Veo, al azar, por los recortes que se reproducen en Facebook o YouTube, fragmentos de la presencia en la Cámara de Diputados del ministro Caputo. Como mi atención está previamente fragmentada por la lectura parcial de los diarios en internet (selecciono cuidadosamente Clarín y La Nación para que la cuota gratis no se me termine los primeros días de cada mes, leo gratuitamente PERFIL, Página/12, El Cronista Comercial, Infobae), llego al acontecimiento sin recordar a ciencia cierta si es una interpelación o una presentación, y tampoco estoy seguro de que el arribo del ministro al lugar se deba a la cuestión de las offshore o a la de la deuda externa, porque mi atención ha sido consumida, o mis neuronas devoradas, por el relato acerca de los casos de pedofilia en los clubes de fútbol motorizados por la hetaira que en la mesaza de Mirtha denuncia la participación de figuras del periodismo oficialista y el espectáculo, y sobre todo por la acusación de que este asunto correspondería a :
a) Una guerra entre servicios.
b) Una campaña K para embarrar a la Casa Rosada.
c) Una campaña de la Casa Rosada que sacrificaría a peones de su propia tropa comunicacional para ocultar con este escándalo (que olvida a las verdaderas víctimas) la presencia del alfil ministerial en la cámara.
Cuando me acuesto a dormir, lo único que recuerdo es un malicioso comentario en Facebook acerca del deficiente estado de pulcritud de la uña del pulgar de la diputada K que recibió el mensaje manuscrito de Caputo.