PERIODISMO PURO
Entrevista - Video

Gabriel Rabinovich, glicobiólogo como Houssay, identificó la proteína que podría curar 25% del cáncer

El doctor en Ciencias Químicas y director del laboratorio de Inmunología, del Instituto de Biología y Medicina Experimental, dependiente del Conicet, es uno de los científicos más destacados de la década, sus estudios han logrado identificar y develar la función de las galectinas, proteínas de las células del sistema inmunológico y su protagonismo en el desarrollo del cáncer y las enfermedades autoinmunes. Reciente Premio Konex de Brillante, acaba de anunciar el lanzamiento de Galtec, una empresa biotecnológica público-privada que generará retornos al Estado nacional, después de 30 años de investigación.

Gabriel Rabinovich 20231117
Gabriel Rabinovich en la entrevista con Jorge Fontevecchia | MARCELO DUBINI

—Necesitaría una explicación somera para principiantes de qué es la glicobiología. 

—Muchísimas gracias por la invitación, es un placer y un gran honor. Nosotros trabajamos en las fronteras, en la interfase de dos disciplinas. Una es la inmunología, que es la ciencia que estudia nuestras defensas y cómo nuestras defensas, los linfocitos, que son las células centrales y otras células, nos defienden frente a distintos peligros. Esos peligros pueden ser microbios, pero por otro lado, también tumores que están creciendo. La glicobiología, por el otro lado, es la ciencia de los azúcares. Como dice la palabra glico, es estudiar cómo los azúcares se van comunicando con distintas proteínas, que reconocen estos azúcares, y cómo van modulando la función de las células. Es la biología de los azúcares, así como distintas macromoléculas como los ácidos nucleicos, el ADN, el ARN, y las proteínas son estudiados, nosotros estudiamos los carbohidratos. Cómo los carbohidratos señalizan de alguna manera cuando están en la superficie celular, y son codificados por proteínas que entienden qué es lo que están codificando. Entonces, trabajamos en esa interfase, en esas fronteras, entre la inmunología y la glicobiología, con unas proteínas, que venimos trabajando desde hace treinta años, que se llaman galectinas. Las galectinas son justamente proteínas que se acercan a la superficie de un linfocito, o de otras células, pero los linfocitos son las células de nuestro sistema inmunológico, decodifican una información y le dicen a ese linfocito qué tiene que hacer, si tiene que morirse, proliferar, vivir, defendernos o tiene que frenar esas defensas. Entonces, de alguna manera esto es lo que comenzamos a trabajar hace treinta años, a través de un descubrimiento, diría casi inesperado, una serendipia, donde a partir de un anticuerpo que cuando era estudiante, yo estaba trabajando en el departamento de Química Biológica, generando anticuerpos y a partir de eso, identificamos una proteína, que hoy en día sabemos que se llama Galectina 1. Esta proteína lo que hace es eliminar linfocitos. Ustedes me preguntarán ¿por qué eliminamos linfocitos? ¿Cuál es el sentido fisiológico de que eliminemos linfocitos? Cuando tenemos la invasión de un microorganismo, un virus, por ejemplo, el virus que causa el covid, o un tumor que está creciendo, cualquier amenaza, necesitamos un ejército de linfocitos para poder eliminarlo. Pero llega un momento que ese ejército de linfocitos, a los cuales llamamos clones, todos iguales que van a defender, tiene que volver a la normalidad, volver a la homeostasis, porque si no vuelve a la homeostasis y no vuelve a su número normal, corremos el peligro de que cause daño a nuestros tejidos y de que cause enfermedades autoinmunes. Galectina 1, la proteína que identificamos en el año 1993, tiene esa función. Esa fue la función fisiológica en la salud que nosotros vimos, es frenar las respuestas cuando se hacen exacerbadas y cuando hay peligro de que esto dañe. Por ejemplo, en la artritis reumatoidea hay peligro de que los linfocitos dañen las articulaciones; en la esclerosis múltiple, que dañen el sistema nervioso; en la diabetes, que dañen el páncreas. Lo que hace esta proteína es, cuando una respuesta inmunológica ya llegó a su pico, que vuelva a la normalidad, para que esos linfocitos no se vuelvan locos y empiecen a dañar nuestros tejidos propios y causen autoinmunidad. Esto fue bastante interesante porque al saber que Galectina 1, esta proteína que se liberaba de muchos tipos celulares, era capaz de eliminar linfocitos T, empezamos a probar en distintas enfermedades, por un lado, cáncer y por el otro lado, enfermedades autoinmunes. Nosotros le llamamos a esto: el caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.  

