La gran obra de su vida –la más criticada y censurada– está contenida en un rollo de papel de 12,10 metros de largo compuesto por hojas de 11,5 centímetros de ancho, que fueron pegadas con orina y escritas con letra diminuta en las dos faces. El asombroso manuscrito de Los 120 días de Sodoma, que a primera vista tiene el aspecto de un pergamino en miniatura, está considerado –según quien lo defina– como el evangelio del mal o como la obra cumbre del marqués de Sade.
Ese texto, escrito en la celda que ocupaba en la prisión de la Bastilla, vive desde hace más de dos siglos rodeado de una leyenda que contribuyó en gran parte a agigantar la escandalosa reputación del libro.
Solo y sin poder satisfacer los fantasmas que lo obsesionaron durante toda su vida, el marqués decidió escribir ese texto en 1785. En ese momento, hacía ocho años que estaba encarcelado por los suplicios infligidos a varias adolescentes.
Donatien Alphonse François de Sade demoró 36 días, del 22 de octubre al 28 de noviembre, a un ritmo de tres horas diarias, en escribir esa historia que constituye una de las obras más audaces y aterradoras de la literatura universal.
El relato narra la historia de cuatro hombres poderosos de 45 a 60 años que, en la época del rey Luis XIV, se encierran en un castillo de la Selva Negra para realizar una orgía con 42 mujeres y jovencitos a los que durante 120 días someten a violaciones, pedofilia, coprofagia, incesto, torturas, zoofilia, mutilaciones y asesinatos. En la narración, como en la vida real, el autor no tiene piedad con los seres humanos, con Dios y ni siquiera con los animales. Pier Paolo Pasolini se inspiró en ese catálogo de 600 perversiones sexuales y suplicios físicos de insostenible violencia para filmar Saló en 1975.
La leyenda de “la obra más impura jamás escrita desde que el mundo existe” –como la definió el propio Sade– comenzó cuando el marqués decidió conservar su manuscrito en un rollo diminuto que escondía entre los bloques de piedra de su celda. La mitología en torno a ese texto comenzó diez días antes de la Revolución Francesa: en la noche del 3 al 4 de julio de 1789, para evitar que continuara arengando a la gente desde su celda para que prendiera fuego la Bastilla, las autoridades de la cárcel decidieron trasladarlo al asilo de Charenton. La versión oficial afirma que el manuscrito quedó oculto en la celda y recién fue hallado durante la demolición de la cárcel. El marqués contribuyó a alimentar esa historia diciendo que la pérdida del texto le había arrancado “lágrimas de sangre”. Otra explicación, más verosímil, afirma que el propio Sade trasladó el rollo oculto en el orificio anal. Recuperado por el marqués de Villeneuve-Trans, cuya familia lo conservó durante tres generaciones, el documento pasó luego por las manos del médico berlinés Iwan Bloch, y de Charles y Marie-Laure de Noailles –aristócrata descendiente de Sade–, quienes, para evitar la censura, publicaron una edición limitada a bibliófilos. El editor Jean Grouet, que tenía el manuscrito en su poder pero no era el propietario, lo vendió en 1982 por unos 70 mil dólares a Gérard Nordmann, coleccionista suizo de obras eróticas. Tras un conflicto judicial que duró cerca de veinte años, el manuscrito fue expuesto por primera vez en 2004 en la fundación Bodmer, cerca de Ginebra. Pero los franceses advirtieron que si llegaba a atravesar los Alpes sería incautado y restituido a Carlo Perrone, descendiente de sus propietarios legítimos. Esa odisea concluyó cuando el millonario francés Gérard Lhéritier, después de tres años de negociaciones, pudo comprarlo en 7 millones de euros (9,6 millones de dólares). “El dinero fue repartido, en cantidades que desconozco, entre Gérard Nordmann y Perrone”, se limitó a explicar el nuevo propietario de esa joya de la literatura erótica.
Ese documento invalorable será expuesto en su Museo de Cartas y Manuscritos, un organismo privado que reúne los tesoros que por diversas razones escaparon al patrimonio de la Biblioteca Nacional.
Para que pueda ser exhibido al público en septiembre, como parte de las conmemoraciones del bicentenario de la muerte de Sade, la Lloyds de Londres lo aseguró en 12 millones de dólares. Así se convierte en uno de los tres manuscritos más caros de Francia. Ese aniversario, que se cumplirá el 2 de diciembre, es utilizado por los admiradores de Sade como un pretexto oportuno para revisitar la obra del escritor más discutido de la historia. Aunque transcurrieron dos siglos desde su muerte y la moral evolucionó, aún hay sociedades que no están dispuestas a aceptar ese tipo de transgresiones o aventuras intelectuales.
Hace apenas algunas semanas, el gobierno surcoreano prohibió el libro debido a su “extrema obscenidad” y ordenó la destrucción de todos los ejemplares de la nueva edición recién salida de la imprenta.
A pesar de la crueldad y la audacia de Los 120 días de Sodoma, y de otros textos del “divino marqués”, en Francia fue rehabilitado gracias al empeño y a las arduas batallas judiciales que libró Jean-Jacques Pauvert en los años 60. El reconocimiento definitivo lo obtuvo en 1990, cuando fue publicado en la Biblioteca de la Pléiade, esa colección impresa en papel de arroz y lujosamente encuadernada que marca la consagración histórica de un autor.
En los próximos meses, la exposición de su manuscrito abrirá un nuevo debate que permitirá conocer el veredicto de la sociedad.
*Desde París.