¿Qué tiene para ofrecer un libro de cartas en los tiempos vertiginosos del siglo XXI? Mucho. Más aún si los protagonistas son Victoria Ocampo y Albert Camus. En Correspondencia (Sudamericana/Sur, 2019), libro que reúne el intercambio epistolar entre ambos escritores, se puede ver la cercana relación que habían entrelazado, así como datos importantes para recomponer la biografía de dos personajes centrales para la literatura de fines del milenio pasado.
Ocampo y Camus se conocieron en 1946, en Nueva York, luego de que ella tradujera Calígula para la revista “Sur”, el faro intelectual literario de la época. El autor francés, conocedor de dicha publicación, quedó encantado con el trabajo de su colega argentina y ese fue el puntapié para que nacieran estas cartas ricas en sensibilidad e inteligencia. Después de todo, ¿qué mejor que dos solitarios para escribirse cartas entre sí?
Desdichados a su manera, entusiastas con mesura, el autor francés y su colega argentina parecían captar la misma frecuencia sonora en materia de intelectualidad y sentimentalismo. "En una ciudad que exige todo y no da nada, nadie, a menos que tenga una energía infinita, puede mantenerse en pie. Es por eso también que vivimos en medio de seres serviles", le escribe Camus a Ocampo en una de las cartas traducidas por Elisa Mayorga y Juan Javier Negri.
Del 12 al 14 de agosto, Camus visitó Argentina de manera extra oficial debido a sus diferencias con el peronismo de la época, movimiento al que Ocampo y el Grupo Sur tenían en muy baja consideración. De esos días en la mansión de Ocampo en San Isidro, queda el recuerdo de una paz mutua, retratados en los fragmentos del diario de viaje del escritor francés también recuperados en Correspondencia. Una tranquilidad que Camus añoraría hasta el día de su muerte en 1960.
Antiperonismo y detención. En este libro, además, se narra la detención de Victoria Ocampo durante el gobierno de Juan Domingo Perón el 8 de mayo de 1953, liberada casi un mes más tarde. El tono de repudio por parte de la autora argentina a los modos políticos de la época, los cuales iban ascendiendo en restricciones civiles dentro los círculos culturales e intelectuales, son una constante a lo largo del libro incluso después del golpe de Estado que se autodenominó “Revolución Libertadora”.
Sin ir más lejos, es el propio Camus el que decide hacer su visita fuera de carácter oficial, rechazando dar conferencias, ya que se había prohibido la representación de "El malentendido", obra de su autoría adaptada por la reconocida Margarita Xirgú.
“Libre o no, usted contaba con nuestra fidelidad, nuestra admiración y nuestro afecto”, le escribía Camus, mientras que ella luego le contestaría a él y a otros escritores e intelectuales: “Yo no he hecho nada fuera de ser antiperonista y de censurar en voz alta e inteligible la dictadura monstruosa que nos aplasta”.
La relación tensa e irrecuperable entre el Grupo Sur y el peronismo se ve fielmente reflejada en Correspondencia. En esa dirección Eduardo Paz Leston, miembro del Consejo de Administración de Fundación Sur y autor del prólogo del libro, no duda en afirmar: "Tanto Albert Camus como Victoria Ocampo practicaron la honestidad intelectual sin medir consecuencias. Se negaron a pactar. Prefirieron la soledad".
Entusiasmo. "Hay tanta gente que escribe sus memorias para fabricarse una vida que no vivieron", señala Camus en una de las misivas. Escritas con la prudencia de dos escritores que saben la importancia de las palabras y el valor del tiempo, estas cartas resisten el paso del tiempo por su atenticidad. La lectura ociosa y un tanto curiosa se convierte rápidamente en adictiva, desencadenando a una relectura veloz.
Sin mayores pretensiones, intercambiaron pareceres, información y una visión del mundo que hoy es difícil de recuperar, lo que vuelve a este libro en una pieza casi arqueológica, en donde la reproducción facsimilar de los documentos claves en su historia hacen un gran aporte.
"No deje enfriar este entusiasmo", le aconsejaba Ocampo a Camus. Los lectores seguramente sientan la misma sensación: la necesidad de hacer algo con la sensación que queda flotando en el aire tras la lectura. La palabra correspondencia nunca fue tan acertada para titular un libro: ambos autores parecían estar entrelazados de una manera poco común.