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Construir es la salida

Ante la urgencia efímera que a veces nos impone el debate político es bueno reafirmar los valores, principios y resortes democráticos para generar entendimientos y sentimientos comunes sobre la Argentina. Los jóvenes debemos torcer el rumbo y ser protagonistas de una nueva era que nos permita salir del loop al que nos somete la historia.

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Monumento a la Bandera Argentina. | Shutterstock

A 40 años de la recuperación de la democracia, creo en este sistema como método de vida. He nacido y vivido, a comparación de otras generaciones, en este sistema. Sin embargo, también soy parte de una generación que salió a la luz de la política en el medio de un proceso de sesgos y divisiones marcadas. Odios desparramados y grietas inútiles que colaboraron muchísimo para que 40 años después la democracia no cure, no eduque ni alimente. Como rezaba en sus discursos, Alfonsín. 

La democracia es ese sistema que nos asegura la libertad ciudadana, afirma que seamos nosotros quienes designamos nuestros representantes y quienes administraran los recursos del Estado, es decir, los recursos de todos.

Sin embargo, los números marcan que, por cada año de democracia, ha aumentado un punto porcentual la pobreza. Es hora de detener esta hemorragia. No podemos permitir que esto siga profundizándose, merecemos emerger, edificar la salida. He aquí el desafío, el de construir. La narrativa argentina es constante, parece repetirse una y otra vez. Las generaciones que nos anteceden cuando nos hablan nos dicen “ESTO SIEMPRE FUE ASÍ”, entonces, ¿Qué hacemos? ¿Nos resignamos y miramos la historia repetirse? Me niego a permanecer quieto y no ser protagonista de un cambio. Debemos trabajar en ser mejores, en lograr ser una sociedad plural sujeta al Estado de derecho, que dialoga y busca soluciones comunes a los problemas que nos inquietan.

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Como actores de una democracia joven en un país joven, tal vez debamos que hacer cosas distintas para generar resultados distintos.

En la Argentina se aproxima una nueva etapa institucional donde será fundamental establecer pilares, poner en valor lo argentino, construir más argentina y mejor argentinidad.

En ese contexto es legítimo pensar en coaliciones de gobierno, de unidad nacional, donde cada fuerza pueda aportar sus mejores hombres en las áreas donde cree que puede fortalecer al conjunto de la sociedad y nuestro país.

No queremos desperdiciar el futuro del país y hay discusiones importantes para dar hacia adelante para evitar que ello suceda.

Aspiramos a un sector agropecuario que siga siendo motor exportador, pero en el que no recaiga todo el peso y la presión para generar entrada de divisas, para ello hay que fomentar otros sectores y por eso ambicionamos una industria nacional fuerte, federal, integrada verticalmente con más cadena de valor,que sea fuente inagotable de trabajo para los/as argentinos/as.

Precisamos para ello, una educación pública gratuita y de calidad, que genere una sinergia con los sectores productivos e industriales para la integración definitiva del mundo educativo con el laboral y que sea base de una sociedad con movilidad ascendente.

 También debemos generar transformaciones en el sistema laboral, modernizándolo, pero sin resignar derechos conquistados por los trabajadores y al mismo tiempo generando previsibilidad en las empresas, debemos retomar una agenda federal, de progreso, donde ningún argentino se sienta postergado.

Sumar capital de trabajo y un punto importante para el futuro próximo que es el de concebir la capacidad de añadir valor industrial a nuestros recursos naturales, esos que el mundo demanda y que nuestra geografía tiene la capacidad de abastecer.

Esta nueva etapa política que se abre nos obliga a trabajar unidos, a abandonar la idea de pretender la ruina del otro, pero sobre todas las cosas nos obliga a creer hondamente en Argentina y en los argentinos. Pensemos en el futuro y el desafío en el que comenzaremos a transitar.