Es innegable que el magnético carisma de Barack Obama y su noción del marketing político le permitieron imponerse ampliamente sobre su rival republicano en las elecciones. Ya en el cargo de presidente, esas mismas cualidades le permiten seguir siendo noticia siempre, mientras su gobierno da los primeros pasos.
La asunción presidencial, el 20 de enero pasado, convocó a más de dos millones de personas en Washington DC, pero mantuvo frente al televisor a todo el planeta. Su esperanzador discurso fue seguido por millones de personas en todo el mundo. Desde entonces, a dos semanas de comenzado su mandato, el mundo no le saca los ojos de encima.
Obama transita los primeros cien días de su gestión, que son clave porque aún mantiene el período de "luna de miel" con sus votantes. Las medidas que tome en ese lapso marcarán a todo su Gobierno, de por sí condicionado a superar el gran problema del momento: la crisis financiera internacional.
Precisamente, una de las primeras decisiones presidenciales fue congelar los sueldos en la Casa Blanca; el primer día de su mandato Wall Street comenzó a repuntar tras los fatales meses pasados. Al día siguiente, Obama ordenó cerrar Guantanamo, el centro de detención y torturas que Estados Unidos mantiene en la isla de Cuba, en concordancia con lo prometido en campaña.
En su segunda semana de mandato, el demócrata tuvo que salir al cruce de sus rivales, los republicanos, por su resistencia a apoyar el paquete de medidas económicas anticrisis que intentaba impulsar en el Congreso. Al día siguiente, el proyecto de ley tuvo media sanción y se espera que se apruebe en los próximos días.
Obama también tomó varias medidas de corte social, como la ley contra la discriminación de género o la anulación de la prohibición a financiar programas de aborto. Ayer firmó una legislación que amplía la cobertura médica a unos cuatro millones de niños que no la tenían, una medida que ya había vetado su antecesor, George W. Bush, en dos ocasiones, según la agencia AFP.