—¿Cuál es uno y cuál es otro?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—Galectina 1, uno se comporta como Mr. Hyde, como el malo de la película en cáncer, pero se comporta como el bueno de la película, como el Dr. Jekyll, en enfermedades autoinmunes. En cáncer, lo que vimos, es que los tumores producen muchísimo más de Galectina 1, que cualquier célula normal de nuestro organismo. Al haber tanto, cuando los linfocitos, que tienen la instrucción de eliminar el tumor, se acercan hacia el tumor, inmediatamente el tumor empieza a producir altos niveles de esta proteína Galectina 1, que mata a los linfocitos como un contraataque antes que los linfocitos eliminen el tumor. Existía un enigma muy grande en la inmunología, si tenemos un sistema inmunológico que reconoce un tumor como extraño, cómo puede ser que no lo elimine, por qué los tumores crecen, por qué hacen metástasis, por qué invaden nuevos tejidos si son reconocidos como extraños, como un microbio. Nosotros intentamos contestar, a través de nuestra investigación, esta pregunta y vimos que los tumores, a medida que se hacen más invasivos, producen más Galectina 1, tumores humanos, tumores de ratón también, a los fines de eliminar esas defensas antitumorales antes que los linfocitos maten al tumor. Ahí razonamos. Si bloqueamos esta proteína, podríamos abrir las barreras para que el ejército de linfocitos llegue y elimine el tumor. Y así fue lo que sucedió. Eliminamos a Galectina 1, del microambiente tumoral, utilizando distintas estrategias. Primero genéticas y también ahora anticuerpos monoclonales, y logramos que ese ejército de linfocitos llegue hacia el tumor y lo elimine. Algo que también nos pasó, es que cuando bloqueamos esta proteína, no solo los linfocitos eliminaban el tumor, que era muy bueno, era el principio de la inmunoterapia, sino también, veíamos que disminuía la cantidad de vasos sanguíneos. Un tumor se nutre de oxígeno y de nutrientes y forma, a medida que va creciendo, nuevos vasos sanguíneos para que le lleguen todo ese oxígeno y todos esos nutrientes. Esto es buenísimo, porque cuando bloqueamos Galectina 1, dejamos al tumor sin oxígeno, sin nutrientes, y a su vez, los linfocitos lo pueden matar, ahí nos entusiasmamos muchísimo con la posibilidad de que esto se transforme en una nueva terapia. 

“Creo mucho en el conocimiento y en generar una ciencia transformadora”

—La cura del cáncer. 

—Para la cura del cáncer, el tratamiento del cáncer. Y por el otro lado está la otra cara de la moneda, porque está Mr. Hyde, y está Dr. Jekyll, el bueno de la película. Dijimos que las enfermedades autoinmunes se caracterizan por una gran cantidad de linfocitos que dañan los tejidos. Entonces, hicimos el razonamiento opuesto, qué pasa si en esos casos damos más Galectina 1, para que elimine esos linfocitos. Así, generamos una variante de Galectina 1, muy estable en sitios inflamatorios, que elimina los linfocitos que están de más, aquellos que ya cumplieron su función para que no causen autoinmunidad. Lo aplicamos a modelos de artritis, de esclerosis múltiple, múltiples modelos de enfermedades autoinmunes y funcionó. Con lo cual, ahora tenemos dos posibles terapias y dos tecnologías, un anticuerpo monoclonal que neutraliza a Galectina 1, la bloquea en cáncer, y una variante de Galectina 1, para enfermedades autoinmunes. 

“La finalidad última del científico es beneficiar a la humanidad, y yo quería llegar a los pacientes”

—Eso lo lleva a crear Galtec, con su equipo de Ibyme lanzaron una empresa de base tecnológica, ¿cuál es la misión de la empresa?

—La misión de la empresa es traducir todos los descubrimientos que hicimos durante treinta años y estas tecnologías que generamos, tanto el anticuerpo monoclonal como esta variante, en medicamentos, en productos biofarmacéuticos que puedan dar más oportunidades a pacientes. Hoy en día, la inmunoterapia para el cáncer ha generado una revolución enorme con respecto a hace diez, veinte años.

—¿Esta idea de que hay medicamentos específicos para cada paciente? 

—Exactamente.

—Que valen centenas de millones de dólares. 

—Por suerte ahora están cubiertas, gran parte de la población que necesita la inmunoterapia, que son anticuerpos con otras moléculas diferentes a las galectinas, ha generado una revolución muy, muy grande. Hoy en día un 15%, un 20% de pacientes con distintos tumores, como tumores de piel, melanoma, tumores de pulmón, tumores de cabeza, de cuello, tumores de riñón metastásico, o colorrectal, se benefician de estas terapias. Sin embargo, hay un 80%, un 75% de pacientes que no se benefician, entonces nuestra idea con Galtec, es brindar más oportunidades para que con los anticuerpos antigalectina, podamos complementar a las inmunoterapias actuales. Por otro lado, las variantes de galectinas, para las enfermedades autoinmunes. Cuando tuvimos, en ese momento, esas dos tecnologías, dijimos: ¿y qué hacemos con esto? Queríamos llegar a los pacientes. Me habían pasado bastantes cosas en mi vida que me llevaron a tomar la decisión de que la finalidad última que tiene un científico es beneficiar a la humanidad y que quería llegar a los pacientes con esto. Había muchas opciones, había posibilidades de licenciar las tecnologías a una multinacional, posibilidades de que lo desarrollen otras personas. Con mi equipo decidimos armar una empresa de base tecnológica que pueda primero transformar, con buenas prácticas de manufacturas, estas tecnologías en medicamentos para ser presentados a las autoridades regulatorias más rigurosas, FDA, EMA, Anmat, etc.; y poder transformarlo nosotros, hacer nosotros ese ejercicio. 

—Concretamente, en Estados Unidos, en Europa, además de Argentina. 

—Exactamente.  Creo firmemente que la ciencia argentina no solo es capaz de importar o de traer tecnologías de afuera para poder aplicarlas, o conocimiento de afuera, sino también de generar nuevos conocimientos que puedan ser un faro, que puedan iluminar y transformarse en nuevas terapias, esa es un poco la función de Galtec.

