DOMINGO

Un negocio muy PRO

Gabriela Michetti le aseguró a PERFIL que si ganaba las elecciones pondría restricciones a las apuestas en la Ciudad y abrió una grieta en el macrismo. Para entender esta disputa, aquí se reproduce un capítulo de El poder del juego, donde se revelan los vínculos establecidos entre Cristóbal López y el gobierno de Mauricio Macri. Cómo se inició el emporio de las tragamonedas que generan un millonario ingreso para el “zar del juego”.

Acuerdo. Macri asegura que no sabe cuáles son las sociedades que controlan el juego en la Ciudad. Algunas fuentes aseguran que Cristóbal López financió las campañas del PRO.
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Desde que las máquinas aterrizaron en territorio porteño, el gran misterio pasó a ser si realmente existe un control online en tiempo real de lo que producen, similar al que desde 2003 tiene la provincia de Buenos Aires. La respuesta corta es: sí, hay un control.
Pero hay una segunda pregunta, que pocos se hacen: ¿Cristóbal López tributa en base a ese control, como hacen los empresarios de la Provincia? La respuesta corta es: no, no lo hace.

La cuestión sobre la existencia o no de un control en línea puede considerarse saldada. El 14 de noviembre de 2012, el entonces legislador porteño Fernando Sánchez le pidió al Instituto de Juegos de Apuestas de la Ciudad que indicara “si Lotería Nacional ha instalado la terminal que posibilita el acceso online [por parte del Instituto] a la totalidad de la información relativa a las explotaciones de juego comprendidas en el convenio en cuestión”.
La respuesta llegó el 6 de diciembre con la firma del presidente del Instituto, Néstor García Lira: “Dichas terminales se encuentran instaladas en el noveno piso de la sede del Instituto de Juegos de Apuestas [y] posibilitan el control ‘online-real time’ de los mencionados juegos, destacándose que el acceso a la misma es restringido”.

¿Cómo controla esto Lotería Nacional? Cristóbal López habló una sola vez del tema. En una entrevista con Luis Majul, explicó que las máquinas tragamonedas de Palermo marca IGT estaban conectadas a la casa matriz de la firma en Estados Unidos. Agregó que IGT guarda esos archivos por si se los llega a pedir la Justicia. No dio mayores detalles. El 30 de enero de 2014, mientras las sospechas se acumulaban en la prensa, Hapsa y Casino Puerto Madero emitieron una solicitada ratificando que las máquinas están controladas por un sistema online en tiempo real y que dicho control “se realiza desde Lotería Nacional Sociedad del Estado sin ninguna injerencia de los concesionarios”.
Durante la entrevista con uno de los autores, Esteban Corio, de IGT, insistió sobre el tema. “No es que el operador recibe la información, la masajea, la pisa y se la manda al Estado. No: el Estado la recibe directamente”.
Ahora, la segunda cuestión. Si todo este control online sirve apenas para supervisar el proceso. ¿Sobre qué tributan las máquinas porteñas? Sobre las declaraciones juradas. Es decir, lo que el propio Cristóbal López dice que factura. “Te digo más, hasta hace no mucho era un archivo de Excel en un diskette”, arriesga un ex funcionario.

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He aquí el potencial fraude millonario a las arcas estatales. Todos y cada uno de los operadores consultados para este libro, excepto Cristóbal López, que desearían tener la llave de un negocio tan rentable como el de la operación de tres salas de juegos en dos de los barrios más ricos del país, aseguran que cada máquina ubicada en territorio porteño factura 2 mil pesos diarios. Sin embargo, tal como señaló el dirigente de UNEN Martín Lousteau, las declaraciones juradas de Hapsa hablan de cifras mucho menores. “En el Hipódromo, por ejemplo, sostienen que recaudan apenas 1.200 pesos diarios por unidad, es decir, lo mismo que se consigue en Los Polvorines”, explicó Lousteau.

