En cada elección se produce un contrato tácito entre los ciudadanos electores y sus futuros representantes. La base del contrato está dada en la demanda social del momento, que varía en el tiempo. Elegimos a nuestros representantes bajo la necesidad de que nos resuelvan nuestros problemas.
La situación se complica cuando, una vez elegidos, aparece un problema que no figuraba en el contrato original y el gobierno no sabe qué hacer con él. Los gobiernos eficientes son aquellos que se adelantan a las problemáticas ciudadanas y las resuelven.
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A Raúl Alfonsín se lo contrata (elige) para recuperar la democracia, cosa que hizo maravillosamente bien pero en un momento dado de su mandato se presentó un nuevo problema, la inflación, que no supo manejar y terminó definiendo su salida anticipada. Carlos Menem es contratado para resolver el problema de la inflación, problema que resolvió. La desocupación fue una de las consecuencias de su programa de gobierno y no tuvo las herramientas para encararla. Fernando De la Rúa es votado bajo el mandato social de acabar con el desempleo y la corrupción. No hace falta que recordemos a cómo termina su gobierno y que renuncia por no poder garantizar la gobernabilidad.
Continuando con la zaga de contratos y problemas no resueltos, podemos señalar que Eduardo Duhalde fue elegido bajo la demanda social de gobernabilidad y estabilidad. Logra cierta estabilidad económica pero las movilizaciones sociales (no gobernabilidad) hacen que dé un paso al costado y llame a elecciones. Néstor Kirchner es contratado/elegido bajo la necesidad de recuperar la gobernabilidad y preservar la frágil estabilidad económica. Logra cumplir con creces las cláusulas del contrato social y Cristina Fernández de Kirchner asume la presidencia con el objetivo (demanda social) de instaurar una mayor institucionalidad en el país. La economía fue el talón de Aquiles de su gobierno, razón por la cual Mauricio Macri es votado para recuperar la economía. Pero al igual que a sus antecesores, se le presentó un problema que no pudo superar: la inflación.
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Finalmente Alberto Fernández, junto a Cristina Fernández, fue elegido en un contexto social donde se demandaba una menor inflación y por ende una mejor situación económica. Es probable que a este gobierno se le haya presentado el mayor “cisne negro” que es el Covid-19 y esto haya desarticulado las posibilidades de cumplir con su contrato original, pero todavía tiene dos años por delante.
Como hemos visto hasta aquí, todos los gobiernos son elegidos con un mandato social que responde a un clima de época, y este mandato cambia de acuerdo a las circunstancias. Pero la supervivencia de los gobiernos está basada no solo en que cumplan con las cláusulas del contrato original, sino en que puedan adelantarse a los problemas que surjan durante su gestión. Y si esto no sucede, los ciudadanos saldrán a la búsqueda de quienes sí puedan resolverlos.
* Santiago Lacase. Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales (Universidad Católica Argentina). Posgrado de Negocios (IAE). Presidente de Agora Public Affairs & Strategic Communications.