
Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Fundador y director de Poliarquia Consultores. Analista político e investigador social. Ex columnista semanal del diario La Nación. Miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo. Ex profesor titular regular de la UBA.
Después de algunos acontecimientos que ocurrieron los últimos días, podemos preguntarnos si no estamos ante el peligro de un desgobierno. Por un lado, a la interna ya conocida entre el presidente y la vicepresidenta se agregan hechos sintomáticos como la organización del sepelio de Diego Maradona, que sabemos cómo terminó, casi en una tragedia con una invasión a la Casa de Gobierno por parte de hinchas enardecidos.
El otro episodio es lo que ocurrió con el canciller Felipe Solá, que en realidad parece una comedia de enredos. El cancilleres se había equivocado en el lugar de la reunión entre el presidente Fernández y el mandatario electo de Estados Unidos y después habría dado una versión inexacta sobre el contenido de ese diálogo telefónico.
Esto nos hace pensar en que además de las internas, hay un problema operativo organizacional en el Gobierno. Y esto preocupa, porque sucede en un contexto especialmente severo, signado por dos procesos uno es el acuerdo dificultoso con el Fondo Monetario Internacional y el otro es un ajuste, tal vez, necesario pero inconfesable que está llevando adelante el gobierno y uno de cuyos hechos más traumáticos el retiro de las ayudas, los subsidios con motivo del Covid-19.
Felipe Solá, entre el fuego amigo y las internas por Estados Unidos
Pero esto no termina acá. Esta administración, con peligro de incurrir en el desgobierno, además tiene una actitud agresiva. Se construye un enemigo que es el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Y uno se pregunta si no será un nuevo error. Porque como sabemos, Rodríguez Larreta es el dirigente, como sabemos, mejor evaluado en los sondeos de opinión.
La hoja de ruta del Gobierno de aquí al año que viene cuando hay elecciones legislativas, no tiene muchas buenas noticias para dar en un contexto particular especialmente difícil, como el año 2020 que termina. Y entonces podría ser que todo se cifrara en una esperanza que no tiene solamente el gobierno argentino, sino muchos gobiernos del mundo que es o que son las vacunas.
Si se empezara a vacunar en la Argentina en el verano, tal vez el presidente Fernández pudiera recuperar el momento más estelar que tuvo en marzo pasado en relación con el liderazgo que mejor ejecutó, que fue el liderazgo sanitario.
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