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Salud

El tratamiento con plasma humano sigue generando expectativas

Pese al reciente estudio que descartó su efectividad en pacientes Covid-19 con neumonía, parte de la comunidad médica sigue confiando en sus beneficios, a falta de vacunas.

Uso del plasma contra el coronavirus
Uso del plasma contra el coronavirus | cedoc

En la lucha contra el coronavirus, y a la espera de la tan ansiada vacuna, muchos tratamientos se pusieron en marcha en pos de menguar los efectos de la pandemia, que en Argentina ya superó los 800 mil contagios. El plasma de convalecientes fue uno de los primeros métodos usados y aparecía entre los más prometedores, dado que había pruebas de su eficacia para otras enfermedades infecciosas, por lo cual expertos de todo el mundo lo consideraron como alternativa contra la enfermedad COVID-19. Sin embargo, un reciente estudio realizado en el país puso en duda su efectividad, y generó un quiebre en la comunidad científica, con opiniones cruzadas, en torno al uso de esta alternativa terapéutica.

El tratamiento con plasma de convalecientes de COVID-19 -la parte líquida de la sangre que se recolecta de los pacientes que se recuperaron de la enfermedad- se basa en la idea de que los anticuerpos de una persona pueden ayudar a combatir la infección en otra, hasta que se genere una respuesta inmunológica propia. Para explicarlo de forma sencilla: el que se cura le brinda algunas de sus defensas al que está contagiado, a través de una transfusión de plasma.

“Mientras no existan drogas efectivas para combatir el COVID-19 ni una vacuna para prevenirlo, la transfusión de plasma convaleciente, con alto título de anticuerpos neutralizantes, a pacientes en estado crítico que no responden a otros tratamientos puede ser una alternativa terapéutica valida”, explicó Gabriel Rabinovich, investigador del CONICET en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME, CONICET), en un documento difundido por el organismo en los primeros meses de la pandemia.

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Grafico plasma
Fuente: Conicet

De ese modo, el plasma se convertía en una luz de esperanza ante la rápida diseminación de un virus que atemorizaba a toda la población mundial. A nivel local, los casos “exitosos” y mediáticamente difundidos, como el del intendente de Lomas de Zamora, Martin Insaurralde, alentaron aún más su uso. Fue así que, tanto desde la comunidad científica como por parte de las autoridades, se comenzó a incentivar la donación masiva de plasma, incluso con un proyecto que se convirtió en ley mediante el decreto 663/2020. Sin embargo, pese a la gran difusión de este tratamiento, la evidencia científica sostenida no era concluyente acerca de su efectividad.

Pero el primer estudio realizado en la Argentina sobre el uso de plasma causó gran revuelo al revelar que “no produjo un beneficio clínico significativo” en pacientes con neumonía grave por coronavirus. La investigación, que se dio a conocer la semana pasada, fue coordinada por expertos del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA), incluyó a doce centros de salud de todo el país y se hizo en 334 pacientes con un promedio de edad de 62 años.

Los resultados del estudio PlasmAr –tal como se lo denominó- señalaron que “entre los pacientes hospitalizados con neumonía por COVID-19 con criterios de gravedad, el uso de plasma de convalecientes no produjo un beneficio clínico significativo a los 7, 14 o 30 días de seguimiento en comparación con el uso de placebo, en 222 pacientes de un total de 333”, según explicaron los responsables de la investigación.

“Realizamos un ensayo clínico comparativo: a un grupo de pacientes se le dio la medicación (el plasma de convalecientes) y a otro grupo, un placebo. Esto se decidió de forma aleatoria, al azar y a doble ciego, es decir, ni el paciente ni el médico sabían qué intervención tuvo. Esto evita lo que llamamos sesgo, la posibilidad de mirar la realidad con un prisma distorsionado”, explicó el doctor Waldo Belloso, coordinador del área de Investigación Patrocinada del Departamento de Investigación del Hospital Italiano de Buenos Aires, en diálogo con Perfil.com.

“Este ensayo marca un hito, dado que no se disponía hasta este momento de datos fehacientes respecto de su eficacia. Todo lo que había eran series de casos publicados, es decir de gente que había recibido el tratamiento, pero no se sabía si el plasma realmente generaba un beneficio adicional o no”, agregó.

Al mismo tiempo, Belloso reconoció que “hacer un ensayo clínico de este tipo fue complicado porque ya se había instalado la noción generalizada de que el plasma tenía un impacto, cuando en realidad no se sabía”. “Nuestro estudio demostró que para los pacientes con neumonía con criterios de gravedad el plasma no ofreció ningún beneficio por sobre el placebo”, aseguró. “La necesidad de tener una noticia positiva o de encontrar algo que mejore la evolución de los pacientes en el curso de la pandemia, hizo que hubiera una difusión de datos inexactos”, añadió.

