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Día 135: ¿A quién le habla Milei?

Javier Milei anunció un superávit fiscal del 0,2% del PBI en sus primeros meses de gestión. Sin embargo, su discurso plantea incógnitas sobre su destinatario y sugiere una estrategia de posverdad. ¿A quién se dirigía realmente? ¿A la historia, a los mercados, a los manifestantes pro educación universitaria pública o al FMI?

Día 135: ¿A quién le habla Milei? 
Día 135: ¿A quién le habla Milei?  | NA

Rodeado por sus colaboradores económicos, este lunes Javier Milei inició la noche de Pesaj con una cortísima cadena nacional en la que dio a conocer los resultados económicos de sus primeros meses de gestión que arrojaron un superávit fiscal del 0,2% del PBI, comentó Jorge Fontevecchia en el inicio de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1) del martes 23 de abril de 2024. 

Ayer, el Presidente utilizó la cadena nacional para dirigirse a la población. Fueron poco más de 15 minutos en los que leyó un discurso, acompañado por las más altas autoridades económicas de su gestión: el ministro de Economía, Luis Caputo; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno; el presidente del Banco Central de la República Argentina, Santiago Bausili; y el vicepresidente de esa entidad, Vladimir Werning.

A diferencia de la otra cadena nacional, esta vez, no estuvo todo el gabinete, sino las espadas económicas. El discurso, en las vísperas de la marcha educativa de hoy, tuvo como sentido destacar el superávit fiscal conseguido en los primeros tres meses del año. 

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Las principales frases de la cadena nacional del presidente Javier Milei

El presidente reconoció que estamos frente a una dura situación, pero, sin embargo, dijo que “ya recorrimos la mitad del camino”. Sin decirlo, auguró un primer semestre con complicaciones, y apeló a recursos discursivos que recuerdan al kirchnerismo, como “no fue magia” y “nunca más”. Incluso, no cerró con su clásica apelación del “Viva la Libertad, Carajo”, que es una muletilla discursiva habitual.

Vale preguntarse a quién le habla Milei. En Davos le hablo a la derecha del hemisferio norte. Ayer, ¿a quien le habló? ¿A la historia porque piense que quizás dude no terminar otro trimestre así? ¿A los mercados porque tema que duden de su plan económico? ¿A quienes van a marchar hoy a Plaza de Mayo en apoyo a la educación universitaria pública? ¿Fue al FMI, una institución que podría aportar los dólares necesarios para la salida del cepo? ¿Se dirigió a la clase media que, en gran medida, va a marchar y hay gran parte de los que lo votaron? ¿Estamos frente a un cambio de paradigma en la palabra del presidente? 

La era de la posverdad reflejada en el discurso de Milei

El sociólogo argentino Eliseo Verón puso a disposición de esos investigadores una metodología que es útil, entre otras cosas, para poder desentramar el discurso político. Es decir, creó una herramienta metodológica que permite poder descubrir los recovecos por los que un dirigente político se ha conducido al momento de llevar a cabo la construcción discursiva.

Así, entra en juego la forma en que un enunciador político materializa, desde la discursividad, a los destinatarios, tal vez ignorando que en su intervención ante un público, va dejando huellas que permite a los investigadores, analizar e interpretar cada línea de su discurso. Verón distingue, en cada discurso político, dos destinatarios, uno positivo y otro negativo. A los primeros los llama prodestinatario y paradestinatario, y al segundo, contradestinatario. 

Las SAD, el DNU y la posverdad

El prodestinatario: el destinatario que comparte no sólo lo que el dirigente político expresa en ese momento, sino que adhiere al espacio político desde el cual el propio enunciador habla. Los une una creencia presupuesta. La apelación a la dureza de la situación puede inscribirse dentro de este contexto. Es decir, le estaba hablando a los propios. 