Gabriel Rabinovich 20231117
TALENTO HUMANO ARGENTINO. “Tenemos dos posibles terapias y dos tecnologías, un anticuerpo monoclonal que neutraliza la Galectina 1, la bloquea en cáncer, y una variante de Galectina 1, para enfermedades autoinmunes”. (FOTO MARCELO DUBINI)

—¿Cómo es el tema de las patentes, del trabajo que han hecho, la propiedad intelectual, cómo se maneja desde el Conicet, cómo funciona una empresa pública y privada?

—En realidad, esta empresa es privada, nos licenciaron las patentes, tanto el Conicet como una fundación sin fines de lucro, Fundación Sales, para el cáncer, han apoyado cada vez que tuvimos un descubrimiento significativo, y que pudimos no solo publicarlo, sino antes, patentarlo. Es importante patentar para cuidar la propiedad intelectual antes, yo no sabía absolutamente nada de esto, nos convencieron de que era importante hacerlo y ahora estoy agradecido. Pero, básicamente presentamos las patentes, el Conicet y la Fundación Sales las mantuvieron a lo largo del tiempo, desde que fueron aprobadas en distintos países del mundo, nosotros tenemos la propiedad intelectual de esto en distintos países del mundo. Y ahora que el Conicet nos licenció la patente a través de un convenio muy interesante, en el cual nosotros nos comprometemos ante los hitos a cumplir, hacerle un retorno al Conicet del dinero que nos apoyó tanto, con becas, con salarios, apoyando nuestro proyecto y llevándolo adelante.

—Todo el dinero que el Conicet invirtió en ustedes, lo van a devolver, ¿sería ese el concepto?

—Ese sería el concepto, el retorno. Nosotros creemos en eso, esa es la forma en la cual en las universidades internacionales se hace y se trabaja, la idea es acompañar a los productos lo máximo que podamos. Va a llegar un momento que probablemente los tenemos que dejar ir, pero hasta llegar a una fase uno, en la fase dos. Ahora contamos con el apoyo privado de un grupo de inversores argentinos, White Lion, estamos muy contentos porque apostaron a nosotros. 

“Contamos con el apoyo privado de un grupo de inversores argentinos, que apostaron a nosotros”

—¿Galtec es la primera empresa de este tipo que desarrolla medicamentos a partir de descubrimientos hechos por ciencia básica argentina o existen otras experiencias? 

—No podría decir exactamente. Conozco la historia nuestra, desconozco si la podría generalizar. Sé que hay muchísima gente que en este momento está intentando traducir sus descubrimientos, muchos científicos, con un concepto ya no de la ciencia básica y aplicada como antes, en esta disociación, sino que es un continuo, donde la ciencia básica y la aplicada se van alimentando continuamente. Hoy en día vemos la creación de muchas empresas de base tecnológica, de startups, de spin off de universidades, hay muchos científicos y muchos investigadores que están con otros proyectos, por supuesto.

—¿Tiene una estimación de cuánto tiempo llevará para que esto mismo termine resolviendo la vida de los pacientes?

—Ahí hay dos puntos importantes. Esperamos, tenemos el deseo... y hemos hecho todos los planes y los proyectos, como para tener listos los productos con producción de buena manufactura, lo que se llama Good Manufacturing Practices, para poder presentar a las autoridades regulatorias en aproximadamente dos años y medio, que es el tiempo que va a llevar con la inversión ya generada. Una vez listo esto, la presentación puede tardar un año más y luego comenzar con los ensayos clínicos, la fase uno de seguridad y luego la efectividad. Para poder comenzar a inyectárselo a un paciente, esperamos que en dos años y medio podamos comenzar estas fases clínicas. Lo que tenemos ahora, que estamos muy satisfechos, son las dos tecnologías listas, hasta hace unos años era solo un descubrimiento, pero no teníamos las tecnologías, no teníamos un buen anticuerpo monoclonal que pueda bloquear Galectina 1, y no teníamos una buena variante de Galectina 1, para eliminar esos linfocitos que están de más. Ahora tenemos eso, la inversión, tenemos Galtec. Es un momento de mucho más optimismo, pensamos que tenemos un buen futuro y vamos a luchar para que esto suceda. 

“Tenemos las dos tecnologías listas; hasta hace unos años era solo un descubrimiento”

—Usted ha tenido posibilidades de quedarse en el extranjero y se quedó en Argentina, el último Premio Nobel comparado sería César Milstein, quien incluso ni siquiera decidió patentar su descubrimiento, él y toda su familia serían multimillonarios. Si Milstein se hubiera quedado acá, ¿hubiera podido descubrir lo mismo? ¿Por qué cree que Milstein quiso que no se patentara su descubrimiento? 

