SOCIEDAD
la paranoia que se vuelve epidemia

Coronavirus: cuando el meme se hace viral

Hay barbijos y alcohol en gel, pero también una vida online paralela donde conviven una cumbia, títulos catástrofe y consejos por Twitter.

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Protegidos. Ayer, en el Aeroparque Jorge Newbery, había pocos pasajeros con mascarillas en la cara. | juan obregon

—¿Uno solo? –pregunta el farmacéutico cuando le pido un barbijo.

—¿Por qué, de a cuántos le compran? –me sorprendo.

—¡Uh!, muchos. Por eso ahora solo podemos vender hasta diez.

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—¿Cuánto cuestan?

—Uno, $ 30. Pero si te llevás diez hay una promo de $ 270. Pagás solo nueve.

—¡Ah!, conviene –trato de ponerle onda–. Pero con uno está bien. Es para una foto. ¿Y el alcohol en gel?

—¿Cuánto querés?

—No, no quiero, le pregunto si se vende.

—Un montón –lo interrumpe su mujer, que también atiende esa farmacia familiar, de barrio, en el barrio de Monserrat–. La verdad es que no te digo que nos estamos salvando, pero con eso hacemos una diferencia.

—¿Y hay desabastecimiento? –pregunto.

—Un poco –admite la mujer –. Por eso pusieron el tope de diez. Dicen que están exportando, porque en todo el mundo están locos con el virus. Yo pienso que si el virus es tan malo, primero deberíamos cuidarnos a nosotros. Pero parece que a nadie le importa la gente ni el virus.       El virus. Es curioso, pero en el país del dengue, si hablamos del virus nos referimos al coronavirus. En la guardia del Hospital Muñiz, especializado en enfermedades infecciosas, las consultas sobre dengue se han multiplicado casi diez veces en un mes: de cinco que había hace treinta días pasaron a entre 45 y cincuenta hoy.

Obviamente, también se multiplicaron las consultas sobre coronavirus. “Es un absurdo” repiten médicos y enfermeros del hospital especializado más importante del país. Los argumentos para calificar como “absurdo” van de los pocos casos registrados hasta el hecho de que la enfermedad, cuando se la contrae, no supone un riesgo alto.

“Puede que sea un absurdo, pero lo cierto es que hay mucha gente que llega al hospital para consultar sobre el tema, ¿por qué se produce esto?”, pregunto, intentando ponerme incisivo. El médico me mira, se ríe. “¿Vos por qué estás acá, por el dengue o por el coronavirus?”, pregunta. Ahora el que pregunta y se pone incisivo es él.

En el Aeroparque J. Newbery casi no hay referencias al coronavirus. En una recorrida de punta a punta, de las miles de personas que trabajan y transitan por allí, las que usan barbijo no llegan a 15. El único texto que lo menciona está en una pantalla gigante que transmite publicidades.

Se pueden ver allí las bondades de comprar en el free shop; lo buenas que son las obras de ampliación del terreno frente al Aeroparque, ganándole espacio al Río de la Plata; lo lindas que son Mendoza o Salta; lo beneficioso que es tirar los residuos en el lugar correcto y reciclar la basura; y hay también unos consejos para evitar el contagio del coronavirus.

Sí, lo de siempre: lavarse bien las manos, barbijo, alcohol en gel, estar atento a la aparición de síntomas, aislarse si aparecen, consultar inmediatamente al médico… en fin, lo que todo el mundo sabe. Lo que dice la Cumbia del coronavirus, que se volvió tan viral como el corona. Lo que tienen en claro hasta los memes.

Viral y contagioso, el coronavirus se ha transformado, más que en un problema sanitario, en el meme de un problema sanitario. Y no solo por el dengue: también en el mundo las cifras de contagio y de muertes son muy bajas.

En los Estados Unidos, los infectados de coronavirus no llegan al 5% de los infectados por gripe. Y los muertos por gripe en el invierno pasado fueron alrededor de 100 mil. Por otra parte, los muertos por coronavirus son menos del 5% de los infectados. Una cifra menor a la relación infectados/muertos de otras enfermedades más “normales” como la gripe.

¿Por qué entonces tanta paranoia? Le pido al médico del Muñiz alguna precisión más sobre el asunto. Como para ver si esto solo es responsabilidad nuestra, de los periodistas. “Obviamente, la gente también consume esto”, analiza. “Hay algo que tiene que ver con la novedad de la enfermedad, con el hecho de que se habla no solo aquí, sino también en el mundo”.

