OPINIóN
POLÍTICA EXTERIOR

Argentina, globalización y desarrollo

Globalización 20230618
Globalización | Unsplash | Christine Roy

Iniciaremos una serie de reflexiones sobre la globalización y su relación con la política exterior argentina. Esta realidad fue teorizada por un sinnúmero de pensadores, historiadores, economistas e internacionalistas. Si bien no hay un consenso general para describirla, podemos intentar acercarnos a su conceptualización.  

Las definiciones que tienen más densidad teórica podrían mencionar que nos encontramos frente a una “nueva época”, una “segunda modernidad” en términos de Antonny Giddens y Ulrich Beck o de una “era global”, como fue teorizada por Martin Albrow. En este sentido, nuestras relaciones exteriores se encuentran frente a un “mundo nuevo”, en el cual, las categorías analíticas y políticas precedentes deberán dejarse a un lado por obsoletas o adecuarse para su comprensión.

Frente a los desacuerdos sobre sus características, existen algunos parámetros coincidentes para comprenderla que introducen historiadores como Jürgen Osterhammel y Niels Petersson.

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Matriz de la política exterior y el desarrollo

En primer lugar, la reconfiguración en el rol del Estado-Nación y la soberanía territorial frente a la aparición de manera más desafiante de actores que escapan a su control. Aquí, se impone la necesidad de construir un Estado inteligente, solvente y equilibrado en recursos y gastos (para que sea fuerte y no dependiente), con una inteligencia prospectiva, no tan solo en la seguridad y la defensa, sino en los temas de la agenda estratégica geopolítica: la soberanía energética, la inteligencia artificial, las tecnologías informáticas, las neurociencias, el deterioro ambiental, entre otros.

En segundo lugar, lo que Roland Robertson denominó “glocalización”, como la fusión de lo universal y lo particular en una nueva dimensión de “hibridación” de culturas y difusión de la nitidez de las tradiciones e identidades. En este sentido, Argentina tiene que “estar en el mundo” con una identidad nacional definida en materia de política exterior, mostrando una actitud definitiva hacia el desarrollo. Al mismo tiempo, navegar en el mar de la multiplicidad de identidades y albergar las diferencias bajo la tolerancia, el Estado de derecho, los derechos humanos y una democracia cada vez más fortalecida –como procedimiento y como cultura política–.

En tercer lugar, la Argentina tiene que comprender que hemos ingresado definitivamente en una nueva dimensión espacio-temporal, al decir de David Harvey. Por esto, entendemos que el mundo se encuentra en una “existencia compartida virtual” como una nueva realidad en donde las relaciones internacionales se conciben como una autopista de múltiples carriles, colectoras y bajadas. El contenido de esta gran red es el conocimiento como principal activo de los países. La ciencia y la tecnología –de gran talento y prestigio en la Argentina– son una de las principales dimensiones que la política exterior debe canalizar y fortalecer, como activo de valor agregado que se convierta en poder real del desarrollo.

Interdependencia Mutua Asegurada

En cuarto lugar, el país se encuentra sumergido en una “desterritorialización” que deviene una “supraterritorialidad” en la que los organismos internacionales cobran una especial relevancia en tanto construyen poder real en la nueva configuración global. Estos espacios, en los cuales la Argentina ha demostrado un especial talento –el más actual y prestigioso es el de Rafael Grossi como director general del Organismo Internacional de Energía Atómica–, inspiran y obligan al país a insertarse en ellos de manera decidida y activa.

En quinto lugar, como fue estudiado por Ian Clark y James Rosenau, la nueva globalidad se presenta más que nunca como una interacción de dimensiones –a nuestro entender, jerarquizadas y asimétricas– que imponen una nueva mirada múltiple, compleja, analítica y crítica. Este lente disciplinar y político debe dar un salto cuántico para ingresar a las complejas dimensiones interconectadas.

Aun en la concepción más escéptica y conspirativa en visiones como la de Paul Hirst y Grahame Thompson, esta configuración de la globalización es la nueva realidad internacional. Punto de partida para pensar y diseñar un realismo neodesarrollista que construya poder real con nuevas variables y procesos, pensando en el bienestar de los argentinos.

* Profesor de Relaciones Internacionales y Política Exterior Argentina en la UBA, UNSO y Austral. Miembro Consultor del CARI.