OPINIóN
Sociedad

Educación, equidad e inclusión

El Diseño Universal para el Aprendizaje es un modelo pedagógico procedente de la Arquitectura. Con un diseño flexible, contempla opciones personalizadas, para que cada alumno participe mejor en el aula heterogénea de hoy. Así, avanzará desde sus posibilidades.

Certificado de discapacidad: el Gobierno nacional prorrogó los vencimientos
Certificado de discapacidad: el Gobierno nacional prorrogó los vencimientos | TELAM

Vivimos en un mundo en plena transformación. Cada día se habla más de diversidad, inclusión y equidad, pero ¿Cuánto sabemos en verdad sobre estos temas? ¿Cómo podemos contribuir a que nuestra sociedad sea más justa, tolerante y equitativa?

Históricamente, la discapacidad ha sido entendida desde una perspectiva médica, que atribuye las causas de la “deficiencia” a los problemas de salud física o psicológica inherentes a la persona, tales como, baja audición, ceguera, bajo coeficiente intelectual, etc. sean estos congénitos o adquiridos.

Sin embargo, desde la década de los años setenta aproximadamente, asistimos a un cambio de paradigma, conocido hoy en día como el modelo social de la discapacidad. Uno que sostiene que la discapacidad no se produce únicamente por las “deficiencias” de la persona, sino que se origina cuando entra en contacto con un ambiente social que no la incluye plenamente, o que le pone obstáculos en el acceso a derechos y oportunidades.

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No es sorpresa encontrarnos con escuelas que aún no cuentan con los recursos físicos ni humanos para garantizar una enseñanza de calidad para todos. Un ambiente que no se compromete con el desarrollo de todas las personas en el mayor nivel de sus posibilidades es un entorno discapacitante.

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Reiteradamente escuchamos una amplia variedad de términos al definir a una persona que transita una discapacidad de manera temporal o permanente. Algunos resuenan con mayor frecuencia en lo cotidiano, como “persona con capacidades diferentes”, “discapacitado”, “persona con discapacidad”; otros son más novedosos como “persona con diversidad funcional” o “persona neuro diversa”.

Hoy en día, hay suficiente consenso sobre la idea de que los términos “discapacitado” y “persona con capacidades diferentes” son estigmatizantes o no representan la vivencia de una persona en situación de discapacidad. En cambio, las denominaciones “persona con diversidad funcional” o “neuro diversa” suponen un cambio de paradigma en la medida que no llevan implícita la idea de una disfuncionalidad, sino de una distinta.

Hay ciertas partes del cuerpo que tienen un funcionamiento diferente respecto a la media de la población; sin embargo, esto no implica necesariamente una problemática. Aún con esta consideración, en Argentina, el término que mayor consenso reúne, tanto de organismos públicos como privados, es el de “persona con discapacidad”, anteponiendo a la persona por sobre la condición.

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Creo firmemente que los nuevos términos reflejan el intento por superar el modelo clásico de la discapacidad y por adoptar una perspectiva que reconozca y valore la diversidad como una oportunidad.

Tanto de manera local como mundial, la legislación avala ampliamente la participación plena de las personas con discapacidad en entornos ordinarios (escuelas, plazas, espacios públicos, etc.).

En educación, vemos grandes avances en términos de aulas cada vez más heterogéneas, debido a que más alumnos con discapacidad acceden a matriculas en escuelas comunes. No obstante, aún vemos que se sigue planificando la enseñanza para un “alumno promedio”; para aquel que aprende en los tiempos que el sistema propone, y luego, sobre la base, se implementan ajustes razonables para aquellos que presentan otros ritmos de aprendizaje o requieren otros métodos de enseñanza.

No obstante, para que la educación sea verdaderamente inclusiva, es necesario un cambio de lógica.

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Una manera de aproximarnos hacia una enseñanza para todos es el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), modelo pedagógico procedente de la Arquitectura. Supone un diseño flexible, que contempla opciones personalizables para que cada alumno avance desde donde está, desde sus posibilidades actuales. La principal propuesta de este modelo es que el docente plantee distintos caminos o alternativas para llegar a un mismo objetivo.

En la práctica, puede implicar diseñar distintos niveles de desafío en las actividades, proporcionar alternativas de presentación de la información (diferentes canales sensoriales), ofrecer distintas opciones para demostrar lo aprendido, entre otros. Dependerá de las características del grupo, en especial, de aquellos que reconocemos como alumnos desafiantes, ya que, cuando planificamos con especial atención en ellos, planificamos para todos.

Si logramos incorporar la lógica de los “diferentes caminos” al momento de planificar, lograremos que cada alumno elija la opción con la que se sienta más cómodo y seguro para aprender. Así estaremos diversificando la enseñanza y, a la vez, generando un clima de seguridad desde el cual avanzar hacia aquellos aspectos más desafiantes.
 

* miembro del Equipo Educación UADE