OPINIóN
La mancuerna

Por ahora, la franqueza del presidente es un enigma

El dinero lubrica al poder y sin él se vuelve impotente. La frase “no hay plata” carece de inocencia y resulta de una franqueza a medias. Como decía Goethe “pensar es fácil, obrar es difícil”

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El Presidente Milei envió al Congreso el proyecto de Ley de Bases | Noticias Argentinas

Un político -o toda persona que aspire a serlo- podrá pavonearse con muchas de sus cualidades, aunque nunca de su inocencia. Muchos analistas y políticos profesionales pensaron que el actual Presidente, con una carrera política meteórica, era cándido. Confundieron, comprensiblemente, ingenuidad con franqueza. Y destaco este asunto porque en la enorme literatura occidental se suelen presentar como caras de una misma moneda, algo útil para la especulación, pero totalmente inadecuado, como se verá, para el análisis político.

La franqueza, un atributo del que alardea el Presidente Javier Milei, está asociada o hace mancuerna, de manera contingente, con la filosofía política que manifiesta tener. Con hacer mancuerna se quiere resaltar que una sirve de bastón a la otra, y viceversa.

Como metáfora del estado general de las múltiples instituciones del Estado, la crudeza de la frase “no hay plata” se apoya, finalmente, sobre la filosofía política libertaria: achicando el Estado se solucionarán varios de los problemas que actualmente nos aquejan.

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Por otra parte, la bocanada libertaria de libertad inyectada en el DNU y en el “Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” se apoya sobre años de injerencia desmesurada del Estado en los planes de vida de los ciudadanos (lo que incluye, claro está, la falta de franqueza de la “casta”).

Para el Presidente, la franqueza abraza la libertad porque la libertad requiere de la franqueza. Sin embargo, ¿es posible que ambas se desconecten? O para decirlo mediante una exquisita idea de Max Weber: ¿es posible que las circunstancias políticas obliguen al Presidente a poner los dedos entre los dientes de la Historia? Se puede especular con dos escenarios.

Para una longeva tradición del pensamiento político, que el politólogo estadounidense Bueno de Mezquita ha revitalizado creativamente, un gobierno -cualquiera sea su orientación ideológica y doctrinaria-requiere, si desea mantenerse en el poder, hacerse con dinero, es decir, presupuestos.

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En esta línea de pensamiento, el dinero lubrica al poder; sin dinero el poder se vuelve mustio e impotente. Si nos atenemos a este marco de análisis, la frase “no hay plata” carece de inocencia, pero resulta de una franqueza a medias.

La filosofía libertaria del presidente abraza sólo una parte de la franqueza, la otra se escapa por los senderos de la terracería del poder. Puede suponerse que los libertarios no lo hayan sabido puesto que, como dice Herman Melville (Las Encantadas), nadie aprende mediante un aviso, sólo a través de la experiencia.

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Ahora en el poder están atados al duro banco cuya estructura requiere dinero para gobernar. ¿Cuál de los dos dedos (franqueza o principios libertarios) colocarán en los dientes de la Historia?

Si nos atenemos al DNU, al paquete de leyes y a las promesas de nuevos envíos legislativos parece que el Presidente escabulle el dedo libertario. Para reflexionar sobre ello, cabe recordar que el gran Johann Wolfgang von Goethe supo decir en cierta ocasión: "Pensar es fácil, obrar es difícil, obrar según el pensamiento es lo más difícil del mundo."

Muy certero lo anterior, ya que las utopías y modelos ideales nacen esterilizados y secos, mientras que la Historia y la Naturaleza, en cambio, son sucias y húmedas.
Que es lo mismo que decir que si la acción gubernamental no está dispuesta a negociar (humedecerse y ensuciarse) resultará una iniciativa inconclusa, es decir, ideal, pero estéril. La parte de la franqueza que se adentra al enigma del poder pide pragmatismo, la parte que se aferra a la filosofía libertaria pretende negarlo. Habrá que esperar, aunque quizá los dos dedos terminarán triturados por los dientes de la Historia.

Por ahora, franqueza y filosofía libertaria viajan juntas y el gobierno sigue exponiendo su beneficio mutuo. El gobierno las considera una mancuerna imbatible, a tal punto que el presidente Milei podría hacer suyas las palabras del beisbolista Babe Ruth: “No se puede vencer a quien no sabe rendirse”. Percibiéndose él como un “león”, en su mapa político no aparece la vieja leyenda Hic sunt leones. Pero aparecerán, de lo contrario no habría política.

*Investigador del CONICET; Licenciado en Ciencias Económicas