Silvia Apaza (31) fue asesinada de manera brutal. Le dieron un tiro en la cara para robarle un bolso. La mujer era una trabajadora considerada esencial por la pandemia del coronavirus y se dirigía a la parada de colectivo para cumplir su jornada laboral en un centro de salud de la capital cordobesa. El crimen generó una marcha numerosa y un reclamo de justicia unánime. Al día siguiente fue detenido un hombre, pero era un perejil.
Víctor López fue apresado por la policía de Córdoba el jueves 11 de junio. Un testigo que declaró en la causa aseguró que López le había confesado su participación en el crimen de Silvia. Pero todo era mentira. El fiscal Tomás Casas de la Fiscalía 2 Turno 3 de Córdoba resolvió el miércoles pasado excarcelarlo por falta de pruebas.
“Este testigo, que según trascendió en la prensa porque no pudimos contactarnos con la fiscalía, era un familiar de López y declaró que mi cliente había estado en una casa, se habían quedado sin droga y salió con otra persona a buscar más. Ahí se cruzaron con la víctima y la mataron. Según esta testigo, luego, López le habría confesado que había participado del crimen”, relató el abogado Nicolás Abrile en diálogo con PERFIL.
Cuando la fiscalía volvió a contactar al testigo, este reconoció que había mentido. “No sabemos por qué lo involucró a López. Pero desde que tomé el caso y dialogué con la familia de López me di cuenta de que se trataba de un perejil”, aseguró Abrile.
Silvia fue asesinada el miércoles de la semana pasada. Salió de su casa a las 5 de la mañana para tomar el colectivo rumbo al Instituto Modelo de Cardiología, donde trabajaba en el área de limpieza. Dos motochorros la atacaron para robarle el bolso a metros de su casa en Ballesteros al 5400, del barrio Congreso de la ciudad de Córdoba. Le pegaron un tiro en la cara y la mujer quedó tendida en la calle sin vida. Fue un vecino que la vio y alertó a la policía.
“Pedimos justicia por Silvia”, decían los carteles que se levantaron a las pocas horas del crimen de la mujer, madre de dos niños chiquitos. Ayer, tras la liberación del único detenido que tenía la causa, el reclamo se repitió. El marido de la víctima, Ricardo Calizaya, había dicho que “la mataron por nada” y que ella sabía que “tenía que entregar todo”.
El miércoles pasado Ricardo encabezó una nueva marcha para pedir justicia por su esposa, luego de la liberación de la única persona detenida en la causa. “Yo abro los ojos y no me puedo poner mal por ellos (por sus hijos). Por dentro me parte el alma lo que está pasando, pero tengo que seguir de pie y mostrarles una sonrisa”, dijo el hombre a El Doce. En sus manos llevaba un cárcel que pedía justicia por Silvia.
La víctima era madre de una nena de tres años y un bebé de un año, dos nenes pequeños que se quedaron sin su mamá. “El fiscal nos dijo que están trabajando en las hipótesis. Tengo fe pero esto se tiene que esclarecer para que no siga pasando”, aseguró Ricardo con respecto al accionar de la Justicia.
Por su parte, el abogado de la familia, Carlos Nayi, expresó: “Todo indica que los datos que involucran a esta persona son falsos”. Y destacó: “Pedimos el máximo castigo para esta persona que ha mentido y ha contaminado la instrucción. Se ha perdido tiempo valiosísimo para la investigación criminal”. Nayi también representa a la familia de Loriana Tissera (14) que también fue asesinada por motochorros dos semanas antes del crimen de Silvia. La mataron a traición, de dos tiros por la espalda en la vereda de la casa de su abuela.
El perejil. López es un albañil de 48 años que “en su vida había pisado tribunales”, según relata su abogado. “Cuando lo detienen la familia me viene a buscar. Me lo describían como un trabajador humilde que había estado en su casa con dos testigos. Estaba del otro lado de la ciudad al momento de cometerse el crimen”, grafica. Según detalla el letrado, unas cincuenta cuadras separaban a López del lugar del hecho.
“No nos podíamos comunicar con la fiscalía y no teníamos acceso al expediente, por eso toda la información que teníamos era a través de la prensa. Hicimos una presentación formal, para que López sea indagado y así acceder al expediente, pero ese mismo día recuperó la libertad”, detalla.
La policía comenzó a revisar las cámaras de seguridad cercanas a la vivienda de López para corroborar los dichos del testigo que lo incriminó. “La policía actuó bien. Pudieron determinar que no había ninguna evidencia de lo que había dicho ese testigo y lo volvieron a contactar y ahí dijo que era todo un invento”, narró el letrado.
“López es una persona que trabaja en la construcción, vive con su hermano y es un perejil en esta causa. Cuando empecé a interiorizarme sobre él me di cuenta que era un ciudadano corriente, sin antecedentes y que jamás pisó tribunales ni como testigo”.
Casi una semana estuvo preso López. Fue alojado en la Unidad de Contención de Aprehendidos (UCA) en el establecimiento penitenciario Nº 9, es una área destinada a los nuevos ingresos para luego de las evaluaciones de rutina ser trasladados a la unidad que le corresponda. Pero ahora, a raíz del protocolo por el coronavirus, los nuevos internos deben pasar en ese lugar 14 días aislados para luego ser sumados a la población carcelaría para evitar contagios.
“Estuvo aislado. Me dijo que lo trataron bien, normal, pero que pasó frío. Algo que podría ser normal para alguien que está acostumbrado, pero en este caso se trata de una persona ajena a esa realidad”, grafica.
Para el letrado, la fiscalía tuvo “cierta ansiedad” por dar una respuesta a una comunidad que reclamaba justicia por un crimen brutal.
Dalmasso: el otro perejil
Con perejiles en las manos los familiares de Gastón Zárate realizaban una marcha allá por 2007 en la puerta de los tribunales de Córdoba. Pedían por la libertad del pintor que había sido detenido por el crimen de Nora Dalmasso en Río Cuarto. Decían que era ajeno al homicidio y un perejil en la causa. Tenían razón.
Zárate trabajaba como pintor en la casa de Dalmasso en el country Villa Golf de Río Cuarto, en Córdoba. La mujer fue asesinada en noviembre de 2006 y tres meses después el joven fue detenido acusado de haber abusado y matado a la esposa de Marcelo Macarrón.
Por la presión social, al día siguiente Zárate recuperó la libertad. Pero recién quedó desvinculado del caso cuatro años después cuando la Justicia lo sobreseyó. Para ello fue fundamental los resultados de las pericias de ADN que llegaron de Estados Unidos, ya que no se encontró su patrón genético en las muestras recogidas en la escena del crimen. Tampoco las del hijo de la víctima, otro de los incriminados en el caso.
A 14 años del asesinato de Dalmasso, aún no se sabe quién la mató.