Pero Eliseo Verón habla de un paradestinatario: el destinatario construido positivamente, pero que por el momento tiene suspendida la creencia. Es el blanco al que se intenta convencer y persuadir. Por esa misma razón es construido positivamente. Quizás sean los marchantes de hoy, especialmente los jóvenes de la UBA que irán desde el Congreso a Plaza de Mayo, quienes le preocupan más a Milei. O quizás esos paradestinatarios sean los miembros de los organismos internacionales.

También hay un contradestinatario: Verón le da este nombre al destinatario negativo, porque es aquella construcción discursiva del dirigente, con la que se polemiza. Es decir, desde lo discursivo hay una inversión de la creencia. Todo discurso político le apunta a un contrincante. En esta línea podría dirigirse a los medios de comunicación y a los economistas que ponen en duda la sustentabilidad de  la aplicación de sus medidas. Y aquí el Presidente utilizó estrategias que para él son más conocidas. Las de la batalla cultural y la de la posverdad. 

Mentime, me gusta

Según la Real Academia Española, el término posverdad es un neologismo que implica la distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales. El diccionario de Oxford tiene una definición similar: es un fenómeno que se produce cuando "los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales". 

En uno de los fragmentos de la cadena nacional de ayer, el Presidente admitió que la situación era dura pero que “hemos recorrido más de la mitad del camino de este esfuerzo heroico de los argentinos”. A su vez, aseguró que el ajuste no se traslada a toda la población nacional sino “solamente a aquellos que fueron beneficiados por el modelo empobrecedor del pasado”.

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La cadena nacional del Presidente fue un discurso de la posverdad. Tanto es así que entre sus principales conclusiones, reflejadas en los fragmentos mencionados, convive una contradicción interna. Por un lado, el Gobierno dice que el ajuste lo viene pagando la casta y la administración pública en donde estaban “los curros de la política”. 

Y por el otro, Milei sostiene que el pueblo argentino viene haciendo un esfuerzo muy grande por el ajuste y que ya se llegó a más de la mitad del camino. Si la gente, los sectores más vulnerables, quienes para el Gobierno son las verdaderas víctimas de las políticas de la anterior gestión, no paga el ajuste, ¿de qué esfuerzo está hablando el Presidente? 

El ajuste histórico de Milei que paga “la casta”

Justamente se percibe un sacrificio entre la clase media y los trabajadores, porque, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, se alcanzó un porcentaje de pobreza del 57%, cuando en el gobierno de Alberto Fernández era del 42%, igualmente una cifra altísima. Vale decir que en los últimos 13 años todos los mandatarios argentinos vienen fracasando en ese ítem, pero en el caso de Milei fue mucho más vertiginoso. 

Citando otra fuente, el "Nowcast de Pobreza" que elabora el Instituto Torcuato Di Tella todos los meses sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC daba cuenta de un aumento de 3,2 millones de personas que cayeron en la pobreza durante el primer trimestre de 2024: se trata prácticamente de un millón de nuevos individuos promedio por cada mes de gobierno de Javier Milei.

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Y, a pesar de despidos en el Estado y la recesión creciente, no fue el desempleo el principal factor que motivó esta meteórica suba de los número de la pobreza, fue el desplome de los ingresos. Hoy el salario promedio es de 619 mil pesos y una familia necesita 690 mil pesos para no ser pobre, más el alquiler. Este desplome de los ingresos se generó luego de la devaluación de diciembre de 118%, los sucesivos meses inflacionarios y las paritarias que como mucho generaron un 20% de aumento en el primer trimestre del año. Esto, con una inflación interanual de más de 270% da un resultado desesperanzador. 

Además, el Gobierno congeló el presupuesto de educación, cultura, licuó salarios estatales, jubilaciones y ajustó la transferencia de coparticipación a las provincias con tanta fuerza, que hay gobernadores que no saben cómo  pagarle a sus docentes.  Por otro lado, según advirtió un informe del Centro de Economía Política, los jubilados perdieron un tercio de sus haberes con respecto al 2023. Todo esto en sólo 4 meses. En eso sí su discurso pareció más a la realidad:  el ajuste es histórico. 

