En la actualidad hay un anhelo escapista de “estar siempre en otro lado…con alguien más”, es que el deseo necesita novedad -dice Ester Perrel- y la rutina lejos de novedad es la costumbre de hacer algo de un determinado modo.
Después de muchos años de pareja, ¿te podes cansar del sexo? -pregunta Andrea en una sesión sexológica- Y lo que podemos decir es que con el pasar de los años si no le metemos novedad, la rutina nos achata y el fuego se apaga.
Según Peré Estupinya, divulgador científico, cuando nos enamoramos el cerebro nos traiciona y sólo queremos estar con esa persona y que esta persona no esté con nadie más, ello se explica porque somos primates y como tales tenemos una tendencia a la monogamia, es decir formar parejas estables. Pero también tenemos tendencia a la infidelidad, porque no es lo mismo la monogamia social, que es querer formar una pareja y tener hijos que la monogamia sexual, esto es disfrutar sexualmente con esa persona. La mayoría de las especies no son monógamas sexualmente. ¡Que problema!
Poliamor y relaciones abiertas: ¿nuevas formas de encuentro o de desencuentro?
Y si nos revisamos desde dónde nos posicionamos para mirarnos a nosotros y nosotras mismas, si hay algo de lo “biológico” que nos impulsa a enamorarnos y querer estar con “esa” persona solamente y por otro lado, si lo “cultural” nos impregna de mandatos sobre el “estar en pareja” y amar posesivamente a “sólo” una persona.
Se puede decir, sin cerrar posiciones que hay un poco de todo esto, ya que somos seres biológicos y culturales, por ello tenemos un cerebro que responde con un sistema nervioso y hormonas y un sistema cultural armado para que estemos en pareja y tengamos descendencia. Y que la misma naturaleza a la vez nos impulsa a estar sólo con una persona y también a desear a otras. En fin, ¡Un lío!
Se ven en la actualidad modos “alternativos” de relacionarnos sexo afectivamente, como poliamores, relaciones abiertas, experiencias swinger, tríos y muchos más. El interrogante sería: ¿Estos modos de relacionarnos pueden ser sostenidos en personas cuya educación ha sido impregnada por el modelo de amor romántico, la pareja monógama y la posesividad? Y sumemos lo que la biología nos marca.
Por ello podríamos decir que si no deconstruimos todo este bagaje cultural que llevamos impregnado de armar y llevar adelante un modelo de pareja monógama, los otros tipos de relaciones van a ser difíciles de sostener. Aun dejando aquí señalado que también el modelo de la monogamia nos resulta difícil de sostener. Uh, bueno, no aclares que oscurece.
Si como nos plantea Peré Estupinya, nuestro deseo no es monógamo. Y si no hay encuentros sexuales en la pareja, si la rutina se adueña de la vida erótica de la pareja y entran los Otros, Otras, Otres. Empieza el juego de las jerarquías de las personas en la relación y aparecen papeles secundarios, papeles principales…una estructura de jerarquías.
Meditemos por un segundo…¿por qué nos sumergimos en la dolorosa situación de ser el segundo o segunda en la lista de amores de alguien? ¿Por qué entramos en la competencia: ¿qué tiene ella? ¿Qué te hizo sentir él? ¿Es mejor que yo en la cama? ¿Sólo se trata de tener sexo? ¿Qué es lo que perturba? Porque nuestra construcción sobre el ideal romántico nos graba a fuego: sos mío, sos mía…y de nadie más. Y entonces la aventura amororosa es lo que me angustia, la pasión reactivada, esos intercambios íntimos, las declaraciones…¿Qué sentís con ella que no sentís conmigo? ¿Hay que saberlo? ¿Quiero saberlo? ¿Para qué?
Monogamia instituida con el carácter de exclusividad sexual, deseo espontáneo por siempre y amor y comprensión eterna. ¿No será mucho? Cuando se jura que se va a amar toda la vida, me pregunto: ¿Puede alguien jurar que va a amar toda la vida? ¿Puede alguien jurar que la/lo va a desear toda la vida? Y si, lo puede prometer, pero de acá a cumplirlo hay un largo camino.
Escucho frases que me dicen algunas parejas: “somos como amigos”, “ya no tengo deseo, no tenemos encuentros sexuales…necesitamos ayuda” Estas personas manifiestan sufrimiento porque no desean a su pareja, porque hay un problema en el terreno sexual, no obstante la/lo quieren como su compañero/a de vida e incluso como padres-madres de sus hijos.
Está muy claro que somos complejos como humanos, y que el deseo tal como es exquisito también está en el terreno de lo incontrolable e ingobernable. En todas las modalidades amatorias, eróticas, sexo-afectivas, en todas las relaciones siempre habrá algo de la posesividad, de la exclusividad y de la competencia. Está en nosotros y nosotras animarnos a explorar, revisarnos, poder salir de lo chipeado y bucear por lo hondo de nuestro deseo.
Siempre con responsabilidad afectiva y amorosidad, porque ya nos sobran motivos para demostrar que la posesividad y los celos nada saludables nos aportan y que está en cada persona el poder encontrar los modos de vinculación que pueda sostener un vínculo amoroso respetuoso.
Como dice Laura Kipnis: ¿Y si modificás efectivamente tu vida? Lo que sólo está reservada a un puñado de audaces…¿Te animás?
¡Que el conocimiento sexual nos haga libres!
*Lic. Analía Lilian Pereyra. Sexóloga Clínica y Educativa. MP: 22-1773. IG: @licenciadaanaliapereyra.