COLUMNISTAS
contrario a LA escuela austríaca

Un mal plan económico

Al menos durante los primeros meses de gestión, el plan económico del nuevo gobierno busca poner en marcha un blanqueo encubierto no legislado que pretende hacer que el sector privado desahorre y “escupa” dólares (hasta ahora, Toto Caputo no consiguió dólares), lo cual contradice la más profunda esencia de la escuela austríaca. No puede sorprender, el equipo económico del gobierno de Javier Milei es del PRO y su ministra de Seguridad es Patricia Bullrich. Si todo sale bien (una rareza en política económica), la fuerte inflación estaría concentrada en los primeros siete meses que van desde diciembre 2023 hasta junio 2024. Luego, se apuesta a que descienda en el segundo semestre.

20230107_naboleon_mandaparte_temes_g
Naboleón Mandaparte. | Pablo Temes

Escuela austríaca: más ahorro y tasa de interés sin intervenciones para crecer. La escuela austríaca tiene tres grandes diferencias en relación con las otras escuelas del pensamiento económico. Primero, tiene teoría de la tasa de interés natural (Knut Wicksell;1851-1926). Segundo, tiene teoría del capital (Eugen von Böhm- Bawerk; 1851-1914). Tercero, y como consecuencia de la teoría del capital, la escuela austríaca le da mucha importancia al rol del tiempo y su impacto macro y microeconómico. El tiempo es la variable clave.

En la punta del “comienzo” temporal están los recursos naturales, mientras que en el otro extremo del “final” se encuentran los bienes de consumo. Entre estos dos extremos temporales se encuentra la estructura de capital (productiva), que hace que el factor tiempo entre de manera relevante en la teoría económica: hace falta que transcurra tiempo para que los recursos naturales se vayan articulando con los bienes de capital, interactúen con el trabajo y así, los recursos naturales se transformen en insumos, bienes intermedios y, finalmente, en bienes de consumo. Luego, hace falta que transcurra todavía más tiempo para que se distribuyan, comercialicen y, por último, que dichos bienes finales sean consumidos. En pocas palabras, los procesos productivos son de naturaleza temporal, porque necesitan el transcurso del tiempo para añadir y crear valor económico (el valor del producto final es superior al de los factores originales utilizados para su producción).

El plan económico del nuevo gobierno les hace la “doble Nelson” a las familias de clase media acomodada que lo votaron

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El capital se remunera por el tipo de interés que no es otra cosa que la tasa de preferencia temporal. El tiempo nuevamente presente. Los individuos prefieren un bien inmediatamente disponible al mismo bien disponible en el futuro; o sea, los bienes son más apreciados cuanto más cercana en el tiempo sea su disponibilidad. Los agentes económicos pagan (invierten) una tasa de interés para adelantar consumo futuro hacia el presente y cobran (ahorran) una tasa de interés para postergar consumo presente hacia el futuro. En este contexto, se observa claramente cómo la tasa de interés natural es la que coordina las decisiones intertemporales entre ahorro e inversión. En este sentido, la tasa natural de interés es siempre positiva, porque el presente vale inexorablemente más que el futuro: todo bien presente solo se cambia por una mayor cantidad de dicho bien en el futuro. De esta manera, si el tipo de interés bancario en el mercado de fondos prestables difiere de la tasa de interés natural, más aún si es negativo, aparece un desequilibrio entre ahorro e inversión que distorsionará la estructura del capital y, por ende, impactará negativamente en el crecimiento futuro.  