—Yo creo que eran otros tiempos. En realidad, cuando surgió la posibilidad de patentes, si no hubiera sido por la Fundación Sales y por gente que conocía de vinculación tecnológica, que decidió hacerlo, yo también estaba muy reticente, me hubiera pasado lo mismo. Creo mucho en el conocimiento y en generar una ciencia transformadora. De hecho, la ciencia tiene que generar inclusión, con lo cual este convenio que hicimos con Conicet incluye también la posibilidad de que todos los pacientes se beneficien de esto, no solamente los pacientes que puedan pagar. Con lo cual, si este proyecto fue hecho totalmente en la Argentina y lo cuidamos con la propiedad intelectual, de alguna manera, la idea es que todo esto se pueda expandir a toda la población. Que toda la población pueda beneficiarse, si esto realmente tiene éxito como deseamos con los pacientes. Para mí, Milstein es un ejemplo típico de cómo alguien que estaba trabajando en un proyecto de ciencia básica, porque él no decidió generar anticuerpos monoclonales, estaba investigando en genética de las inmunoglobulinas, y ahí llegó a generar los anticuerpos monoclonales. Es el ejemplo típico de por qué es importante apoyar la ciencia básica.

—Yo entrevisto a varias decenas de Premios Nobel por año, y siempre me encuentro una historia parecida, serendipia, estaba investigando otra cosa, no imaginó que lo iba a encontrar, iba por otro camino.

—En realidad fue una especie de frustración y crisis. Lo cuento siempre, porque esta es una historia de mucho esfuerzo y mucha resiliencia. Básicamente, cuando era estudiante, tenía 23 años en ese momento, estaba en la última materia de la Facultad de Ciencias Químicas, de la Universidad Nacional de Córdoba, cursando una materia llamada Química Biológica Especial, y ahí teníamos que elegir un laboratorio para hacer prácticas. A mí siempre me gustó la inmunología, me enamoré de la inmunología cuando cursé tercer año, cuando estaba en cuarto año y tenía que elegir un laboratorio, quería uno de inmunología, pero no había lugar. Sí había un lugar en el departamento de Química Biológica, y ahí conocí a mi primer mentor, Carlos Landa, mi primer maestro. Él trabajaba en algo que nada que ver en absoluto con la inmunología, trabajaba en la retina del pollo y en cómo las células se comunican entre sí. Él me dijo: “Yo sé que a vos, Gabriel, te gusta inmunología, te voy a enseñar a hacer anticuerpos”. Entonces, generamos anticuerpos, que son proteínas que inhiben a otras proteínas, en realidad, en conejos para poder reaccionar contra proteínas que él veía en la comunicación en la retina. Generé los anticuerpos, cuando terminamos, él me dijo: “Podés llevarte algunos, otros quedan en el laboratorio”, y los puse en la heladera de la casa de mis padres, creyendo que algún día me iban a servir de recuerdo.  Al otro año, hubo un lugar en la Cátedra de Inmunología, yo me recibí de Bioquímico en 1993, empecé a trabajar en un proyecto donde ningún resultado me salía, estaba un poco frustrado en ese momento...

Gabriel Rabinovich 20231117
DESAFÍOS DE LA CIENCIA ARGENTINA. “Lo más importante que le puede pasar a un científico es que haya otro científico en el mundo que quiera replicar los experimentos”. (FOTO MARCELO DUBINI)

—Y seguían en la heladera de sus padres. 

—Eso seguía en la heladera de mis padres, yo me había olvidado completamente. 

—Sus padres tenían el cuidado de no confundirlo con ninguna otra cosa. 

—Creo que sí. De hecho, cuando le hablé por teléfono a mi madre me dijo “sí, todavía están”. En ese momento, cuando entré a la cátedra de Inmunología, realmente fue complicado porque tenía un proyecto muy fuerte, pero no me salía ningún resultado. De hecho perdía concursos, becas, y cuento esto especialmente, para que la gente joven se dé cuenta de que hay muchas frustraciones en el camino, pero hay que intentar. Siempre digo que si lo podés soñar, lo podés lograr, pero un sueño solo se hace realidad si le das la oportunidad. A mí me dieron muchas oportunidades, y yo estoy extremadamente agradecido con la cantidad de oportunidades, porque en ese momento, primero donde yo no tenía resultados, en un momento me acordé de los anticuerpos que había dejado con mi primer mentor. Mi segunda mentora, Clelia Riera, mi directora de tesis, los uní, hablaron entre ellos, y dijimos, a ver si en los anticuerpos que había generado antes reconocían alguna molécula en el sistema inmunológico. Entonces, hicimos ensayos especiales y a la semana tuve el primer resultado, y fui tan feliz, el “Eureka”, ver que apareció una proteína, y fue esta proteína, que el anticuerpo reaccionó con esta Galectina 1, y de ahí empezó todo el camino. En la heladera de mis padres. 

—¿Cuánto tiempo estuvieron allí? 

