ECONOMIA
Opinión

Argentina necesita un proyecto Vaca Viva

Con los adecuados incentivos fiscales, crediticios y mercadotécnicos, se puede generar una revolución industrial con eje en el campo, según el autor.

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La cosecha que comenzará a liquidarse en los próximos meses es inédita y tendría un valor cercano a los US$ 30 mil millones. | Cedoc

Argentina es un país que se auto-percibe más rico de lo que es. Es verdad que tiene recursos naturales abundantes. También lo es que todavía disfruta de las mieles de una población que en promedio logra acceder a una educación de calidad aunque en claro retroceso. Pero todo eso no alcanza para lograr un crecimiento sostenido en el tiempo que le permita crear riqueza para poder distribuirla mejor. Todo lo que se ve en los últimos diez años habla más de pujas redistributivas que del círculo virtuoso de un país que crece, genera empleo, exporta más y disminuye pobreza.

Hago la aclaración, adrede, de que esta tendencia negativa se ve por lo menos desde hace diez años, en los que hemos sido gobernados por frentes políticos de distinta ideología, en un caso más de centro-izquierda y en el otro más de centro-derecha. Y a pesar de que los síntomas se repiten ya por décadas parece que no logramos identificar las causas de nuestros desequilibrios ó no podemos aplicar las políticas necesarias que reviertan ese círculo vicioso.

La macroeconomía no nos da respiro. Vivimos con alta inflación hace décadas, solemos intentar controlarla con recesión; eso siempre trae mayor desocupación y una profundización del déficit fiscal ya que se recauda menos. Por épocas acudimos al endeudamiento intentando tirar para adelante los problemas que no nos gusta ver; a poco de abusar del crédito externo llega una crisis de confianza, eso acelera déficit de la balanza de pagos y sobreviene una mega crisis.

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Es verdad que el déficit fiscal debe ser eliminado. Hay países que tienen déficit crónico y aún así sobrellevan ese desequilibrio con mayor dignidad y disimulo financiero que nosotros; pero está claro que esos países pertenecen a una liga de cumplidores de la que nosotros nos dimos de baja hace tiempo. Sin embargo no es el déficit fiscal la madre de nuestras crisis disruptivas recurrentes. El déficit de la cuenta corriente sí lo es.

¿Qué es el déficit de la cuenta corriente y por qué es tan importante en un país como Argentina? Simplificándo, describe la diferencia entre los dólares que ingresan y los que egresan. En una economía tan dolarizada como la nuestra, la falta de dólares produce un estrangulamiento que lleva al pánico, al control de cambios, a la alta inflación y a la recesión vía reducción de importaciones para ajustar una economía que escapó de su cauce. Sacando condimentos técnicos como el flujo de capitales cuya regulación sufre variaciones de país a país para evitar movimientos bruscos que dañan la estabilidad de economías vulnerables, la “base” de la cuenta corriente es la diferencia entre las importaciones y las exportaciones. Y ahí es donde se puede operar y no somos eficaces en hacerlo.

Argentina necesita encontrar y estimular la generación de nuevas exportaciones genuinas por US$ 20.000 millones. Eso nos permitiría planificar un modelo de mercado cambiario sin sobresaltos y un crecimiento económico que no esté condicionado por la necesidad de restringir las importaciones por falta de dólares que nos ponga un cepo no sólo al acceso de divisas sino también a las ambiciones de crecimiento.

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El proyecto de Vaca-Muerta fue concebido para contribuir, entre otras cosas, a cerrar esa brecha. Recibió muchísima atención de inversores, políticos, medios y la sociedad en general. La situación actual del petróleo a nivel internacional ha puesto algunas pausas al ritmo de su gestión.  Y por eso, más que nunca, necesitamos encontrar otros proyectos que puedan generar exportaciones significativas y entusiasmar a propios y ajenos. Necesitamos un Vaca-Viva que el campo argentino puede gestionar mejor que nadie.

Somos el sector más competitivo de la economía argentina. El primero que motoriza las salidas de las crisis. El que más divisas genera y más aporta en materia fiscal a través de las retenciones. Con sus economías vinculadas logra impactar en cerca del 30% del PBI y genera empleo de calidad con una cantidad cada vez más creciente de profesionales de R&D y Tecnología que trabajan diariamente para sostener esa competitividad única en el mundo, fruto del esfuerzo de muchos y de la ciencia que no deja de aportar soluciones cada vez más sofisticadas, últimamente también en el plano digital.

Pero podemos hacer más. Argentina exporta maíz en granos por US$ 5.000 millones. El precio de una tonelada de aves es de diez veces al del grano. No implica grandes inversiones ni sofisticados procesos productivos que no podamos afrontar. Con los adecuados incentivos fiscales, crediticios y mercadotécnicos se puede generar una revolución industrial que transforme a la Argentina en proveedor de cerdos, pollos y cortes congelados Premium para un mundo con demanda de alimentos crecientes y problemas significativos para abastecerla con procesos eficientes y seguros como nosotros sabemos hacerlo. Como decía Steve Jobs, sólo nos falta unir los puntos. Pero nada menos.

* CEO de Syngenta