SOCIEDAD
Aumento

A pesar de no estar regulados, crece el uso de cercos eléctricos

Villa Devoto, Belgrano R y Caballito son algunas de las zonas donde más se utilizan. “No electrocutan, son disuasivos”, explican instaladores.

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Cercos electricos | Pablo Cuarterolo

Rejas, muros, garitas, agentes privados, cámaras y alarmas son algunos de los elementos de seguridad que utilizan los porteños para proteger sus casas o departamentos. Sin embargo, una nueva modalidad está cambiando la fisonomía de muchos barrios de la Ciudad: los cercos perimetrales electrificados.

Según datos de la Cámara de Seguridad Electrónica (Casel), en los últimos cinco años se registra en la Ciudad un crecimiento sostenido internanual del 25%, con picos que pueden llegar hasta el 30% y 35%. “Es sólo voltaje; son pulsos de 5 mil voltios que no electrocutan. Cumple una función de barrera física, disuasiva”, afirma Gustavo Beyer de la firma Beyer & Beyer. El empresario señala que después de cada hecho resonante de inseguridad aumentan las consultas sobre estos equipos y por consiguiente las ventas. “Para la instalación se siguen ciertos parámetros internacionales como, por ejemplo, estar a unos 2,20 metros de altura, y no invadir la línea municipal”.  

Por el momento no existe ninguna ley que regule su funcionamiento, “por lo tanto no están prohibidos”, aseguran desde el sector. Sólo se utilizan estándares internacionales, que tienen que ver con la fabricación de los equipos y su instalación siguiendo las normas IRAM/ IEC.

Guillermo Valls, de la firma Alari 3 e integrante de Casel, adelanta que desde la cámara se está trabajando en un proyecto de ley para regular su utilización. “Contamos con el respaldo del Ministerio de Seguridad nacional. El objetivo es contar con una ley de seguridad federal que incluya los cercos eléctricos perimetrales. La idea es que esta ley se apruebe en  2017”, señala Valls.   

Experiencias. Hasta no hace mucho tiempo era más frecuente ver este sistema de protección en algunas zonas del Conurbano. Pero a raíz del crecimiento de la inseguridad su utilización se expandió hacia sectores medios de la población en la Capital Federal. Según informaron las empresas dedicadas a su instalación, hay ciertos barrios porteños donde se registra un crecimiento de este fenómeno, como Villa Devoto, Barrancas de Belgrano, Belgrano R, Barrio Parque, Villa Urquiza y Caballito. Se utilizan para “blindar” las fachadas y la parte posterior de residencias, y hasta de algunos complejos premium.

Una recorrida de PERFIL por Villa Devoto permitió constatar que en varias manzanas de este barrio al menos una o dos residencias por cuadra tienen el cartel que revela la presencia de estos cercos. “En los últimos años notamos que cada vez más vecinos los instalan. Sobre todo los que viven cerca de la estación”, explica Luis Dolcetti, de la asociación vecinal Devoto Jardín de Buenos Aires.

Vivana M. vive en Núñez, en una casa de dos plantas con jardín en el fondo. Decidió electrificar una de sus medianeras. “Instalamos el cerco luego de que robaran en la fábrica de al lado. Si bien la medianera es alta, no queremos correr riesgos de que salten la pared y entren en casa, sobre todo cuando no estamos o mientras dormimos”, explica. Distinta es la experiencia de  Francisco D., para quien el cerco que instaló en su casa se convirtió en un problema familiar. “Son tan sensibles los alambres que cuando los toca un gato o se quiere posar una paloma se activa la alarma. Cuando estamos en casa preferimos desactivarlo, si no la alarma suena dos o tres veces por día”, asegura este vecino del Bajo Belgrano.

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