OPINIóN
Salud

Obesidad, genes y laberinto familiar

Comúnmente se cree que el obeso es el miembro enfermo de la familia. En realidad, el sobrepeso es la manera de mostrar que algo está desajustado en el entorno familiar. En cierto punto, el obeso es el miembro más sano de la familia.

Obesidad
Obesidad | Cedoc

La infancia es una etapa crucial en el aprendizaje y la consolidación de hábitos saludables que definen el estilo de vida de una persona, es por esto que el entorno familiar es muy importante en relación a la comida, el cuerpo, el peso, creencias y formas de pensar que se desarrollan. 

La personalidad de un sujeto está formada por un niño interno, donde se guardan los deseos, emociones y gustos; una parte adulta, la parte más racional, que se fija en las causas y consecuencias, en lo que conviene a largo plazo; y una parte parental, donde se alojan todos los mandatos y formas de enseñanzas que se repiten de los propios padres. 

Durante los primeros años, esa parte adulta no está formada, por lo que no se puede pensar en causas-consecuencias ni en lo que es beneficioso a largo plazo. De esta manera lo que los padres dicen y enseñan se convierte en un marco de referencia, para pensar y actuar en la vida. De acuerdo a los aspectos propios de la personalidad este marco de referencia se va a vivir por imitación (haciendo lo que vimos y oímos de nuestros padres) o por oposición (buscando hacer lo opuesto a lo que nuestros padres dijeron o hicieron). 

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Es de esta manera que lo que la familia enseña en los primeros años, especialmente hasta los ocho años de edad, se va convirtiendo en un mensaje que la mente inconsciente guarda y pone en acción en la vida. 

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Los mandatos parentales, estos primeros años son el fundamento sobre el que se construye la trama de la propia historia, son el inicio del libreto donde se escriben los pensamientos, sentimientos y acciones que guiarán el camino a lo largo de la vida. 


Obesidad y laberinto familiar


Muchas familias, por ejemplo, tienen una enseñanza que se fue transmitiendo de padres a hijos en tiempos de posguerra, dónde hay que comer todo, y no dejar sobras en el plato, simplemente porque “está mal hacerlo”. En estudios sobre la relación entre padres e hijos a la hora de la comida, se observó que un alto porcentaje de padres estimulan a sus hijos a comer más allá de las señales de que el propio cuerpo da de está satisfecho, en un esfuerzo por entregar una buena nutrición a sus hijos. El cuerpo dice “basta ya estoy satisfecho”, pero los padres dicen “comé más”.

La obesidad y el sobrepeso, se transmiten más allá de los genes, en las costumbres y los estilos de vida de cada familia, los hijos aprenden y repiten lo que los padres enseñan sobre alimentación y actividad física. Las personas que crecen en una familia con hábitos de alimentación inadecuados y que llevan un estilo de vida sedentario (con mucho tiempo frente a la televisión, los videojuegos y la computadora), poseen estadísticamente un riesgo del 33% o más de padecer sobrepeso u obesidad.

A la hora de comer los padres pueden mostrar muchas conductas diferentes a sus hijos, restricciones, permisos, premios, castigos, presiones, monitoreos, responsabilidades. Cada niño va a interpretar esas conductas de los padres y llevarlas a su vida de una manera diferente. Un problema surge cuando en el ambiente familiar se dan dobles mensajes o mensajes contradictorios. 

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En un doble mensaje hay un mensaje lógico, racional, brindado de una manera verbal y adulta y un mensaje inconsciente, muchas veces mostrado a través de las acciones o conductas. Estos mensajes son contradictorios u opuestos. 

Cuando un miembro de una familia es obeso, todos los demás se ven comprometidos en el problema. 

Quien tiene este trastorno necesita un grado amplio de apoyo para alcanzar el éxito y los cambios de hábitos de vida que conviene realizar van a influir en la dinámica familiar. En cualquier caso, muchos de los cambios que se van a llevar a cabo van a brindar una vida más sana a la comunidad familiar y pueden ser asumidos por todos sus miembros. 

Comúnmente se cree que el obeso es el miembro enfermo de la familia, cuando en realidad la obesidad es una manera de mostrar que algo en el entorno familiar está desajustado, por lo que en realidad el obeso es, hasta cierto punto, el miembro más sano de la familia: él se anima con su cuerpo a denunciar, a mostrar, el problema. 

Es posible que inconscientemente la familia no colabore para que el obeso pueda realizar un cambio de vida. En muchas oportunidades cuando el miembro de la familia que presenta el trastorno comienza un proceso de cambio y sanidad, la familia escala en sus acciones para que ese miembro vuelva a sus viejas conductas, siendo esto un mecanismo inconsciente, lo hacen porque necesitan que esa persona sea el chivo expiatorio, el que carga con los males de la familia, porque si sale de ese rol, cada uno debe hacerse cargo de sus propias cosas a sanar. 


Genes, obesidad y socialización


La comida es uno de los ejes centrales de la vida social, asociamos los encuentros con la comida, el placer está en el comer con otros. También se educa y se transmiten valores sociales culturales y religiosos con la comida, como por ejemplo las comidas calóricas en Navidad, los chocolates en Pascua, o el diferenciar las comidas típicas de cada cultura.

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A medida que vamos creciendo nos encontramos con nuevos espacios de socialización, el jardín de infantes, el colegio, iglesias, clubes, etc. Es en esos espacios donde lo que aprendimos en primer lugar, en la familia, se confirma o se desestima. Así van aumentando las personas de influencia, con sus opiniones, creencias, actitudes, y con el impacto que producen en el inconsciente de este niño. Las creencias sociales, la aceptación o no, lo que se diga sobre gordura, obesidad, dietas, cuerpo, van a formar parte del contenido de sus recursos y estrategias para pensar estos factores.


*(MN: 66869), Dr. en psicología, docente, tallerista y autor