El diseño de política fiscal del Presupuesto 2017 no es el mejor para estimular un crecimiento económico “en serio” y de largo plazo basado en un sector privado pujante que invierta fuerte para mejorar su productividad, generar puestos de trabajo y así hacer crecer al país. El sector privado invertirá fuerte sí y sólo sí tiene certeza que ganará dinero, lo cual es complicado en Argentina.
Hoy en día, el sector privado no gana dinero y consecuentemente no invierte, porque nuestra relación gasto público/PBI, presión tributaria; costo de capital (doble o triple) y relación costo salarial después de impuestos/productividad del trabajo son los peores de la región, matando la competitividad y la rentabilidad de las firmas.
El problema es que el Presupuesto 2017 no apunta a bajar ninguno de estos cuatro problemas que atentan contra la inversión privada, el empleo y el crecimiento económico “en serio”. El gasto total del sector público (22,5%) aumenta más que la suma de la inflación minorista (12%/17%) y el crecimiento de la economía (3,5%). La presión tributaria nacional sube de 25,3% (2016) a 26,0% (2017). Del otro lado, los pagos y el stock de deuda crecerían respectivamente 32% y 24% con lo cual el costo de capital difícilmente disminuya en 2017, más aún teniendo en cuenta que se espera que la tasa libre de riesgo (basada en la tasa de referencia de EE.UU.) suba cien puntos básicos en 2017, pasando de 0,5% (2016) a 1,5% (2017). Además, el Presupuesto 2017 tampoco planea reducir los impuestos al trabajo, con lo cual la relación costo salarial después de impuestos / productividad del trabajo difícilmente mejore.
El Presupuesto 2017 no baja impuestos al sector privado por ningún lado, por lo cual la probabilidad de ganar dinero e invertir seguirá siendo baja. La recaudación de Ganancias (28%) crece más que la economía y muestra que la baja de las escalas y alícuotas no aplicará para todo el rango de salarios. Probablemente, el Gobierno le baje el impuesto al 6%Hde abajo, lo mantenga igual al 2% siguiente; pero intente subir la alícuota (de 35% a 40%/45%) para los salarios superiores, penalizando el ahorro en favor del consumo, con lo cual se castiga (encarece) el crédito, la inversión y el crecimiento de largo plazo. Los asalariados de altos sueldos ahorran en el sistema bancario doméstico. Si se les sube el impuesto, el crédito disminuye (encarece) y las pymes, que son dependientes del sistema bancario, son damnificadas. Para peor, tampoco se bajan los impuestos al trabajo, ya que tanto los Aportes Patronales (24%) como las Contribuciones Personales (24%) crecen más que la suma de la inflación y nivel de actividad.
Se incumple la promesa electoral de bajar las retenciones a la soja. Tampoco se baja la presión tributaria en ningún impuesto relacionado con el consumo doméstico. Sólo cae Bienes Personales (41%) y Ganancia Mínima Presunta (18%); dos impuestos que hace años no deberían existir.
El Presupuesto 2017 también aumenta el gasto público de Nación (22,1% interanual) más que la suma de inflación (17%/12%) y crecimiento (3,5%). El gasto en capital crecerá 32,1% apuntalado por la obra pública (38,7%) y las transferencias de capital para obra pública (37%). Con la reparación histórica, las jubilaciones (35,2%) están segundas en el ranking de aumento del gasto. El gasto corriente (21%) crece en línea con la economía sólo porque tiene adentro la reducción de los subsidios económicos (-25%). Es decir, el único ajuste que hay es realizado por el sector privado pagando más tarifas; no por el sector público.
En este escenario, el Presupuesto 2017 no baja el déficit fiscal, que después del pago de intereses se reduce
sólo de 7,2% (2016) a 6,8% (2017). No obstante, proyectamos menos ingresos (por menos crecimiento, inflación y devaluación) y más gastos (por diferimientos de pagos 2016 y más subsidios); y el déficit fiscal 2017 (7,5%) terminaría siendo más elevado que el déficit del Presupuesto 2017 (6,8%). A este número hay que sumarle 1,3% del déficit de provincias, que también se financiarán en el mercado. En definitiva, el déficit fiscal relevante (Nación + Provincias) sube al comparar 2016 (8,5%) con 2017 (8,8%).
Al déficit fiscal relevante (Nación + Provincias) hay que sumarle 6 p.p. (Nación) y 0,5 p.p. (Provincias) de amortizaciones de deuda. Ergo, en 2017 habría necesidades de financiamiento totales por 15,3 puntos porcentuales del PBI, lo cual provocaría un crowding out (reduciendo y encareciendo el crédito) para el sector privado, afectando negativamente su inversión, productividad, generación de puestos de trabajo genuinos y el crecimiento de largo plazo.
En síntesis, el Presupuesto 2017 recrudece la política fiscal que nos condujo a la estanflación, porque sube la presión tributaria, el gasto público y el déficit fiscal. Lo único que se modifica es la fuente de financiamiento. Se cambia el combo K (reservas, mucha emisión y menos deuda) por un nuevo combo (menos emisión y mucha deuda).
El próximo año, financiando el déficit fiscal con deuda, el dólar terminará probablemente más bajo que los $ 18 promedio del Presupuesto y la inflación le ganará a la divisa norteamericana. Paralelamente, los salarios también legganaráng a la divisa norteamericana aumentando su poder adquisitivo en dólares. Habrá mayor consumo, demanda agregada y nivel de actividad; un cóctel positivo para las elecciones. O sea, el Presupuesto 2017 está priorizando el rebote del nivel de actividad, que según nuestras estimaciones rondaría 2,5%/3,0% en 2017. Sin embargo, sin bajar gasto público, presión tributaria y costo de capital, es poco probable que haya un fuerte shock de inversión que potencie la oferta agregada y el crecimiento económico en 2018 y 2019.
En este marco, el nivel de actividad seguiría atado al ciclo político, con años impares electorales (2013, 2015 y 2017) en los cuales hay un rebote del nivel de actividad con variaciones moderadamente positivas pero insustentables del PBI, y años pares poselecciones (2012; 2014; 2016 y ¿2018?) en los cuales el sistema económico paga las cuentas de la política fiscal expansiva que se aplica sistemáticamente en los años electorales. Si no Cambiamos “en serio”, no creceremos sostenidamente “en serio”. Cambiemos es cambiar los problemas de fondo; o sea la política fiscal.
* Director E&R.