Llegó el fin de los Clinton en la Casa Blanca. Sin un motivo puntual, pero con un sinnúmero de factores que aceleraron el cambio, la flamante exsecretaria de Estado norteamericana, Hillary Rodham Clinton, dejó el cargo, que desde mañana será ocupado por el senador demócrata John Kerry.
Clinton, la cara visible de la diplomacia estadounidense de los últimos cuatro años, se despidió esta semana en una entrevista global, emitida por la cadena australiana ABC, y retransmitida al resto del mundo por conexiones satelitales del canal y el Departamento de Estado norteamericano.
Durante poco más de una hora, la mujer dedicó una catarata de gestos, muecas y explicaciones en lo que fue una despedida atípica para su cargo.
Las cadenas MBC de Líbano, NHK de Japón, NDTV de India, NTN24 de Colombia, Channels TV de Nigeria y BBC de Londres, se pasaron la posta -interrumpida por preguntas de internautas en Twitter-- para escucharla disertar acerca del proceso de paz en Medio Oriente, el peligro terrorista en África del Oeste, la amenaza norcoreana, los planes nucleares de Irán, las negociaciones de paz en Colombia.
La exprimera dama de ese país, que se recupera de una trombosis cerebral, no dio razones concretas para su alejamiento, aunque ya en la reasunción del presidente Barack Obama se especulaba con un recambio en su gabinete. No obstante, aseguró que continuará trabajando para esa administración en iniciativas ligadas a la política internacional.
"Estoy trabajando con el presidente Obama sobre algunas iniciativas durante su segundo mandato que creo que serán más llamativas, iniciativas amplias para que todo el mundo sepa cómo valoramos nuestras relaciones con nuestros vecinos más cercanos", aseveró la histriónica exfuncionaria, de quien no se descarta una precandidatura en los comicios de 2016.
Cambio de formas. Poco queda de la discreta imagen con que la abogada llegó a la Casa Blanca en 1993 como Primera Dama. Luego de redefinir el rol de la esposa presidencial hacia un espacio de acción social en políticas públicas -gracias al cual logró salir indemne del escándalo Lewinsky- Clinton dejó claro algo: la proyección de su imagen había sido una construcción propia y, si se lo proponía, podría igualar políticamente a su marido. Juntos, superaron la derrota en las elecciones primarias de 2008 y allanaron el camino para volver a Washington, a pesar del recelo manifiesto de la primera dama Michelle Obama.
Fiel a lo que ya es considerado un estilo casi único en ese país, Hillary redireccionó los intereses norteamericanos en el contexto internacional, y hasta logró deconstruir la forma de hacer política en uno de los espacios más ásperos del organigrama estadounidense, marcado por la ortodoxia de Madeleine Albright y Condoleeza Rice.
Si bien estrechó lazos con países de América Latina -aunque la región no apareció en la agenda demócrata durante la campaña presidencial- durante su paso por la Secretaría de Estado reorientó su objetivo hacia Asia y África donde, a pesar de la resistencia social a las visitas oficiales, Estados Unidos tiene abiertas negociaciones comerciales y un frente bélico en Afganistán.
La perspectiva de Clinton es optimista. "Es emocionante ver cómo la gente en el norte de África, tras tantas décadas de opresión, busca su propio camino democráticamente", señaló.
Según se estima, en sus cuatro años de gestión, Rodham Clinton viajó casi un millón millas por todo el mundo, y participó de unas 1700 reuniones internacionales.
El sucesor. Quien tomará las riendas de la Secretaría de Estado es el senador y excandidato presidencial John Kerry, quien a pesar de mostrarse exultante por su nuevo cargo, no pudo disimular la nostalgia de dejar el Congreso, en el que pasó 29 años. "Estoy muy nostálgico al respecto, no es fácil", reconoció el adusto veterano de Vietnam.