Dentro de este andamiaje de la escuela austríaca, el ahorro es el pilar sobre el cual se edifica la acumulación del capital y se construye el crecimiento económico futuro. Si crece el ahorro contemporáneo, cae el consumo presente para que aumente el consumo futuro. Se ahorra (más) en el presente para consumir (más) en el futuro. Este crecimiento presente del ahorro que se da en los consumidores (demanda); si se canaliza al mercado de fondos prestables, genera una baja genuina de la tasa de interés natural cuyo rol es informar a los empresarios que los agentes económicos consumirán más a futuro. Desde la oferta de la economía, los empresarios leerán esta baja de la tasa de interés como un abaratamiento de la inversión y un aumento genuino de los valores actuales netos de sus proyectos de inversión. Así, con crédito más barato y mayor rentabilidad, la inversión crece generando dos efectos positivos. En el presente, contrarresta la caída del consumo evitando que disminuya el nivel de actividad. En la película, acumula capital incrementando la capacidad de producción, lo cual permite producir más y abastecer el mayor consumo futuro. Es decir, el ahorro, la inversión, la acumulación de capital y la producción de los empresarios están alineadas con las preferencias intertemporales de los consumidores.

Diego Giacomini: "El 67% del ajuste lo está pagando la gente, no la casta"

No hay distorsiones en la estructura de capital y, consecuentemente, habrá crecimiento económico genuino y sustentable. La mayor inversión y producción futura se pagan con el incremento del ahorro presente. El ahorro es el motor del crecimiento, mientras que la tasa de interés sin intervenciones es el vehículo que brinda la información correcta y necesaria para que consumidores y productores actúen en forma coordinada intertemporalmente.   

El plan económico de Javier Milei y del PRO: un plan antiaustríaco perverso. Al menos durante los primeros meses de gestión, el plan económico del nuevo gobierno busca poner en marcha un blanqueo encubierto no legislado que pretende hacer que el sector privado des ahorre y “escupa” dólares (hasta ahora, Toto Caputo no consiguió dólares), lo cual contradice la más profunda esencia de la escuela austríaca. No puede sorprender, el equipo económico del gobierno de Javier Milei es del PRO y su ministra de Seguridad es Patricia Bullrich. De hecho, cuando la actual ministra era precandidata presidencial había dicho en una entrevista con A24 el pasado 7/6/2022: “Nosotros estamos convencidos de que la Argentina va a tener que salir con los ahorros de los argentinos porque no va a venir capital por un tiempo; luego, con la confianza, vendrá”. Efectivamente, esta idea esbozada por Patricia Bullrich está en el corazón del actual plan económico.

El blanqueo encubierto es menor consumo y producción presente, así como menor consumo y producción

El gobierno de Javier Milei genera una inflación muy fuerte. Si todo sale bien (una rareza en política económica), la fuerte inflación estaría concentrada en los primeros siete meses que van desde diciembre de 2023 hasta junio 2024. Luego, se apuesta a que la inflación descienda en el segundo semestre de 2024. A título solo indicativo, nadie podría sorprenderse con una inflación acumulada del 170% (240%) entre diciembre 23 y abril 24 (junio 24). Paralelamente, el propio Javier Milei explica que esta aceleración inflacionaria estaría acompañada por una fuerte recesión que impactaría negativamente sobre los flujos que generan las empresas y familias. Por un lado, las empresas deberán enfrentar mayores costos de producción debido a la suba de la presión tributaria, el aumento de las tarifas y la suba del dólar, pero experimentarán caídas de ventas y facturación en términos reales. El flujo generado por las empresas no alcanzaría para pagar todos los gastos de funcionamiento: impuestos, salarios, insumos, bienes intermedios, energía, seguros, etcétera. El plan del Gobierno apunta a que las empresas privadas desahorren dólares para mantener su estructura en funcionamiento. Por el otro lado, la suba de la presión tributaria, el aumento de las tarifas y la devaluación encarecen el consumo final e impactan negativamente en términos reales sobre el ingreso de las familias, con lo cual el nuevo gobierno hace disminuir el flujo de ahorro de las familias. Sin embargo, el problema no termina aquí. El plan económico del nuevo gobierno le hace la “doble Nelson” a las familias de clase media acomodada que lo votó, ya que también apunta a que haya des ahorro dólares del stock de dólares guardados para mantener el nivel de vida y pagar expensas, luz, gas, cuotas de colegios, clubes, medicina prepaga, seguros de automotores, vacaciones, clubes, impuestos, alimentos y remedios. En pocas palabras, el plan económico del nuevo gobierno apunta a disminuir tanto el flujo como el stock de ahorro de las familias.