Un superávit fiscal histórico, ¿pero a qué costo?

El superávit fiscal del 0,2% no lo pagó la casta. Lo está pagando la Universidad Pública, varias de cuyas facultades en todo el país no saben si van a poder abrir el segundo cuatrimestre y por eso hay hoy una movilización. Lo están pagando los jubilados con la licuación de los haberes, los usuarios del transporte público y todos los que pagan la quita de subsidios con el incremento de las tarifas. Lo están pagando los trabajadores de la construcción que se quedaron desempleados luego del congelamiento de la obra pública y, entre una larga lista, los hospitales públicos que no tienen insumos para atender a la gente. 

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Lo cierto es que la inflación sobre el final del Gobierno de Alberto Fernández, en sus peores meses, rondó entre el 10 y el 12%. Luego, la devaluación de Caputo en diciembre llevó a que en enero la inflación fuese del 20% y luego naturalmente se estabilice y baje a 13,4% en febrero y 10% en marzo. Es decir, no representa números significativamente mejores que la pésima gestión anterior, con el agravante de que varias quitas de subsidios se postergaron para que el número inflacionario de marzo y abril no sea mayor que el de los meses anteriores. Este podría ser otro ejemplo muy concreto del término posverdad. 

El relato K y la narrativa M, más parecidos que distintos

En Argentina este término lo conocimos con el nombre de “relato” y se lo adjudica al kirchnerismo. El relato K era una narrativa épica que construye en “las grandes corporaciones, los medios hegemónicos y La Rural” a un enemigo mucho más poderoso a quien culpar de todos los problemas del país. En eso, ambos gobiernos, que tienen orientaciones ideológicas opuestas, son parecidos. De hecho, Milei afirmó que “esto no es magia”, utilizando propositalmente, la misma frase de Cristina. 

Otro aspecto central del “Relato M” es la referencia bíblica al éxodo. Un pueblo elegido caminando por el desierto hasta hallar la tierra prometida y guiados por un profeta. El pueblo tiene garantizado el éxito siempre que hagan lo que dice el profeta, que es el único que puede ayudar a los integrantes de ese pueblo a salir de su situación, porque es el único que tiene vínculo directo con Dios. 

Luis Caputo y Santiago Bausili
Luis Caputo y Santiago Bausili.

En ese sentido, el jefe de Estado apeló a la metáfora religiosa para bajar un mensaje esperanzador: "Los argentinos han decidido abandonar la esclavitud y emprender el largo camino por el desierto hacia la tierra prometida", antes de pedir “que las fuerzas del Cielo nos acompañen”. 

Cómo se dijo, Milei también quiere construir un relato. Sus enemigos son la casta, los políticos, los medios con periodistas ensobrados y parte del empresariado y el “establishment”. Su “épica” es que a pesar de que “tiene todos estos actores en contra”, pudo llevar adelante este “resultado milagroso”, junto a Caputo y al presidente del Banco Central, Santiago Bausili, sus dos funcionarios “estrellas”. 

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Por eso, al finalizar su discurso, el mandatario destacó su labor “Teniendo todo en contra, decidieron poner el pecho para intentar sacar este país adelante, motivados únicamente por el patriotismo de saber que las decisiones las toman los que dicen presente”, elogió. 

No queda claro por qué se realizó este discurso en esta breve cadena nacional. Todas las hipótesis que se consideraron en esta editorial son desde un enfoque lógico, pero también están las que incluyen aspectos relacionados con el inconsciente del Presidente y el mensaje hacia la historia y el futuro. 

En cualquier caso, no parecía haber un anuncio importante, como la eliminación del cepo o un cambio en el sistema monetario. Con el tiempo, entenderemos a quién iba dirigido el discurso de ayer. Es que, aunque nadie duda de la voluntad del Presidente para reducir el déficit fiscal y lograr un superávit, el contenido del discurso no ofreció novedades significativas en ese sentido y la duda del destinatario persistirá.

AO DC