálogo más actores abocados a la tarea de cómo reactivar la producción. Acusaron recibo del estrago que causó la apertura de importaciones y admitieron otros temas que vinimos avisando desde el comienzo. “Pero aún necesitamos ver para creer”, sentenció.
Distinta fue la visión política de un personaje importante dentro de la vida legislativa: “Fue un encuentro devaluado; las exposiciones no despertaron interés, no hubo una sola definición de fondo”. “El Gobierno tiene un problema en la búsqueda de consensos –prosiguió–debería convocar a un gran acuerdo político, económico y social. Hasta ahora los resultados están plagados de medias acciones. Eso se ve en el Congreso. El mejoramiento de la Justicia, la seguridad, la ley de acceso a la información pública, la ley del arrepentido y tantas otras quedaron varadas en alguna de las dos cámaras. Hay más debate y libertad de pensamiento pero faltan acuerdos”.
En el panel de exposición de gobernadores, un hombre del interior se quejó: “Los mandatarios provinciales, tanto oficialistas como opositores, están faltos de sentido común. Ninguno marcó propuestas o resultados concretos, fueron todos discursos de autoayuda”, dijo.
Una mujer de fuerte liderazgo político apuntó alto y claro: “Hay más diálogo pero no más apertura. El PRO aparece como impoluto, te enamora, te promete, pero a la hora de tomar decisiones te dan vuelta la cara. Son un círculo muy cerrado. Por otra parte, como son una fuerza relativamente nueva, todos estábamos dispuestos a tolerar errores de índole política, pero están cometiendo errores técnicos y de gestión, de diagnóstico y de soluciones, que es en lo que supuestamente deberían destacarse por su procedencia como ejecutivos empresariales. Además, un hombre del ámbito privado paga por sus errores inmediatamente. Ninguna empresa tolera ciertas cosas. Acá esto no pasa, venimos con el ensayo a prueba y error desde el comienzo y nadie dice nada”.
“Existen círculos de decisión muy chicos, donde no entra la política. Cuando cometen los errores técnicos, salen corriendo a llamar a Emilio (Monzó) para que los salve con alguna solución política, y lo peor es que lo tienen para apagar incendios, está cada vez más acotado”.
Este es el escenario de escepticismo que en los ámbitos económicos que le son afines genera el Gobierno. Habrá que ver si se logra revertir a lo largo de la reunión de los CEOs de empresas internacionales, que se darán cita en Buenos Aires en la segunda semana de septiembre. En el mundo empresarial vernáculo se coincide con el rumbo tomado pero se critica la metodología de la gestión. El ejemplo que mejor grafica esta circunstancia es el grueso error cometido con el aumento de tarifas, que seguirá generándole al oficialismo un problema político que se verá reflejado en la concurridísimas audiencias públicas que tendrán lugar en unas pocas semanas. Una anécdota refleja lo mal manejado del asunto por parte del ala técnica del gabinete. A mediados de enero pasado, Alberto Fernández le envió una nota a Alfonso Prat-Gay –con quien tiene una relación fluida– para advertirle sobre la necesidad de llevar adelante las audiencias públicas para evitar posteriores reclamos judiciales, tal como había sucedido en el tiempo de Cristina Fernández de Kirchner. El ministro de Hacienda y Finanzas hizo circular ese mensaje –que no fue tenido en cuenta– en el Poder Ejecutivo. Por eso, el día que se conoció el fallo de la Corte Suprema, Prat-Gay le envió un breve mensaje al ex jefe de gabinete de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, cuyo texto decía: “Hoy me acordé de vos”.
¿Y por K cómo andamos? Mientras tanto, en las procelosas aguas por las que navega el kirchnerismo, una filtración involuntaria de información proporcionada por el fiscal Guillermo
Marijuan en una conversación privada con el equipo de producción de Luis Majul dio pie para que emprendieran una acción que tiene como objetivo apartar al fiscal de la causa. Atento a esta circunstancia, se impone la siguiente explicación: Marijuan es el titular de la Fiscalía Federal Nº 9. Si lo apartasen, la causa podría recaer en la Fiscalía Nº 8 o en la Nº 10, ambas a cargo de fiscales enrolados en Justicia Legítima, Juan Pedro Zoni en la primera y Paloma Ochoa en la última. Las denuncias, en ese caso, caerían en saco roto.
Pero jurídicamente y procesalmente esto no debería ocurrir más allá de los intentos desesperados de la ex presidenta. Un experimentado fiscal que conoce el paño aseguró: “Es obvio
que van a intentar recusarlo. Pero no hay ningún motivo válido para hacerlo”. El audio de Marijuan con el mensaje a Majul fue después de que ya había tomado estado público su dictamen. No estaba adelantando nada, sólo haciéndole conocer al periodismo una consecuencia de lo que había firmado en un expediente respecto de medidas solicitadas que no estaban dentro de ningún secreto sumarial”. Hay una realidad que explica no sólo estas acciones,
sino también la creciente virulencia del kirchnerismo: para Cristina Fernández de Kirchner, lo que está en juego, de ahora en más, es su libertad.
Producción periodística: Santiago Serra