La visita ad limina apostolorum de los obispos argentinos al Vaticano, que comenzó esta semana y continuará por las próximas dos, ofrece una oportunidad para que Francisco marque su posición frente a propios y ajenos, en un momento clave para el país. En la primera semana contestó preguntas sobre un eventual viaje, habló de la división que hay en el país y se distanció de los bergoglianos en campaña con Cristina Kirchner, pero admitió que los inspiran sus palabras. En la próxima semana, cuando lleguen los obispos del Conurbano, junto al titular de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, y el de la Pastoral Social, Jorge Lugones, se espera que haya más definiciones, esta vez sobre la situación social.
Durante la primera semana, el arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, fue el encargado de comunicar las líneas más importantes de la “conversación amena” entre el pontífice y los altos cargos eclesiásticos de La Plata, el Litoral y el noreste argentino. Fernández, designado en reemplazo de Aguer por Francisco, es uno de los hombres más cercanos y fue el elegido para comunicar el mensaje del actual ocupante del trono de San Pedro. La próxima semana el encargado será el obispo de Gregorio Laferrere, Gabriel Barba, según adelantaron desde el contingente que está ahora en Roma.
Fernández distribuyó tras el encuentro una carta en la que detalló varios mensajes de Francisco que interpelan no solo a los obispos, sino también a la sociedad argentina, los medios y, naturalmente, también a la política. Este resumen muestra un diálogo en el que no faltaron las preguntas en relación con su posible intervención en la vida política argentina. Por caso, consultado por sus “presuntos voceros”, el pontífice dijo que “son solo personas que a veces conversan con él o que participan de encuentros en el Vaticano” que “de ninguna manera son sus voceros”, aunque admitió que “intentan interpretar a su modo cosas que le escuchan” a él.
También se indica que se habló de la crisis en la Argentina, de las medidas que toma la Iglesia para “contener, asistir y ayudar a los que la pasan mal” y de las que prepara el Vaticano para combatir la pedofilia en la Iglesia, entre otros temas. Además hubo un mensaje que interpela a toda la clase política y a la propia Iglesia, cuando Fernández indica que se habló sobre “la polarización que existe en nuestra sociedad, acentuada en el debate sobre el aborto”. Se hizo especial énfasis en “la gravedad del problema educativo en Argentina”, algo que se vinculó con la credulidad frente a “operativos mediáticos” que “alimentan la polarización”.
Consultado por sus “presuntos voceros”, el pontífice dijo que “son solo personas que a veces conversan con él”
Sigue en duda su venida al país. En la carta de Fernández también hay indicios de que, pese a la expectativa, no habrá un anuncio sobre un viaje de Francisco a la Argentina durante la visita. Se indicó que tenía la intención, que distintas circunstancias frustraron un viaje en 2017. El Papa pidió comprensión y dijo que ahora lo necesitan en lugares “estratégicos”. Esta semana visitará Macedonia y Bulgaria, dos países con una población católica muy pequeña, pero que son lugares de encuentro entre religiones. Por el viaje, la reunión con el segundo grupo de obispos será el próximo viernes.
Quien llegó unos días antes, este jueves, fue Jorge Lugones, titular de la Pastoral Social, muy crítico del gobierno de Mauricio Macri. También, indicaron fuentes del Vaticano, se quedará unos días más. No va a hablar desde la Santa Sede, pero sin duda se verá con Francisco, y es de esperar que la palabra del pontífice se haga sentir durante la Semana Social de la Iglesia, que será en junio. Alerta de spoiler: no será un momento cómodo para el Gobierno.