Cayetana Álvarez de Toledo, diputada española, se refirió a la gran cantidad de argentinos que emigran a España, y sostuvo la importancia de que, a partir de octubre, “haya un cambio profundo de mentalidad y actitud colectiva”. "Para derrotar al kirchnerismo no hace falta gritar y rugir", dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Cuánto hace que no estabas en Buenos Aires? ¿Qué encontraste en el humor social?
Llevaba menos de un año desde mi última visita a Buenos Aires, pero sigo siempre muy pendiente por el fuerte cordón umbilical que tengo con el país. Mi madre, mi hermana y mi familia viven allá.
Soy consciente de lo mal que está la situación en Argentina porque veo llegar muchísimos argentinos a España, cargados como aquellos inmigrantes que hace siglo y medio hacían el mismo trayecto pero en sentido inverso.
Lo puedo comprender porque Argentina está instalada hace tiempo en un bucle de decadencia, que gira en una noria de degradación institucional, de corrupción, de crisis económica y de devastación social.
Sin embargo, yo fui a llevar al país un mensaje de optimismo y esperanza. El pesimismo es el mayor aliado del populismo, porque la resignación siempre te lleva a aceptar lo que es inaceptable, desde la premisa que no hay alternativa.
Argentina sí tiene una alternativa. Y creo que el kirchnerismo está en una fase agónica, porque se está acabando.
Lo importante ahora son dos cosas: que esa Argentina izquierdista y peronista se acabe, y que a partir de octubre haya un cambio político profundo de mentalidad y actitud colectiva.
Hace falta un gobierno que diga la verdad y que esté dispuesto a combatir la demagogia y el tacticismo, hacer reformas difíciles y decirle a los argentinos que es mucho mejor un sacrificio útil que más décadas de sufrimiento inútil.
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Eso significa tratar a los ciudadanos como adultos, y creo que los argentinos se merecen que los traten así.
Has criticado a Milei por desprestigiar la política. ¿Cuál es tu visión de los populismos de derecha? ¿Tienen la misma gravedad que los populismos de izquierda? ¿En el caso particular de Milei?
El populismo no es una forma de hacer política, es la antipolítica, un atajo de los mediocres, aunque no hago referencia específicamente a Milei.
La antipolítica está al alcance de todos, porque cualquiera puede ir a la plaza pública, agarrar un micrófono y empezar a enardecer las marchas, cabalgar la indignación, pulsar las pulsiones más bajas e insultar a la casta. Eso lo hace cualquiera.
En cambio, movilizar a los ciudadanos con la razón, decirles la verdad y cuidar las palabras, es más difícil y eso es lo que tenemos que hacer.
Para derrotar al kirchnerismo, y a la izquierda en general, no hace falta gritar y rugir, sino tener un proyecto de libertad alternativo.
Lo que pasa, muchas veces, con la antipolítica de derecha es que perpetúa la antipolítica de izquierda, y eso se ha visto en la región de América Latina. Entre Bolsonaro y Lula, acaba ganando Lula; Boric y Kast, acaba ganando Boric; Rodolfo Hernández, un candidato insólito en Colombia, llega a la segunda vuelta y gana Petro.
Creo que no es una alternativa la antipolítica de derecha, el populismo nunca es una alternativa. Además, contribuye al desprestigio y la ruina de la política.
Lo que tenemos que hacer es dignificar la política, porque no hay actividad más importante. Nos guste más o menos, las decisiones que toman los políticos tienen una influencia determinante y decisiva sobre la vida de la gente. Nadie tiene más influencia, son la primera élite de la sociedad, en el sentido más neutro de la palabra.
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Cualquier decisión pequeña de un político, desde el trazado de una carretera, hasta la más grande, como la respuesta a una pandemia o llevar a la gente a la guerra, es determinante. Por lo cual, hay que cuidar la política, dignificarla, y hacer que vuelva a merecer el respeto e incluso el aprecio de los ciudadanos. Y eso no se hace a través del histrionismo, ni del vocerío, ni de las recetas mágicas.
En tu condición de argentina y española, ¿podrías aportarnos una idea sobre la pérdida de autoestima de la Argentina y la necesidad de recuperarla para volver a crecer? ¿Qué mensaje podés darles a los argentinos respecto de que en todos los países hay problemas?
Hay un elemento de narcisismo en creer que nuestros países están condenados al fracaso y que no tenemos remedio. Ningún país está condenado al fracaso, como ninguno tiene garantizado el éxito.
Hacen falta buenos políticos, buenas políticas públicas y conciencia cívica. Es verdad que todos los países y todas las democracias contemporáneas sufren grandes problemas, porque los movimientos populistas y autocráticos están en boga en muchos países del mundo. En Europa también, pero esto se trata de no bajar los brazos y no caer en el pesimismo.
Porque el pesimismo hace que la gente tire la toalla o busque una solución mesiánica para salir de ahí, y es muy peligroso. El pesimismo es la coartada de los cobardes, es decir, la excusa para no hacer nada. Y en segundo lugar, y mucho más peligroso, es ese aliado de los mesías, los caudillos y los salvadores.
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Hablando concretamente de Argentina, es un país formidable, al que le falta un buen gobierno, que diga la verdad y los trate como adultos.
Los ciudadanos deben tomar conciencia de que tendrán que asumir sacrificios y no vivir en la ficción de que todo será fácil, y de que salir de un agujero no es una tarea sencilla. La prosperidad entraña sacrificios y la defensa de la libertad tiene un costo también, y hay que asumirlo.
La otra noche, en la parte final de mi intervención, pedí a la clase política y a todos los argentinos que tienen una oportunidad extraordinaria y casi emocionante de demostrar que hay una política mayúscula. Una política que existe y que se pueden ganar elecciones con ella.
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Una política de la razón, que las ideas de la libertad son válidas, y sobre todo, que existe otra Argentina alejada de esos tópicos humillantes. Una Argentina democrática, vibrante, luminosa y decente. Y para eso hay que ser audaces, anteponer el patriotismo a otras consideraciones, y poner fin a la grosería, a la decadencia y al rencor.
Si tuviera que resumirlo, diría que el kirchnerismo es grosería, decadencia y rencor. Y hay que poner en pie un país distinto, con una mentalidad y una actitud diferente
Hay que hacer que la selección de Messi sea un síntoma y no una excepción. Cuando pasó lo del Mundial, y fue cosa de equipo, actitud y luchar en el campo, todo eso se vio como una excepción de un país enfrascado en la decadencia. Hay que demostrar que esa actitud es sintomática de una nueva Argentina y no una excepción.
MVB JL