PROTAGONISTAS
¿estrategia de marketing?

Lali Espósito es el blanco de ataque de Javier Milei o una cortina de humo

Ante nuevos interlocutores mediáticos, el Presidente insistió en atacar a Lali Espósito pero no obtuvo la respuesta que había generado el día anterior y que sirvió para desviar en parte la atención sobre los anuncios económicos. Ayer, no alcanzó con hablar de la cantante para cubrir nuevas medidas que comienzan a desilusionar a votantes de Milei.

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Última jugada. Milei insistió ayer con su ataque a Lali Espósito. En un tuit que tituló “Gramsci Kultural”, dijo: “El problema no es una actriz, sino la arquitectura para beneficiar a los políticos”. | star+/disney

Es mujer, es autogestiva, cree en el trabajo en equipo, y es exitosa, incluso fuera de la Argentina. Demasiado para que Javier Milei pueda tolerarlo. Y encima comenzó una relación con un comunicador –Pedro Rosemblat– que nunca ocultó su filiación partidaria y que, además, ya a simple viste se percibe como verdadera, no como forzada estrategia de marketing. 

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En un envase de un metro cincuenta y dos de altura, y con 32 años, durante unas elásticas veinticuatro horas Lali Espósito se convirtió en el blanco de ataque del Presidente, y con él, trols y fans potenciados por la violencia institucional que instiga la máxima investidura nacional. El resultado puntual, es decir, el ataque a la cantante, tuvo un efecto bumerán que dejó a Milei exhibiendo una actitud por demás infantil para justificar su accionar. “¿Quién empezó? ¡Ella empezó!”,le dijo a un comunicador de turno para, segundos después, volver a envalentonarse autopercibiéndose lo suficientemente honesto como para saber quién lo es y quién no. Un envalentonamiento casi similar al que actuó al referirse, por ejemplo, al papa Francisco para terminar, hace unos días, arrodillándose ante él. En el ítem “Milei y sus capitulaciones interpersonales” aparecen los nombres de Lula, Xi Jinping, Gustavo Petro, y el Papa argentino

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Como Taylor Swift. Como le pasó a Taylor Swift con Donald Trump y sus acólitos extremistas del Partido Republicano, le sucede a Lali Espósito con Javier Milei. La asimetría de poder entre el presidente argentino es obvia y el peligro para sus “víctimas” –en este caso Lali Espósito– es que esa violencia que Milei solo puede expresar de manera oral otros la decodifiquen con agresiones concretas. Sobre todo surja de parte de los que ya empiezan a comprender que no van a acceder al paraíso que Milei les prometió, y por esto suman un nuevo resentimiento al que ya tenían cuando decidieron votarlo. 

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Pero por otro lado, volvió a quedar demostrado el poder concreto que tiene Lali Espósito. Cabe recordar que lo primero que enardeció a seguidores de Milei y a sus trols fue una frase en Twitter de la cantante que ni siquiera llegó a los doscientos cuarenta caracteres. Y luego, el jueves último, fue tal el respaldo que recibió de parte de una masa al máximo heterogénea, que ella no necesitó salir a responder hasta que tuviera bien meditado qué decir. Es ahí donde se da una asimetría diferente: Milei tuvo que salir a hablar en varios espacios amigables e incluso ayer, insistió contra ella. 

Lo breve... Como contrapartida, la cantante solo posteó un texto donde le cuenta de manera sintética pero cronológica, cómo construyó este presente habiendo comenzado a trabajar desde los 10 años. Y finalmente lo invita a verla en vivo. Si ella no fuera consciente de su magnetismo y de cómo organizar su carrera, el jueves  lo hubiera aprovechado para recorrer estudios de televisión para acumular publicidad gratis. Evidentemente, no la necesita. Ese mismo jueves por la noche, estuvo con Pedro Rosemblat en el Cultural Konex, como espectadora de ¿Qué pasa hoy acá?, la obra de Erica Rivas y Martín Rechimuzzi. Y esta noche, en Baile de disfraces, una fiesta con entradas agotadas hace más de dos semanas, en la que Lali Espósito y Fito Páez son las atracciones principales. 

¿Puro humo? Con la batalla mediática perdida con Lali Espósito, ¿quién será el próximo blanco de ataque de Javier Milei? ¿Qué otra figura que reúne características similares elegirá el presidente de la Nación y su equipo de redes? En El gran dictador, la película que Charles Chaplin estrenó en 1940 para exhibir al nazismo con un tono de ironía extrema, un asesor del “Hitler chaplinesco” le aconseja insuflar en las masas más odio contra los judíos porque ese sentimiento ayuda a que el pueblo alemán olvide que tiene hambre. El jueves último fue una jornada de día de noticias económicas desalentadores para la gran mayoría de la sociedad, con aumentos y demás. ¿El ataque contra Lali Espósito fue la estrategia para generar odio y tapar el ataque a la economía de los argentinos? Podría decirse que el jueves la táctica distractiva funcionó. Pero al final del día, esa batalla contra la cantante ya estaba terminada y, sobre todo, perdida.  No así ayer viernes, cuando Milei quiso replicarla ante nuevos interlocutores. Sin embargo, las malas noticias sobre empleos y salarios ya no se podían tapar.  

“El arte molesta a los gobiernos totalitarios fundamentalmente por la imposibilidad de poder controlarlo”, escribió Daniel Grinbank en su defensa de Lali. “Hoy los ataques tienen otras formas, ejércitos de trols, un presidente mintiendo por las redes”.

La derecha versus el cine y la cultura

El ataque al cine y la cultura se da en España de la misma manera que en Argentina. Y a través de representantes de la extrema derecha –o fascistas siglo XXI– de Vox, el partido cuyo titular fue invitado por Javier Milei a su asunción. José Luis Gallardo, político de Vox, dijo: “Sí son señoritos los que quieren vivir de producir obras cinematográficas que luego no ve nadie a costa de millones y millones de euros que pagan con mucho esfuerzo los contribuyentes españoles”. En la reciente entrega de los Goya, Pedro Almovodar le contestó al recibir su premio. “Hace unas horas un político presente en esta sala ha hablado de nosotros como de los señoritos que recogen las subvenciones... les está hablando uno de estos señoritos (...). 

A este hombre le voy a decir que el dinero que los cineastas recibimos como anticipo lo devolvemos con creces al Estado, a través de nuestros impuestos y de la Seguridad Social; además de crear miles de puestos de trabajo”.