desde Bronnitsy
Bronnitsy. En el vocabulario de los argentinos se ha incorporado una palabra nueva. Que muchos acentúan como grave, pero que en realidad se pronuncia como aguda. Es la denominación de una ciudad-pueblo en la que naturaleza, cultura e historia se amalgaman en una pintura de trazos únicos e intimistas. Es, en definitiva, el hogar de la selección argentina durante su estadía en Rusia.
Por estos días, unos veinte mil habitantes le hacen espacio físico y emocional al equipo liderado por Lionel Messi. El Bronnitsy Training Center se sitúa en una especie de isla que emerge entre un brazo del imponente Río Moscú y el modesto Lago Belskoye y cuenta con todo lo necesario para que los muchachos de Jorge Sampaoli solo se preocupen por entrenar y disfrutar, al menos mientras dure.
Bronnitsy está ubicado en el Oblast Moscú (algo así como el Gran Buenos Aires), poco más de 60 kilómetros al sureste de la gran metrópolis rusa. Pese a su cercanía, el ritmo de vida se asemeja más a un pueblito de la Pampa Húmeda profunda que a una localidad del estilo de Florencio Varela.
En la típica plaza de todo pueblo que se precie, un grupo de voluntarios detrás de un stand esperan por una eventual consulta de algún foráneo extraviado. Solo que ninguno de los adolescentes vestidos de azul hablan inglés, por lo que no hay posibilidad de orientación alguna, salvo a través del internacional idioma de los gestos.
No es sencillo comunicarse con los lugareños de Bronnitsy, ni siquiera a través de una aplicación de celular que oficie de traductora: los caracteres cirílicos suelen complicarlo todo.
En la plaza hay canteros repletos de flores y un profuso verde que denota el arribo de la breve primavera. Nada que llame demasiado la atención hasta que se mira hacia el otro lado de la avenida, donde se levantan tres construcciones que sobresalen del resto: el Templo del Arcángel Miguel (una iglesia cristiana ortodoxa con su techo turquesa), la Iglesia de Icono de Jerusalén, y una torre de 73 metros, son obras erigidas en el marco de una geografía en general sencilla, de casas bajas, aunque coloridas.
Basta caminar 50 metros para encontrarse en el “centro”, un par de cuadras que incluyen una estación de micros de media distancia que no es tal: los vehículos de transporte público estacionan uno al lado del otro.
Frente al estacionamiento de ómnibus (se puede viajar hasta la estación Kotelniki, en el sur de Moscú por 120 rublos, poco más de 50 pesos) hay un puesto de venta de comidas al paso: unas mujeres hacen fila para comprar pasteles fritos. Además, se venden a 100 rublos (unos 45 pesos) presas de pollo al espiedo, que el cliente recibirá en una bolsita de nylon y disfrutará mientras recorre las calles o comparte la única mesa del establecimiento.
Como no podía ser de otra manera, la habitual parsimonia de los habitantes se vio alterada durante la última semana por la presencia de hinchas que esperan, en vano, que algunos de sus ídolos se acerque a firmar autógrafos a la valla que aísla la concentración argentina del resto de Bronnitsy. Unos cuantos murales con sus imágenes dan cuenta, al menos, de que allí se alojan Messi y compañía.
El mundial en Buenos Aires
La fiebre mundialista toma las calles porteñas. La Secretaría de Transporte porteña realizó una serie de intervenciones urbanas para acercar el mundial de Rusia a la Ciudad de Buenos Aires. Las tradicionales figuras de los semáforos ubicados en los cruces de Santa Fe y Maipú, en Retiro, y en Díaz Vélez y Campichuelo, Caballito fueron cambiadas por jugadores de fútbol. Así, cuando indica que el peatón debe esperar los jugadores aparecen con la pelota detenida y cuando está en verde, hay un jugador pateando una pelota. También las sendas peatonales combinaron su clásico color blanco con líneas celestes, mientras que los carteles de Leyenda Variable, durante el mes del Mundial combinarán sus mensajes de tránsito con leyendas como #VamosArgentina.
También, al igual que en las diferentes capitales del mundo, los porteños podrán ver los partidos que la selección dispute en el Mundial de Rusia en espacios públicos. Como sucede en los Fan fest, la Ciudad instaló pantallas en el Parque Centenario y en la Plaza San Martín, de Retiro. Más allá de los partidos de la Argentina, en estos espacios se podrán ver todos los encuentros que se disputen en Rusia.