—Un año en el freezer. Carlos, mi primer mentor, también tenía sus anticuerpos en la heladera. Yo guardé algunos de recuerdo, los que me había dado, y con estos reaccionaron y me salvaron la vida, porque si no, no hubiera tenido una tesis doctoral, jamás hubiera sido científico, no sé si hubiera trabajado en otro tema, pero básicamente cuando encontré esa proteína me vine a Buenos Aires, me tomé un colectivo y toqué la Facultad de Farmacia y Bioquímica, me permitieron secuenciar esta proteína. Iba tocando puertas de distintas personas, distintos científicos que yo ni conocía, decía: “acá tengo algo y quiero ver de qué se trata, cuál es la funcionalidad”, ahí aprendimos un montón de cosas, porque aproveché muchísimos recursos que tenía el país, y pudimos probar que Galectina 1, eliminaba los linfocitos T, que en enfermedades autoinmunes, esto era útil para poder suprimirlas, ahí surgieron otras oportunidades, como irme seis meses a Londres, al Imperial College, a hacer ensayos y a completar la tesis doctoral. Después, vino toda la parte de cáncer, que fue cuando ya terminé la tesis en febrero del 99, me vine a Buenos Aires, también por cuestiones personales. Primero llegué al tercer piso del Hospital de Clínicas, al Laboratorio de Genética, donde empecé a trabajar en cáncer con Leonardo Fainboim. Y de ahí, en el año 2007, el doctor Eduardo Charreau (quien falleció, en ese momento él fue discípulo del Premio Nobel Bernardo Houssay) y él me dijo: “en el Instituto de Biología de Medicina Experimental podríamos construir tu laboratorio”. Ahí, sobre la biblioteca que estaba anteriormente, que era del Premio Nobel, que para mí tenía una mística impresionante, ahí construimos el laboratorio nuestro, gracias al apoyo de la Fundación Sales, y de otras como Bunge y Born. Y sinceramente ahí comenzaron a venir muchísimos estudiantes a hacer la tesis, treinta estudiantes pasaron por el laboratorio, otros veinte doctorandos, y crecimos muchísimo hasta ahora que somos mitad del laboratorio y mitad Galtec. 

“César Milstein es el ejemplo típico de por qué es importante apoyar la ciencia básica”

—¿Es creyente, doctor? 

—Cuando era más joven mucho más. Crecí en el seno de una familia judía en Córdoba, fui al Colegio San Martín, aprendí hebreo cuando era chico, cantaba en el templo con el rabino. Después, me pasó la vida, pasaron muchas cosas en la vida. Tengo una mística particular, pero no estoy seguro de poder decir que sí.

—¿Por qué cree que le pasó a usted, es un elegido? Para los griegos, los suertudos eran elegidos de los dioses, se los respetaba porque eran elegidos para algo, ¿por qué cree que descubrió eso? Además, siendo muy joven, no después de cuarenta años de investigación, sino comenzando su carrera. Es más, está hablando de que todavía no tenía la tesis doctoral.

—Yo creo que lo descubrí porque soy muy terco y muy perseverante, soy muy curioso, además me encanta estar con amigos, hacerme amigos, todo esto es una construcción muy colectiva, sería muy egoísta decir que lo descubrí yo. Creo que este premio, y los que han pasado por mis manos, los cuales me exceden completamente, le pertenecen a mis maestros que me dieron toda la libertad y me inspiraron tanto, Carlos Landa y Clelia Riera. A mi grupo de Córdoba, al equipo, a los becarios y a tanta gente buena. Tuve excelentes experiencias con mis colegas, o sea, siento que me han ayudado mucho a llegar a este camino, y que es un premio para toda la Argentina, para todo el país. 

—¿Qué siente cuando, por ejemplo, escucha candidatos presidenciales decir que hay que cerrar el Conicet?

—Al principio me angustió, no me gusta escuchar eso, me parece que desconocen, que hay una ignorancia total de lo que hace el Conicet. Conozco muchísimos proyectos que son impresionantes, relacionados con todo lo que se hizo durante la pandemia, fue asombroso, con kits, vacunas, tecnologías. Pero aparte, más allá de eso, hay gente que viene trabajando, veía a mis colegas que ganaron también premios el otro día, en el Centro Cultural de la Ciencia, y me generan una admiración tan grande... Invitaría a estos políticos, a estos candidatos, a conocer lo que hacemos, porque la verdad es que es muy ofensivo, que después de trabajar y haber hecho un esfuerzo de tantos años, a veces no en las mejores condiciones, hay muchas luchas y hay épocas en las cuales las cosas mejoran y hay épocas en que no, y si nos comparamos con un laboratorio en Harvard, o en Stanford, a veces tenemos que luchar para conseguir un reactivo que tarda seis meses en llegar, y ellos los tienen overnight, las 24 horas, para poder hacer experimentos. Nos cuesta mucho viajar a Congresos, es muy difícil, los sueldos de los becarios, a pesar de que están mejores, todavía falta mucho más para poder trabajar. Pero escuchar a un candidato que dice “no” a la educación pública,  si no hubiera existido la educación pública yo no podría estar aquí hablando sobre la ciencia, la tecnología, y las oportunidades. El otro día, en mi discurso del premio, dije “todo se trata de oportunidades”, yo tuve muchas y siento que mi existencia tiene que ser para brindar más oportunidades a más personas. De eso se trata la vida, de eso se trata dirigir un país. Si uno quiere dirigir un país, tiene que dar más oportunidades a todos y generar muchísima más inclusión, esa es la forma que todos puedan acceder. 

“Fue complicado porque tenía un proyecto muy fuerte, pero no me salía ningún resultado"

—Una vez que esté madura su etapa de aplicación, ¿a cuántas personas en el mundo, sobre el total de los ocho mil millones de habitantes, le va a poder mejorar la vida la Galectina?

