Agencias. La Paz
El escándalo que rodea al presidente Evo Morales y su supuesto hijo marcha decidido a convertirse en una auténtica telenovela. Su ex pareja, Gabriela Zapata, encarcelada bajo la acusación de tráfico de influencias, declaró desde la prisión que no puede entender por qué Morales sigue negando la existencia del niño.
La historia mantiene atónito al país, mientras la estatal Defensoría del Pueblo cuestionó días atrás el manejo que hacen políticos y autoridades sobre la situación de la mujer y del niño, y exigió que el asunto se ventile exclusivamente en el ámbito privado.
“Evo Morales no puede negar la existencia del niño porque hasta 2010 le enviaba 100 dólares de pensión a su hijo, y ese dinero no alcanzaba para su manutención”, afirmó Zapata al diario El Deber, de la ciudad de Santa Cruz. Ex gerenta de la empresa china CAMC, Zapata asegura que tiene documentos guardados y una escritura pública “por si le sucede algo”, para demostrar lo que afirma.
“El señor presidente ha ordenado que el tema que hace referencia al hijo que tenemos en común tenga carácter de reservado, por tanto estoy impedida de que yo y mis familiares puedan demostrar y hacer conocer la verdad”, dijo la mujer desde la cárcel.
Estas revelaciones asestaron un golpe para la imagen de Morales, que según las encuestas influyó en su derrota en el referéndum que convocó para poder aspirar a un cuarto mandato.
Versiones. Desde que estalló el escándalo, a principios de febrero, el gobierno ha dado dos versiones sobre el caso. Inicialmente, el presidente reconoció que había tenido un hijo con Zapata, pero que había fallecido al poco de nacer. Pero la semana pasada el vicepresidente Alvaro García y el fiscal general, Ramiro Guerrero, sostuvieron que nunca existió dicho hijo.
Ante esto, Zapata escribió una carta al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, en la que afirma que el niño existe. “Acá se trata de la vida de mi hijo, de su nombre y su existencia que está siendo cuestionada, no quiero imaginar con qué fines”, afirma la mujer.
La novela. Cuando estalló el escándalo, Zapata era gerente de la CAMC, que se adjudicó contratos por diferentes obras por unos 560 millones de dólares. Esto provocó que la oposición afirmara que había “tráfico de influencias”, que el gobierno negó.
Analistas creen que la estrategia del gobierno es convertir el caso en una telenovela, para que deje de ser un asunto político.
“Un juicio político a Evo Morales sólo podría surgir si se demuestra el tráfico de influencias, pero mientras estemos debatiendo responsabilidad ética, paterna o el tema filial, estos aspectos de telenovela, la posibilidad de un juicio político se aleja”, dijo el politólogo Carlos Cordero.
Entre tanto, avanza un juicio contra Gabriela Zapata por enriquecimiento ilícito, así como una investigación en el Congreso sobre los contratos de la CAMC en Bolivia.