Los problemas tampoco terminan acá. El nuevo gobierno pretende mantener el tipo de cambio paralelo artificialmente contenido con la ingeniería financiera de Toto Caputo y del BCRA de su socio Bausilli para que haya inflación en dólares y los dólares guardados rindan cada vez menos, con un cepo que se mantiene y un dólar oficial puesto a dedo tanto en la foto a $ 820 como en la película con un crawling-peg del 2% mensual. Este crawling peg es la pretendida ancla antiinflacionaria, pero es dinámicamente inconsistente y más tarde que temprano es muy probable que fracase y deba ser abandonado. Como si todo esto fuera poco, el BCRA manipula la tasa de interés bancaria ofreciendo rendimientos negativos en pesos para que dichas colocaciones financieras tampoco contribuyan positivamente al pago de los gastos corrientes, lo cual distorsiona la tasa de interés atentando contra el ahorro, la inversión y el crecimiento.  De esta manera, se pretende obligar a las firmas y a las personas a desahorrar cantidades crecientes de dólares pretendiendo que el desahorro del sector privado financie el intento de achicar el desahorro del Estado. Se hace desahorrar al productivo para ver si el parásito puede bajar su exceso de gasto. Más antiaustríaco no se consigue.

Diego Giacomini: “La revolución de la libertad que quiere vender Milei finalmente no va a existir”

Ahora bien, el gran problema es que el desahorro privado se dirige a mantener una estructura de consumo presente en declive (familias) y de producción corriente en caída (firmas). Y el problema es que a ningún privado le gusta desahorrar para mantener su consumo presente, porque quemar ahorros implica necesariamente menor consumo y más baja prosperidad futura. El privado intentará quemar los menos dólares posibles. Las familias se achicarán. Algunas empresas pymes pueden decidir presentarse a quiebra y llamar a concurso. No es fácil, pero tampoco imposible. En definitiva, las familias consumirán menos en el presente, pero como hay menos ahorro, también consumirán menos en el futuro. Del lado de las empresas, como su desahorro no se dirige a la inversión, su capacidad de producción se resentirá a futuro. En síntesis, el blanqueo encubierto es menor consumo y producción presente, así como menor consumo y producción a futuro; es decir, una economía más pequeña en términos intertemporales. Más antiaustríaco no se consigue.

El nuevo gobierno apuesta a que la desregulación del DNU más que compense todo lo anterior y haga que aparezca ahorro privado financiando la inversión, acumulación de capital y más producción futura. Es más, también ofrece un blanqueo formal para intentar reforzar esta esperanza. Sin embargo, hay razones para sospechar que pecan de optimismo. Primero, la desregulación del DNU tiene muchos enemigos en la casta y seguramente se terminará desregulando mucho menos que lo planeado. Segundo, hay un problema de timming, ya que los efectos positivos de la desregulación se materializarían solo en el largo plazo y condicionado al desenvolvimiento de los acontecimientos macroeconómicos y políticos. Tercero, desregular para incentivar la competencia y con ello la inversión, la producción y el comercio se debe hacer disminuyendo la presión tributaria, no con suba de impuestos que quita competitividad. Solo las firmas muy productivas de algunos pocos sectores, como el agroindustrial y/o el informático, estarán en condiciones de competir. En todo esto hay algo muy bueno. El nuevo gobierno lleva menos de un mes. Puede cambiar el plan económico. La economía es atea. No cree en milagros ni en las fuerzas del cielo.

 

* Dueño y director de E2 (Economía Ética) y profesor de la FCE de la UBA.