“Pero hay algo más importante, más interesante –continúa el médico–. Algo que tiene que ver con un cambio en cómo se perciben las enfermedades. Pensá que hasta no hace mucho, si alguien tenía gripe iba a trabajar igual. Y en el trabajo era visto como un héroe, un Sarmiento que no faltaba a su responsabilidad. Hoy si alguien va a trabajar con gripe es visto como un irresponsable que pone en riesgo al resto. Y si va a trabajar, estornuda y dice: ‘es que acabo de llegar de China’, directamente pasa a ser un asesino serial”.

“Hola doc, le escribo porque el domingo tengo un casamiento y resulta que hay un amigo del novio que acaba de llegar de Holanda. Pero antes estuvo unos días en Roma. Y aunque no tiene síntomas y se siente perfectamente bien, la familia está analizando decirle que no vaya, por riesgo a que tenga algo y contagie a todo el mundo. ¿Usted qué piensa? ¿Yo tengo que ir igual aunque este chico finalmente vaya?”

Otro médico del Muñiz. Otro tipo perplejo. Mira asombrado la pantalla de su celular, se agarra la cabeza. “¿Podés creer que la hija de un amigo me mandó esto por whatsapp?” Es evidente que la sopa de murciélago es mucho más espectacular que los mosquitos en un charco de agua sucia. Y es evidente también que funciona mucho mejor como hecho fundante de un mito, de un relato, de una leyenda. Por eso la cuenta de Twitter del coronavirus ya superó los 500 mil seguidores, mientras que el dengue no usa redes sociales. A propósito, la cuenta de Twitter del coronavirus (la original) es genial. Escribe cosas como “la viruela me ha dado un toque en Tinder”, “te subo la temperatura corporal en la primera cita” o “gracias a mí los italianos tienen que estar a más de un metro de tu novia”. Y prometió que si llegaba a medio millón de usuarios iba a “mostrar una cepa”. Esperemos que cumpla.

“El coronavirus es como una gripe fuerte, pero no llega a ser el SARS”, dice otro médico en el Muñiz. Y con sus colegas se ponen a enumerar distintas epidemias o paranoias o amagues o virus o… bueno, llámenlos como quieran. Da la sensación de estar con sobrevivientes de varias batallas. De batallas que no son tanto contra las enfermedades como contra quienes crean pánico.

“¿Te acordás del ántrax?”, dice uno y empiezan a evocar cómo fue que salió en varios medios que se había confirmado un caso de ántrax cuando aún no se había confirmado nada. En realidad estaba la palabra de la mayor especialista en el país en ese tema, que había dicho que no era. Pero no estaba contrastado en laboratorio.

Unos días después de anunciarse en los medios que el sobre 67 de los cinco mil que se mandaron a analizar (“un gasto de plata totalmente inútil”, explica un médico) tenía el virus, el análisis demostró que no era ántrax.

“El más complicado de todos fue el Ebola, porque era mortal –recuerda otro médico–. Y aparecieron dos chicas con algunos síntomas, que habían llegado de Africa, del país donde estaba el foco. Pobres, nadie quería tocarlas, ni acercarse a ellas. Finalmente, el análisis fue negativo, no tenían nada”.

También pasaron la gripe aviar, la gripe porcina, el SARS… “Pero ninguno tuvo el nivel de atención del coronavirus dice uno de los médicos del Muñiz–. Igual creo que esto va a pasar pronto, y seguramente en algún otro momento aparecerá otro virus. Así de obvias son las cosas”.

“Las epidemias siempre se politizan”, agrega otro de los médicos del Muñiz. Sin embargo, cree que en este caso las cosas son distintas, al menos en ese aspecto. “Celebro que el gobierno nacional y el de la Ciudad estén trabajando juntos, en ese sentido creo que hemos madurado”.

En el Muñiz, mientras tanto, un enfermero ruega porque siga haciendo calor, porque si llega el frío y con él la gripe, no van a dar abasto con la gente que se va a acercar pensando que tienen coronavirus.

El futuro, entonces, puede venir con más tos, más mocos, más paranoia y más memes. Eso sí: puede que el coronavirus sirva al menos, para ayudar a cerrar eso que suele llamarse “la grieta”. Algo es algo.