POLITICA
TESTIMONIOS

La odisea de llegar a fin de mes, en un país con los precios desbocados y aún teniendo trabajo

PERFIL recogió estas anécdotas que le ponen cara a la inflación cotidiana, en uno de los meses más difíciles para la escalada inflacionaria. Las recetas para intentar llegar a fin de mes, son muy variadas, y van desde bajar el plan del seguro del auto, dejar de comprar ropa, abrigarse más para ahorrar gas o incluso desprenderse de patrimonio para cubrir deudas. La mayoría de trabajadores, incluso calificados, que no logran llegar a fin de mes sin endeudarse.

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No es la primera vez que Argentina enfrenta un pico inflacionario que pone en jaque los bolsillos y que golpea el poder adquisitivo de los salarios, pero sí es la primera vez que, a un período de aceleración inflacionaria, se le suma el preocupante dato de que muchos asalariados, incluso teniendo trabajo registrado, son pobres. Según el último informe del INDEC, para no caer en esta situación y cubrir sus gastos más básicos, una familia tipo de cuatro integrantes debía tener un mínimo de ingresos de $248.962.

PERFIL le puso cara a los malabares cotidianos de los argentinos para llegar a fin de mes. Los que siguen son testimonios de jóvenes que estudian y trabajan y a los que cada vez les cuesta más alquilar o ir a vivir solos, una familia tipo y dos jubilados, cuyas pensiones mínimas no alcanzan a cubrir un tercio de sus gastos. Vender bienes, ahorrar en seguros y dejar de comprar indumentaria son las estrategias más comunes.

Milagros Belén Peralta tiene 24 años, estudia y trabaja. “Mudarme sola no está en mis planes porque sé que es algo imposible. El alquiler no sale de mi sueldo porque estoy estudiando y mi familia lo sigue pagando”, comentó. “Vivía con mi hermana, pero se fue a Portugal. Los gastos ya no son compartidos y se siente la diferencia”. Los más jóvenes también tienen que bajar los costos a causa de la inflación. “Me privo de comprarme cosas como ropa y también de cosas que no son sanas ni baratas como gaseosas”, afirmó. Peralta destacó que al menos, como estudiante, cuenta con pases que le permiten un ahorro “porque el boleto sale $200”, detalló. “Además, estoy tratando de pasarme a un psicólogo que me cubra la obra social porque es muy caro y no me lo puedo permitir”.

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En agosto, la canasta de alimentos de CABA subió un 11,6% y acumula casi 100% en el año

Germán Guerrero Márquez tiene 29 años y hace poco pudo conseguir departamento. “Estoy pagando $100 mil de alquiler, más los servicios, con lo que se suma un total de $136 mil”. Conseguir un alquiler le costó dos meses y para poder ingresar necesitó endeudarse. “Tuve que despojarme de mis bienes, como mi antigua moto, para poder pagar solamente el ingreso. Además, muy pocos departamentos se ofrecen en pesos, ya que la mayoría piden desde 250 y 350 dólares por mes”.

Para poder solventar esos gastos, contó, “no salgo a darme gustos ni compro ropa o zapatos. El resto del dinero que queda después de pagar alquiler e impuestos lo uso en comida, y si me llego a querer dar un lujo uso las tarjetas de crédito y pago en cuotas que no superen los $20 mil por mes”.

Santiago Ascheri tiene 48 años y vive junto a sus dos hijos, de 22 y 16 años. “En líneas generales para combatir la inflación evitamos pedir en rotiserías, comprar menos en negocios de la zona e ir más a hacer las compras al supermercado, que es más barato y podés aprovechar promociones”. Además, “miramos mucho los precios, ya no compramos productos de más o para tener ‘por las dudas’ como hacíamos antes”.

Otra necesidad convertida en lujo es la indumentaria. “En el caso de la ropa, ahora solamente compramos cuando se necesita urgentemente algo, eso de salir a comprar por las dudas ya no existe más, te manejás con lo básico”, agregó.

“Otra cosa en la que empezamos a ahorrar es en el seguro del auto. Ahora tenemos el mínimo indispensable como para cumplir con la ley”.

Según un economista, “la inflación genera de un modo perverso una pobreza a largo plazo”

César Valerio Bertolot tiene 74 años, es jubilado y vive con su esposa, que también es pensionada. “Carne de vaca ya no se compra más. Hoy comemos carne de cerdo. Los productos que compramos son con aumento, el bono ya está devaluado. Lo bueno fue el crédito para jubilados que aprovechamos, con eso compramos un lavarropas y cancelamos algunos créditos”, afirmó.

“Vendimos un vehículo, entonces ahorramos en combustible, seguro y patentes. Celular tenemos uno solo en casa y al teléfono fijo le dimos de baja”. En cuanto a los servicios, “luz prendemos lo necesario, y para tratar de ahorrar en gas nos abrigamos para gastar lo menos posible en calefacción”, agregó Bertolot.

“Algo positivo es que PAMI nos da los remedios al 100% y pasajes para hacernos estudios médicos”.

Graciela Diez tiene 62 años, es viuda y jubilada. “La verdad ir a comprar es un tormento. Uno va a comprar y está todo caro, todo sube. La plata no alcanza para nada. Vas a comprar azúcar y sale mil pesos un paquete, los precios están por las nubes”. En su caso intenta ahorrar en comida para los animales. “Yo que tengo perros, que tengo que comprar alimentos, es una locura. Antes compraba paquetes grandes, de 20 kilos, ahora tengo que medirme y además de menos tengo que comprar más barato. Con lo que gano no se puede”.

Según la Defensoría de la Tercera Edad, la canasta de un jubilado, en abril, superaba los $ 202 mil. Con los bonos a pagar en septiembre una jubilación mínima será de 124 mil pesos.