Por su parte, Luis Sarotto, presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas, uno de los primeros centros de salud en aplicar el tratamiento en Argentina, aseguró que “lo que demuestra el estudio del Italiano es una visión acotada sobre un grupo determinado de pacientes. No lo vamos a negar porque es un trabajo comparativo, serio y muy bueno, pero no se puede ser terminante y afirmar que el plasma no funciona”.

“Para una enfermedad, que solo en Argentina afectó a más de 800 mil personas, se está mirando un resultado de un grupo muy reducido de pacientes que fueron trasfundidos con plasma y no tuvieron impactos positivos”, explicó Sarotto a Perfil.com. “Hay que ver qué edad tenían, cuando se lo dieron, si fue antes o después de los 7 días. El trabajo no ha sido leído ni publicado. Solo hay una comunicación de que en ‘ese grupo’ no ha dado resultados, pero no se sabe cuáles son las características de  los pacientes porque no fue difundido a la comunidad científica”, agregó.

En ese mismo sentido, Laura Bover, investigadora del M.D. Anderson Cancer Center de Houston, Estados Unidos, y coordinadora del grupo de estudio específico autodenominado CPC-19 (Convalescent Plasma COVID-19)-, explicó que “no se puede opinar sin conocer los detalles que aparecerán en la publicación, incluidos los análisis estadísticos que constituyen la parte más importante de un estudio clínico”. Sin embargo, al mismo tiempo, reconoció que “el tamaño de la muestra es sumamente importante”.

“Es imposible decir que el plasma no sirve, cuando existen estudios, como el de la Clínica Mayo en Estados Unidos, que se realizó sobre 35 mil pacientes y concluyó que no solo que no hace mal, sino que también hay una tendencia a disminuir la mortalidad”, sostuvo Sarotto.

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Desde que se habilitó el protocolo del tratamiento con plasma de convalecientes en abril, el Hospital de Clínicas lo aplicó sobre 230 pacientes, con resultados “muy buenos”. “Los requisitos para proporcionarle a un paciente el tratamiento son que curse un cuadro grave o moderado de la enfermedad, con alteración de la oxigenación en sangre o con una progresión en los infiltrados radiológicos, esto es cuando de un día al otro aumenta la neumonía; o que pertenezca a los grupos de riesgo, pacientes obesos, diabéticos y cardíacos”, señaló Sarotto. En el hospital “son dos dosis, la segunda 48 horas después de la primera”.

Al mismo tiempo, indicó que el “punto clave” está en el tiempo de aplicación. “El plasma no es magia, es un remedio más. Tiene su oportunidad si se da precozmente. De acuerdo a los datos preliminares, creemos que es útil cuando se aplica dentro de los primeros cinco o seis días de haber contraído la enfermedad. Ese es el momento ideal para iniciar el tratamiento y detener el accionar del virus, porque una vez que se desencadena toda la respuesta antiinflamatoria el plasma no cambia nada”.

Sobre este punto disiente Belloso, al asegurar que “aplicar el tratamiento en un estadio precoz de la enfermedad no permitiría saber si el paciente podría recuperarse solo, sin necesidad de ser sometido a la terapia. Un paciente leve tiene más chances de mejorarse espontáneamente. Entonces, para demostrar realmente que el plasma es útil en otros estadios se van a requerir nuevos estudios”, explicó.

“PlasmAR no cierra las puertas de la investigación sobre el plasma de convalecientes, sino que define la terapéutica para un tipo de pacientes”, completó. Los resultados finales y detalles del ensayo se publicarán, en un plazo de 2 o 3 semanas, en una revista internacional para que puedan ser difundidos y revisados por pares.

Cifras. Hasta el cierre de esta investigación, en la Provincia de Buenos Aires fueron transfundidos 2.469 pacientes, de los cuales la mayoría vive en los municipios que forman parte del Área Metropolitana, puesto que fue la zona donde más plasma se destinó para pacientes con coronavirus. Es decir: de cada 10 personas que recibieron el protocolo del plasma, 8 son del AMBA.

Además, las estadísticas oficiales indican que casi la mitad de las personas que fueron sometidas al tratamiento (47%) tienen entre 40 y 60 años; el 35 por ciento tienen entre 60 y 80 años; el 14% tienen entre 20 y 40; el 3% entre 80 y 100 años; y el 1% restante tienen entre 0 y 20 años.

En tanto, en la Ciudad de Buenos Aires fueron 568 los enfermos de coronavirus que recibieron plasma. Mientras que, a nivel país, aún no existe un registro. Perfil.com consultó al equipo de Prensa del Ministerio de Salud de la Nación, pero no hubo respuesta.

*Integrante del Equipo de Investigación de Perfil Educación.