—Es una gran pregunta. Y de solo pensar en cáncer y en todos los modelos de cáncer en los cuales funcionó el bloqueo de Galectina 1, no solo en nuestro laboratorio sino en otros, hablamos de cáncer de piel, cáncer colorrectal, cáncer de pulmón, cáncer de mama, de los cánceres que son más frecuentes en la humanidad, y a su vez, de las enfermedades autoinmunes que también son más prevalentes, como esclerosis múltiple, artritis reumatoidea. Este paradigma puede llegar a iluminar nuevas terapias, obviamente queremos ser cautos porque todavía esto no ha llegado a los pacientes, nos falta caminar este tramo de las fases clínicas. Muchas cosas han funcionado muy bien en modelos experimentales, pero tenemos mucho optimismo, porque en realidad, funciona muy bien y hemos podido… no solamente nosotros, sino distintos laboratorios en distintos lugares del mundo han podido replicar nuestros resultados. Siempre digo que cuando empecé tenía el síndrome del impostor, esta cosa de que aparecía Galectina 1, en tumores, aparecía en autoinmunidad, íbamos haciendo cada descubrimiento y no sabíamos si esto realmente iba trascender, iba a ser importante. Está bueno publicar, está bueno patentar, pero lo más importante que le puede pasar a un científico es que haya otro científico en el mundo que quiera replicar los experimentos. Entonces, ahora nos sentimos muchísimo más fortalecidos y seguros de que el descubrimiento que hicimos en su momento, y que fuimos perfeccionando a lo largo del tiempo, puede llegar a muchísimos pacientes. Nosotros queremos comenzar con cáncer colorrectal, cáncer de colon, porque funciona muy bien en los modelos, es uno de los modelos que más se beneficiaría de las enfermedades. 

—Con la medicina que hoy existe un cáncer de colon se trata con quimioterapia, ¿cómo sería en comparación?

—Por ejemplo, hoy un cáncer de colon metastásico, solamente un 15% de pacientes, que son los que tienen una mutación particular, se llama inestabilidad microsatelital, que es un conjunto de mutaciones y deficiencias de enzimas de reparación, ese 15% se puede beneficiar de la inmunoterapia convencional, que son anticuerpos que están dirigidos contra una molécula llamada PD1, entonces estoy aumentando la respuesta inmunológica, y se benefician muy bien con una memoria muy duradera. 

—¿El 85% restante?  

—Tienen que recibir quimioterapia o la terapia antivasos sanguíneos, que es la antiangiogénica, o terapias dirigidas. 

—¿Eso, en términos concretos, significa cuántos años de vida? 

—Hay pacientes que en realidad si su respuesta es duradera... 

—Del 85%. 

—De ese 85%, depende del paciente, y de las condiciones del paciente, es muy difícil generalizar. 

—Para hacer un promedio y tratar de ser didáctico, qué cantidad de personas sobreviven al cáncer de colon, quiero llevarlo a la comparación para tratar de medir la importancia que va a tener la aplicación concreta de la Galectina.

—Combinando con el anticuerpo antigalectina, tanto las terapias antiangiogénicas como la inmunoterapia, vamos a llegar aunque sea a un 25% más de los pacientes, porque tienen que ser pacientes que expresen la Galectina 1 en sus tumores.

—Concretamente, del total de personas que mueren por cáncer de colon, el 25% se va a salvar, ¿cuántas personas mueren por año por cáncer de colon? 

—La American Society of Clinical Oncology calcula que en el 2020, 915.880 personas murieron de cáncer colorrectal y 1.880.725 fueron diagnosticadas a nivel mundial. Es la segunda causa de muerte por cáncer en hombres y mujeres. El cáncer de pulmón es el más común, en las mujeres el cáncer de mama. 

Gabriel Rabinovich 20231117
CIENCIA Y POLÍTICA. “El convenio que hicimos con el Conicet incluye también la posibilidad de que todos los pacientes se beneficien, no solamente los que puedan pagar”. (FOTO MARCELO DUBINI)

—Decimos que dentro de cierta cantidad de años va a curar el 25% de los cánceres. 

—Un 25% más. 

—¿Y de otros cánceres? 

—Hay que probar cuántos pacientes se pueden beneficiar.

—¿Su expectativa cuál es?

—En cáncer de piel seguro, en cáncer de pulmón también, en cáncer de cabeza y cuello.

—El cáncer de pulmón es de los más numerosos, por lo que estaba contando, ¿cómo es hoy la vida de una persona que lo padece?

—Entre un 20% y un 25% se manejan muy bien con inmunoterapia, porque responden a este anticuerpo antiPD 1, y después hay un 75% que no, y que tendría oportunidades de recibir el anticuerpo antigalectina 1.

—Pero de ese 75%, ¿cuánta gente fallece de cáncer de pulmón? 

—Unas 2.206.771 personas fueron diagnosticadas con cáncer de pulmón en el año 2020 a nivel mundial y se estima que 1.796.144 murieron por ello. La inmunoterapia ha salvado muchas vidas, y hoy en día también el diagnóstico temprano.

“Me genera mucha satisfacción, felicidad y agradecimiento haber hecho las cosas acá”

—El 25% sí responde bien, el 75% no, con la actual terapia. 

—Sí, el 25% en cáncer de pulmón, el 15% en cáncer colorrectal, en cada tipo de tumores la inmunoterapia... 

—En un caso el 85% y en el otro el 75%, se vería beneficiado con la Galectina. 

—Sí, con el anticuerpo antigalectina.

—¿Hay algo comparable en el mundo hoy en el tema de lucha contra el cáncer que genere expectativas de éxito comparable con la Galectina?

—Hay muchas tecnologías, hay muchas estrategias. Nosotros creemos que el tema de las galectinas, que son proteínas de unión de azúcares, se inserta en un universo nuevo que nosotros le llamamos los “glicocheckpoints”, glico, de azúcares, donde no somos los únicos que estamos insertos, hay mucha gente en el mundo que después de nuestros trabajos empezó a trabajar en distintos tumores.