El macrismo no hace nada. Mauricio Macri dice no saber nada sobre las sociedades que manejan el juego en la ciudad que gobierna. Así lo confirmó en una entrevista con PERFIL en septiembre de 2013:

—¿Qué relación hay entre Caputo y Cristóbal López, o Federico de Achával y Cristóbal López?
—No sé si socialmente se ven o no. Pero comercialmente, que yo sepa, ninguna.
—¿Ningún amigo suyo tiene participación en el negocio de Cristóbal López?
—No. Una lástima, porque si no tendría un amigo muy rico. Igual, tengo algunos amigos ricos. (...)

Una de las pocas veces que Macri tuvo que dar marcha atrás para mantener el inmejorable negocio del juego en la Ciudad fue en 2008. Como casi todas las medidas que se toman en el rubro, la maniobra iba a concretarse en diciembre. Era, básicamente, la discusión en la Legislatura para aprobar o no la renovación del acuerdo entre Lotería Nacional (ya en manos de Roberto López) y el Instituto de Juegos de Apuestas que Ibarra y Kirchner habían firmado en 2003. Lo más llamativo es que aceptaba y consentía el decreto de Kirchner. ¿Por qué tomaba el jefe de gobierno esta decisión? Las fuentes consultadas repitieron hasta el hartazgo una versión: la supuesta ayuda económica de Cristóbal López a las campañas del PRO.

El episodio iba camino a convertirse en un escándalo para el partido que buscaba posicionarse como “lo nuevo” de la política argentina. Tal vez para su propia suerte, tres dirigentes del partido lograron frenarlo: Gabriela Michetti, Paula Bertol y Federico Pinedo. (...)
Macri insistía en el supuesto beneficio impositivo de la medida. Las negociaciones estaban trabadas y, 48 horas después, Pinedo volvió a decirle a su jefe político que avalar un decreto tan polémico era poco menos que suicida. El jefe de gobierno porteño finalmente abandonó el proyecto. (...)
Todos los pactos previos vinculados al juego compartían una serie de características, y 2013 no fue la excepción a la regla. Cerca de fin de año, mientras los políticos de la Ciudad preparaban las valijas para sus vacaciones, la Legislatura aprobó un convenio entre Nación y Ciudad para aumentar el canon que pagaban los empresarios del rubro.

Pero el motivo oficial para la medida, darles a los porteños 300 millones de pesos más que hasta ahora no se estaban recaudando, escondía un artículo fundamental que decía, textualmente, que este agregado y el convenio “podrán ser válidamente resueltos por Lotería [Nacional] en forma automática si el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pretendiera reclamar el pago del impuesto sobre los ingresos brutos respecto de los operadores concesionarios de Lotería... o si de cualquier forma pretendiera gravar con cualquier otro impuesto, tasa o contribución la actividad de juegos de azar desarrollada por dichos operadores o concesionarios”.

Básicamente, lo que habían logrado los empresarios, con Cristóbal López a la cabeza, era la condonación de Ingresos Brutos por una cifra cercana a los 2 mil millones de pesos. El escándalo fue tal que la jueza en lo contencioso administrativo y tributario Elena Liberatori, en un expediente impulsado por el abogado Andrés Gil Domínguez, suspendió partes del convenio.
Cristóbal López publicó una solicitada en la que disparó para todos lados. (...)

El actual jefe de gobierno quiso despegarse de la movida, pero sus argumentos calcados de los de los empresarios que debía controlar no hicieron más que aumentar las sospechas. En su cuenta de Twitter, Macri escribió que “la Ciudad no le condonó nada a los empresarios del juego ni extendió los plazos”, que lo aprobado era “un acuerdo entre Lotería Nacional y el Instituto del Juego que establece un aumento de lo aportado a la Ciudad” y que el impuesto a los casinos estaba trabado desde hacía años en la Justicia, por lo que lo único que había hecho el PRO con apoyo del kirchnerismo había sido encontrar “un mecanismo” para cobrar más impuestos.

Al cierre de este libro, Macri todavía no había podido encontrarle la vuelta.