OPINIóN

Rosario narco | La Sinaloa del Paraná, capital nacional de la vaina servida

Los "soldaditos" narcos han llevado el nivel de violencia en Rosario a nuevas dimensiones, con 20 balaceras por día. Con Los Monos en prisión y el gobierno de Omar Perotti sin capacidad de reacción, reina la anarquía.

Narcotrafico rosario 20201026
Narcotrafico rosario | agencia NA y CAPTURAS

“Parte del desmadre narco en Rosario se explica porque los referentes más grandes están presos o muertos. Hoy la calle está ganada por pibes que se disputan territorio entre ellos. No hay quién los pare. Pensá que un soldadito gana entre 60 y 70 mil pesos, cómo competimos desde la Vecinal con talleres de electricidad si la tienen más fácil trabajando para un narco.” Así resume Nadia, una referente del barrio FONAVI Supercemento, ubicado en la zona oeste de Rosario. Allí, varios departamentos de los monoblocks fueron copados por bandas que venden y distribuyen en la zona.

Esta es un postal que se repite en casi todos los barrios de Rosario, donde la fiscal general María Eugenia Iribarren afirmó que “hay 20 balaceras por día”, con un saldo, en lo que va del año, de 166 muertos, -superando los 158 que hubo en todo 2019- hizo que desde las redes sociales ya se ha bautizado a la ciudad como la Sinaloa del Paraná, capital nacional de la vaina servida. 

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Hace un siglo, Rosario era conocida como la Chicago argentina. En sus barrios había familias que se disputaban el territorio; eran tiempos de la mafia en que Chicho Grande y Chicho Chico luchaban por el negocio de la trata y la prostitución. Hoy la ciudad está atravesada por disputas narcos que han sembrado de vainas servidas sus calles. El paralelo entre ambas épocas, con diferencias y similitudes, es la complicidad policial, judicial y del poder político.

Omar Perotti, llegó a la gobernación de Santa Fe con el eslogan de campaña “Paz y Orden”, prometía ocuparse de la violencia que el socialismo, por complicidad e incapacidad, dejó que se multiplicara. Así, apellidos como Cantero, Bassi, Camino, Funes, Medina, Ungaro o Alvarado fueron copando las páginas policiales de los diarios locales en la última década.

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“Los soldaditos son cada vez más chicos. Antes había tipos más grandes, que ordenaban, había un respeto. Ahora esa gente está presa o muerta y se produce cierta anarquía. Las segundas líneas, pibes de 20, sin formación, salen a tirar por tirar. Las nuevas camadas están dispuestas hacer cualquier cosa. Ellos saben que tienen una vida corta: que caen en cana o mueren”, explica el hombre del Club 20 Amigos y sigue: “ellos tienen sus jerarquías: primero les dan un celular para que hagan de campana, si hay móviles policiales cerca, mandan mensajes al bunker. Después están los que portan armas y son los que cuidan. Entre ellos hay como un status” y se lamenta que por la cuarentena muchos chicos al no estar en la escuela están en la calle, “y ante la falta de trabajo aumentaron el delito y los arrebatos”

Empalme Graneros, Grandoli, 7 de septiembre, Tablada, Vía Honda, Ludueña, Villa Banana, Triángulo, Las Flores, conforman el mapa de la Rosario que sangra. Mientras, el ministro de seguridad provincial Marcelo Saín hace de comentarista y apunta al líder de la banda narcocriminal Los Monos, Guillermo Cantero -detenido en la cárcel de Marcos Paz- “quiere quemar Rosario, la ciudad es una fábrica de sicarios y gatilleros” que se disputan el control de la droga. Algo que todo el mundo sabe, hace años y poco o nada se hace desde las altas esferas para combatirlo.

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Mientras Saín comenta las bandas narcos ganan los barrios y ocupan el lugar que el Estado se ausenta. “acá pusieron las luces de la plaza y cuando hace falta para remedios, te los consiguen, entonces, en muchos casos, se crea un vínculo, y cuando hay allanamientos y la policía pregunta nadie vio nada. Esto es peligroso porque hace unos años los mismos vecinos se juntaban y tiraban un bunker abajo, hoy se fueron acostumbrando y es muy triste ver cómo le van ganando a la pibada. En la Vecinal dábamos taller de electricidad y lo tuvimos que dejar porque es más fácil trabajar de soldaditos. Son chicos que ya están jugados, sin futuro en un país que tampoco brinda esperanzas”, finaliza resignada la mujer que ha recibido amenazas por haber denunciado lo que ocurre en el barrio.

* Periodista.