—Aunque sea que a partir de su descubrimiento, con aquello que tenía en el freezer de sus padres, no importa que sean otros científicos los que logren los avances, a partir de aquello, ¿hay algo comparable en el mundo que pueda producir un efecto?

—Todavía no ha llegado a la clínica. Hay inhibidores, en vez de anticuerpos monoclonales, que pueden ingresar dentro de las proteínas, dentro de las galectinas. Hay compañías en distintos lugares del mundo, una en Suecia y una en Estados Unidos, que están trabajando mucho en estos inhibidores, han llegado a fase uno, pero todavía no han llegado a ser un medicamento que se venda. 

—Entre los distintos Premios Nobel que he entrevistado, había al que titulamos “El fin de la enfermedad”, él planteaba que en este siglo se iba a llegar al fin de la enfermedad, que el problema iba a ser de los sociólogos, los economistas, con su experiencia, si bien la medicina no es el punto, sino una parte de la ciencia básica, ¿le resulta plausible imaginar un siglo XXI en el que la progresión geométrica del avance del conocimiento y el descubrimiento nos permita llegar a algo parecido a eso?

—Totalmente, eso es maravilloso, porque las nuevas tecnologías que antes parecían ciencia ficción, hoy en día son una realidad. Por ejemplo, las terapias con células modificadas por ingeniería genética, linfocitos de los mismos pacientes que los volvemos a reinsertar para que puedan eliminar o combatir leucemias, linfomas, mielomas, tumores oncohematológicos, es la terapia de CAR-T, que antes parecía una ciencia ficción. Modificar genéticamente linfocitos hoy en día es una realidad, y puede servir para aquellos pacientes que son resistentes a otras drogas. Después, la inmunoterapia, William Colley, a fines de 1800 fue el primero que vio que cuando había una infección bacteriana y se generaba una respuesta de defensas, algunos sarcomas de la piel se eliminaban, y él trató de generar una terapia en ese momento. Lo que pasa es que no estaba evolucionada la inmunología como para poder generar una inmunoterapia, y recién en las últimas dos décadas explotó la inmunoterapia con el descubrimiento de las proteínas CTLA-4 por James P. Allison, PD 1 de Tasuku Honjo, y la generación de la inmunoterapia. Ellos ganaron el Premio Nobel, en el año 2018. Nosotros pensamos que con el descubrimiento de las galectinas, nos insertamos en las fronteras de lo que se llaman estos glicocheckpoints, que en vez de ser proteínas que interaccionan con otras proteínas, son proteínas que se unen a azúcares y que uno las puede bloquear también. Y no creo que una sola estrategia sea la solución para la cura del cáncer, es la combinación de distintas estrategias.

“Obviamente queremos ser cautos, porque todavía esto no ha llegado a los pacientes"

—¿Usted cree que el cáncer va a ser curado en este siglo?

—Hay muchos cánceres que hoy en día son curables, a través de cirugía, o a través de generar una respuesta inmunológica se los mantiene a raya, se cronifican.

—Pero no en el siglo XXV, sino en este siglo la medicina derrota al cáncer. 

—En este siglo va a derrotar algunos cánceres. Uno tiene que tener cuidado de contar que el cáncer son muchas enfermedades diferentes. Hay muchas enfermedades que son perfectamente tratables, hay unas que son más difíciles. Por ejemplo, el cáncer de páncreas o cánceres del sistema nervioso central, son más difíciles porque son los llamados tumores fríos, donde no hay tanto acceso del sistema inmunológico. Y hay tumores que son más calientes como el melanoma, que es un tumor de piel, el primero en el cual un melanoma metastásico era un problema enorme en viejos tiempos. Hoy en día pueden recibir inmunoterapia y tienen no solamente un efecto rápido sino  duradero en el tiempo, memoria cronológica. Es la combinación de distintas estrategias lo que va a marcar la terapia del cáncer en las próximas décadas.

—¿Por qué se quedó en la Argentina y no se fue a trabajar al extranjero? 

—En principio, fue porque amo a mi familia, amo a mis amigos. Me parece un gran desafío que todo esto que comenzó en la Argentina también cierre su círculo, y pueda llegar a la gente. Esto le pertenece a la sociedad, lo cual no significa que en un futuro próximo queramos que todo esto se internacionalice, y que tenga un impacto en la sociedad afuera. Para mí fue un placer enorme hacer todo esto en nuestro país.

—Usted vivió en Londres, luego en Israel, se especializó en inmunología, ¿no le tentó quedarse en Israel, por ejemplo? 

—En algún momento coqueteé con la posibilidad de irme a algún lugar. De hecho, cuando terminé mi tesis doctoral pedí una beca para irme al Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos y luego, por cuestiones personales, tomé la decisión de quedarme acá y no estoy para nada arrepentido. Si tuviese que volver a vivir mi vida... 

—Volvería a elegir la Argentina.

—Sí. Me genera mucha satisfacción, mucha felicidad y mucho agradecimiento el haber hecho las cosas acá. Todos los lugares por los cuales pasé, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad de Buenos Aires, donde ahora soy profesor, el Conicet, la cantidad de gente que me ayudó y también la cantidad gente afuera que me ayudó, porque ahora colaboramos, ya casi no hay barreras en el mundo, uno no necesita estar en otro lugar.

