COLUMNISTAS
sin acuerdos

Un nuevo relato populista

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La casta. “Representada en Daniel Scioli y Patricia Bullrich”. | telam

Hace mucho tiempo que, en nuestro país, escuchamos a la dirigencia política de máxima influencia contraponer ideas bajo la lógica amigo/enemigo con el objetivo de construir un relato de impacto: vivimos en una campaña electoral permanente.

El discurso de Javier Milei, desde que comenzó su campaña hasta la actualidad fue mutando: al principio, buscaba mostrarse como algo nuevo y despegándose de los últimos gobiernos, luego de las PASO se centró en combatir con vehemencia a Bullrich, en el balotaje se inclinó por la moderación, para restarle votos a Massa y finalmente convocó a Caputo (exfuncionario de un gobierno a quien en su momento veía como un fracaso) para su plan de ajuste. La constante que sí sostiene se basa en dos valores: el antipueblo es la casta política y el valor de lo público es prácticamente inexistente, discurso que resultaba atractivo y convocante en período electoral pero hoy resulta incoherente porque, sencillamente, es el Presidente.

Desde ese rol, su propósito no debería continuar siendo pronunciar eslóganes de impacto “a la tribuna” o interactuar más de tres horas por día en “X”, sino gobernar para su pueblo. Un pueblo pobre en un 60%, con mecha corta, porque viene cansado de tantos años de falsas promesas, de mentiras y de corrupción asociadas al kirchnerismo, pero que la oposición –hasta ahora, encarnada por Juntos por el Cambio–, no pudo capitalizar por diferentes motivos. Entre ellos, la heterogeneidad política de su composición y la incapacidad de meterse a fondo con algunas irregularidades en el funcionamiento de organismos estatales.

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En la dicotomía entre la necesidad de un relato y la responsabilidad de evidencia empírica que lo respalde, en estos tres meses no vimos ninguna voluntad para que ese cambio de raíz se lleve a cabo y condiga con su discurso: la casta –representada en figuras como Daniel Scioli, Patricia Bullrich y el clan Menem– son parte del Gobierno, el modo de gobernar no entiende que se requiere de instituciones y el plan de acción no tiene una trazabilidad clara: el DNU, la ley ómnibus y el Pacto de Mayo transmiten las mismas ideas, pero sin una visión realista de implementación. Mientras tanto, todo lo que era importante se volvió urgente; los trabajadores argentinos siguen haciendo malabares para llevar el pan a sus casas, ymuchas familias de clase media tuvieron que cambiar de colegio a sus chicos por la imposibilidad de pagarlo.

En las últimas horas, a todo este panorama y a la falta de voluntad de acuerdos indispensables, se le suma la nueva interna de La Libertad Avanza entre Victoria Villarruel y Javier Milei por ceder ante los pedidos de la oposición e incluir el DNU en la sesión del Senado y despegarse de los tiempos de la agenda impuesta.

La debilidad institucional es enorme y la falta de un acuerdo nacional, evidencia que las promesas de campaña van a seguir siendo promesas. Es fundamental que la elaboración y la ejecución de políticas de Estado se trabajen en conjunto con todos los sectores políticos, sociales y sindicales, más aún, en un contexto de tanta polaridad y crisis económica. Esta urgencia viene de la mano de la necesidad de renovar la dirigencia política. Es decir, dejar de reconvertir las mismas figuras cargadas de malas mañas en funcionarios y actores de diferentes gobiernos, dando lugar a las nuevas generaciones para construir un proyecto que no antagonice con sus adversarios, que deje de respaldarse en fuerzas místicas (del cielo o de Néstor). Un nuevo populismo, jamás debió ser la alternativa a otro modelo populista que ya fracasó.

*Politóloga.