En diálogo con Modo Fontevecchia (Radio Perfil FM 101.9 y Net TV), la cantante Yamina del Real contó su recorrido musical y cómo ese contacto con el arte la mantuvo unida a su actual pareja, Matías Kulfas con quien hacen un dúo de música ranchera, el sonido tradicional mexicano.
¿Cómo se conjuga la profesión de socióloga con la de cantante? ¿El don de la música es superior a cualquier otra profesión?
Empecé con la psicología pero me di cuenta que no completaba el círculo de lo humano y entonces estudié sociología porque me interesaba saber por qué los seres humanos actuamos como actuamos y cómo hacer para que vivamos en una sociedad mejor. Desde pequeña me eduqué en las artes porque la actuación y la música eran lo que yo quería hacer pero era muy tímida. Mi madre me dijo que con eso me iba a morir de hambre. Entonces, las humanidades fueron lo que primaron.
Recuerdo un profesor de sociología en la UBA que le decía a los alumnos que ellos iban a ser sociólogos y sus padres se iban a preguntar '¿de qué van a trabajar cuando se reciban?'. Con la sociología, no creo que hayas dejado muy contenta a tu madre...
Ella pensaba que tener un título era algo que te iba a dar una seguridad para enfrentarse al mundo. Ella quería que sea disciplinada y estudie, se abocaba a eso. La sociología y el arte dan ese alimento espiritual y te ubican en el momento histórico y social que estás viviendo.
Fueron herramientas interesantes para conjugar. Ahora canto música ranchera y tiene ese componente machista y tradicional y yo soy feminista. Darle la vuelta a eso en un contexto social diferente. Ahora es más subversivo cantar música ranchera que lo que se escucha ahora. Como cuando se canta tango.
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¿Qué diferencias hay en cómo toman las rancheras el público argentino y el mexicano y qué comparación podés hacer entre las manifestaciones artísticas y la relación del público con sus artistas entre ambos países?
En México, es parte de nuestra idiosincrasia. No importa la edad, en un mal de amores siempre recurres a la música ranchera. En México se refresca esa escucha actual. En Argentina me sorprenden las chicas jóvenes que escuchan mi música y me dicen que se ponen a llorar.
Te das cuenta que la música mexicana, así como el tango y otras músicas tradicionales, tienen ese componente de afectividad y amor profundo que permite que los hombres se puedan dar la oportunidad de llorar y sentir por el amor, cosa que no hay en otros géneros. Es una costumbre en México, que si los hombres están muy dolidos, al haber un componente machista en el que no hablan de sus sentimientos y rupturas amorosas, algo que las mujeres aceptamos más normal porque, es algo con lo que nos han educado. Es común ver a hombres tomando tequila escuchando música ranchera, llorando.
En la Argentina con el tango pasa igual, solo que el tango es un poco más pretencioso, en el buen sentido, que habla de otras cosas, de la pérdida de la madre, el amigo, el hogar, el barrio y el amor. Ese componente doloroso y desgarrador en el tango es cuando pienso que puedo aportar algo culturalmente al país.
Yo cantaba rock, y si cantara rock argentino, no podría aportar allí nada porque hay grandes cantantes y es parte de su idiosincrasia, pero pensé que con el tango si podía porque me conectaba a ese tipo de sentimientos que tiene la música ranchera. Escuché una frase aquí que decía que escuches lo que escuches, al tango siempre se vuelve. Eso era verdad.
Cuando yo era chica y vivía acá, los rockeros no escuchaban tango. Yo tenía 18 años cuando vine acá por primera vez y a los 19 volví, me enamoré del hombre con el que estoy casada ahora, pero éramos muy chicos y yo estudiaba, iba y venía a México porque hacía mucho en lo artístico. Llegó un momento en el que teníamos que separarnos porque teníamos que crecer cada uno en sus carreras y sobre todo yo, que me despedía de un gran amor porque tenía que hacer mi vida y conocer más gente para desarrollarme profesionalmente. Pasaron años y recién nos encontramos hace ocho años, cada uno sin pareja, habiendo hecho su vida profesional y estoy de nuevo acá.
Juan Luis González (JLG): ¿Qué nos podés contar del Kulfas músico?
Matías estudió desde los 13 años. Cuando éramos chicos nuestra fantasía era formar una banda de rock. Él siguió tocando música pero él también tenía a la economía en paralelo. Yo siempre le dije que veía en él una inteligencia. Siempre le hacía la broma de que él iba a ser presidente o que iba a ser importante en eso porque veía lo disciplinado que era. Para Matías Kulfas, hacer música era una deuda pendiente consigo mismo.
JLG: ¿A él le gusta el rock?
Sí, a él le gustaba más Spinetta, Charly García, Nirvana, Queen, Led Zeppelin, The Smiths. Pero también, y por su madre, escuchaba tango. Él tenía gusto por las músicas tradicionales. Por eso, cuando nos volvimos a encontrar pensamos en eso, y empezamos a hacerlo más en serio. Así empezamos con la música y la banda hace cuatro años.
CB PAR