—La glicobiología comienza con Luis Federico Leloir, y al mismo tiempo, también ejerció en el Hospital de Clínicas, y fue Premio Nobel, obviamente. ¿Qué significa Leloir para usted y estar trabajando en ese lugar donde habita su espíritu?

—En realidad, trabajo donde trabajó Houssay, quien es el maestro de Leloir, ahí en el Instituto de Biología y Medicina Experimental que fundó, Houssay, su discípulo sentó las bases de lo que es gran parte de la glicobiología y las vías de la glicosilación, que para nosotros son tan cruciales para poder estudiar. Y la casualidad en este árbol genealógico...

—Entonces su discípulo, del lugar en el que usted está, fue el que comenzó con esto.

—Comenzó con la glicobiología. Pero en realidad, cómo indirectamente llegó porque él tuvo como discípulo a Caputo, quien viajó a Córdoba a sus cincuenta años para iniciar el Departamento de Química Biológica y tuvo como discípulo, a su vez, a mi mentor, entonces esto es como una familia donde hay descendencia.

—Vuelvo a hacerle la pregunta del creyente, ¿cuando usted estudia el cuerpo, la química, los linfocitos, el mundo es caos o cree que hay un orden y simplemente todavía nuestro nivel de conocimiento no alcanza a descubrirlo?

—Creo mucho en que la creatividad tiene que ver con ese caos, tiene que ver con asociar gran parte de ese caos y poder juntarlos. A veces pienso, ¿cómo fue surgiendo todo esto, quién puso en mis manos la Galectina, cómo se me fue ocurriendo? La verdad es que fui conociendo muchísima gente en el camino que me permitió en mi cabeza asociar conceptos.

—Voy a una pregunta metafísica, ¿usted cree que hay un orden o que simplemente es caos?

—Es caos, creo que fundamentalmente el mundo, el universo, es caos, y uno asocia ese caos a los fines de tener respuestas que nos permitan sobrevivir, vivir mejor y transformar de ese modo la sociedad donde vivimos.

—Freud decía que el psicoanálisis era la manera de explicar racionalmente lo irracional. ¿Usted diría que la tarea de los científicos es encontrarle un sentido a ese caos?

—Un sentido de la vida. En la búsqueda de ese sentido, de esas bases del conocimiento, uno trata de asociar conceptos que están en el universo y que están involucrados con ese caos.

—Carl Sagan decía que la ciencia y la política deberían estar más relacionadas, en 1996 avisaba que vivimos una sociedad basada en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, casi nadie entiende nada de ciencia y tecnología, ¿cree que los científicos deben involucrarse más en política en función de lo que hablábamos antes del Conicet? Involucrarse no quiere decir ser candidatos, sino explicarles a los políticos y a la sociedad la importancia que tiene la ciencia. 

—Creo que es imposible no estar involucrado en la política, porque en el día a día luchamos para poder generar medicamentos, terapias, queremos que lleguen a todos. Todos pueden enfermarse de cáncer, todos pueden tener infecciones, todos pueden tener enfermedades autoinmunes. Esto se vio claramente en la pandemia y se ve siempre, entonces es importantísimo que un científico que trabaja, aún los que trabajan en los conocimientos más básicos, tenga en la cabeza que su conocimiento tiene que tener esa dualidad de generar equidad, inclusión social y de poder llegar a toda la población, y a su vez, de tratar de volar lo más alto que podamos. Creo que por el hecho de estar en un país que no es central y no existe el dinero para poder llegar, pero sí existen los recursos humanos, y son alucinantes. La cantidad de estudiantes, de becarios y de gente con la cual uno puede colaborar para generar este conocimiento, bueno, de excelencia.

—¿Qué le pasa cuando escucha discursos negacionistas sobre el cambio climático, varios políticos alrededor del mundo, en Estados Unidos, Trump, en Brasil, Bolsonaro, entre otros?

—No puedo creer que todavía tengamos que explicar, llegó un momento que hay cosas que son tan obvias, que son tan evidentes, que las estamos viviendo, que son muy difíciles de explicar y la única forma, es que hay intereses económicos de por medio. Entonces, es la única forma de poder comprender un argumento negacionista frente a esto, es imposible de entenderlo si no.

—José Ortega y Gasset aseguró que el progreso de la civilización humana se debe fundamentalmente a dos razones, la democracia, la adquisición de derechos sociales y civiles, el establecimiento y la consolidación de instituciones que trascienden las generaciones humanas; y por otro lado, la generación de conocimiento en su sentido más amplio, o sea, el desarrollo científico y tecnológico, ¿cree que en la Argentina algunos de estos pilares está en riesgo? 

—La población tiene que saber, es muy importante comunicar, y es muy importante poder brindar información de la importancia del conocimiento básico, porque si no, se trata solamente de dar un contexto de aplicación a tecnologías donde nosotros podemos importar cualquier conocimiento y transformarlo...

—¿Pero usted cree que la democracia puede estar en riesgo?

—La democracia puede estar en riesgo si no se cuida la educación pública, si no se cuida la ciencia y la tecnología, si no se cuidan los Parques Nacionales, si no se cuida todo lo que le pertenece a todos. 

 

Producción: Melody Acosta Rizza y Sol Bacigalupo.