Es el ingrediente clave del último éxito del desembarco de la televisión brasileña en Argentina. El público local, en medio del calor sofocante, cortes de luz y malestares pre fiestas, recibió al dueño de una sonrisa “a lo Hollywood”, como una bocanada de aire fresco: Cauã Reymond. En la piel de Jorgito, este galán de la superproducción de la cadena O Globo, en tres semanas y por Telefe, cautivó a la audiencia como hacía años no sucedía. Jorgito es un jugador de fútbol que nunca consiguió llegar a la Primera División del fútbol de Río de Janeiro; tiene potencial pero se desconcentra mucho y sufre: por amor, por las contradicciones de su infancia en la calle y su presente de joven rico, por mandatos paternos y, sobre todo, por su madre manipuladora. Pero por suerte, la vida de Cauã Reymond, el protagonista de Avenida Brasil, es bastante más sencilla.
Surfista y bicampeón de jiu jitsu, comenzó su carrera primero como modelo, desfilando para grandes marcas internacionalers en San Pablo, Londres, Milán y Nueva York. Pero aparentemente su verdadera pasión estaba en la actuación.
En ese rubro, la belleza no le fue suficiente. Tuvieron que pasar unos cuantos años y varios papeles menores en distintos programas como El color del pecado, La favorita o Passione –todos emitidos en Argentina sin demasiado éxito– para que llegara el personaje que, al fin, lo ascendería a las grandes ligas. En Brasil, la ficción más vista de la televisión argentina fue un suceso de audiencia con 56 puntos de rating y más de 50 millones de televidentes, y después de aquel fenómeno de 2012, fue vendida a más de 120 países.
Bajo perfil. La magnitud del éxito podría haber desestabilizado a Cauã, pero él optó por el camino sano; el del bajo perfil. Así, a los 33 años, el actor saborea el reconocimiento y cumple con las obligaciones obvias del famoso, pero le escapa a la prensa del corazón. Esa fue una decisión familiar. Su esposa, Grazi Massafera, también es actriz, y ambos son, en palabras del galán, “una pareja antimediática”. Pero no todo puede elegirse. Desde hace unas semanas, los medios brasileños rumorean sobre una posible crisis después de siete años de matrimonio y una hija de 2, a causa de una infidelidad de Cauã con su partenaire en Amores robados, una nueva serie filmada en el norte del país tropical. La tercera en discordia, Isis Valdeverde, fue también compañera en Avenida Brasil, en donde hace de la atractiva Suelen, una femme fatale.
Inteligente, el actor hace oídos sordos a los rumores. Mientras, en la piel de Jorgito calienta la pantalla de Telefe junto a Nina, su amor de toda la vida, con la que acaba de reencontrarse, aquella que conoció siendo niños en un basurero, unidos frente a la pobreza, el abandono y los abusos de los mayores. La cara de Nina, o más precisamente la de la actriz que la interpreta, Débora Falabella, ya era más que familiar para los argentinos. Hizo su debut en El clon como la hija del protagonista, Murilo Benicio –que en Avenida Brasil hace del padre de Jorgito y con quien Débora está casada– y fue la protagonista de Lazos de familia, aquel triángulo amoroso entre una madre, una hija y el mismo hombre.