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No hay nada en Chile

¿Qué aprendió el mercado editorial español de la crisis que atraviesa –ahora en forma de estancamiento– desde 2009?

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El otro día en la clase de pilates en las amenities de mi edificio, un ministro de Macri contó, en la intimidad del esfuerzo físico compartido, algunas cosas que me resultaron por demás interesantes. Sobre todo una: en uno de los recientes retiros espirituales del gabinete, para afianzar vínculos y estrechar lazos, el Presidente y los ministros del Gobierno cantaron canciones. Rápidamente surgió un hit espontáneo: “Olé, olé, olé./ Olé, olé, olá./ Las offshore son un sentimiento,/ no puedo parar”. Pero al final resultó que era un chiste, el tipo no era ministro de nada y nada era cierto (qué tonto soy: me lo tragué como por un tubo). Levemente avergonzado y cansado del ejercicio, bajé a mi piso y me puse a leer Babelia.

En la edición de la semana pasada, Manuel Rodríguez Rivero, tomando datos de LibriRed, informa sobre algunos aspectos del mercado editorial español: “La oferta sigue siendo brutal, monstruosa: más de 85 mil títulos nuevos y reediciones puestos en circulación (…) y sin embargo (…) en el primer trimestre del año la venta total de libros descendió un 7,24% respecto del mismo período de 2017, y si nos limitamos a la ficción, la caída fue del 12,06%: se ve que la gente consume menos novelas aunque se publiquen más”. ¿Qué aprendió el mercado editorial español de la crisis que atraviesa –ahora en forma de estancamiento– desde 2009? Sería largo de responder –y mucho más por mí, ganado por la lejanía–, pero tarde o temprano volveré sobre el tema, porque además afecta directamente a los mercados latinoamericanos, lugar de depósito de los excedentes de la producción española, y asiento de decenas de sucursales de las grandes corporaciones multinacionales de la industria del entretenimiento y la edición con sede en Barcelona (por ahora).

Y luego leí la nota de tapa del suplemento Cultura de PERFIL del domingo pasado, sobre la crisis del mercado editorial en la Argentina (la segunda nota de tapa sobre el tema en poco tiempo). Esta, como la anterior, es una nota bien documentada (teniendo en cuenta la dificultad que hay en la Argentina para obtener datos confiables) y de una importancia capital: lo que nos estamos preguntando es simplemente sobre el futuro, sobre la existencia de un futuro para la edición en la Argentina.  

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Pero basta de pálidas. ¡Llegó la Feria del Libro! ¡Alegría, alegría! Me pregunto qué novedades tendrá este año. Ojalá haya una, en el stand de Chile: Diarios de viaje, de Juan Emar (Alquimia, Santiago de Chile, 2017). Hermoso libro –con una calidad de edición muy superior a la media de un libro español o argentino– que bien puede leerse como un complemento a su obra narrativa, o también como una solapada novela de aprendizaje: escritos en su juventud, Emar anota descubrimientos, observaciones sobre el mundo moderno (Diarios… compila los viajes entre 1909 y 1923), comentarios varios, dudas que le surgen y apostillas sobre lo chileno: “No hay nada en Chile. ¡Oh, ceguez! (…) los griegos vieron la Grecia y fueron griegos. Pretender esto para nosotros es demasiado. Que veamos lo que vemos todos los días es pedirnos demasiado. Vemos de todo un poco, vemos en Chile a la Francia moderna, a la España de Felipe IV, a la Inglaterra de Isabel, a la Roma antigua, en buenas cuentas no vemos nada, ni un solo ser que sea capaz de levantar lo que yace a sus pies y mostrarlo a la luz del día”.