Cristian Vázquez y Ada Luz son dos jóvenes que fueron detenidos por la Policía el viernes, tras la marcha en reclamo por la aparición del artesano Santiago Maldonado, de quien no se sabe nada hace ya 35 días. En una entrevista, relataron cómo pasaron las horas aprehendidos: "No sabía dónde estábamos ni adónde íbamos", aseguró uno de ellos.
Después de haber pasado 48 horas detenido e incomunicado, Vázquez contó a Página 12: "Fue un momento incómodo para todos porque no sabíamos dónde estábamos, dónde íbamos a ir, la camioneta daba vueltas, como pudimos nos sacamos el precinto de las manos y logramos avisar a nuestros familiares”.
Y detalló: "Estaba saliendo del trabajo, en Defensa y México. Me voy para Defensa hasta Plaza de Mayo, como hago todos los días, y me quedé mirando la marcha. Había mucha gente que se estaba yendo, otra que seguía ahí, y de repente la policía empezó a avanzar. Había manifestantes que se estaban enfrentando. Corrí para la Casa de Gobierno porque parecía una cacería. Había policías por todos lados y era como que no teníamos salida. Para cualquier lado por dónde queríamos ir había un desastre, piedrazos, la policía tirando con las escopetas. Eso me llevó a ir para Avenida de Mayo".
"En un momento quisieron agarrar a un periodista. Yo mismo lo vi, estaba siendo detenido. Fueron otros colegas a querer sacarlo y no hubo opción: creo que se lo llevaron igual. En ese momento, cuando la gente se dispersa, un policía me tira en la cara, a medio metro, gas pimienta. Me detienen y me suben a la camioneta. Con el gas pimienta me caí, tengo en las rodillas unos moretones, me levantaron, me llevaron adentro. Les dije: ´no puedo respirar´. Era la primera vez que me detenían, nunca me habían tirado gas", completó.
"En un momento se llenó la camioneta de gente y yo podía ver un poco mejor. Subieron a otro chico con gas pimienta. No teníamos noción del tiempo. Subieron a unas chicas. Y de pronto sube una mujer de la policía de la Ciudad, y empieza a preguntar nombres y apellidos. Y en un momento dice: 'Bueno, como no me responden, ¿qué quieren? ¿Ser desaparecidos también?'", agregó el hombre.
En ese marco, indicó: "Nos llevaron a Saavedra, la comuna 12. En el trayecto nunca nos dieron justificación de nada. No hablaban. Nos tomaron las huellas. Nombre, apellido, datos, todo. Nos sacaron los celulares, nos sacaron todas las cosas de valor. Una policía estaba filmando con una cámara. Yo pregunté por qué, pero ellos nos decían: ´vos seguí, seguí adelante´. No podíamos hablar. Cada uno fue a una celda individual. Y pasamos toda la noche del viernes en una celda individual. A la madrugada nos levantaban a cualquier hora a tomar las huellas de nuevo, declaración de nuevo. El sábado seguimos sin saber qué iba a pasar. Vino la policía a la celda de cada uno a preguntar si teníamos teléfono de algún abogado".
"Cuando preguntábamos qué va a pasar: siempre decían no sabemos: 'Esto recién empieza'. Así, hasta que llegaron los trasladados a Comodoro Py del domingo y otra vez dilataron todo, fue terrorífico. Cuando llegamos a Lugano a la madrugada nos dijeron que íbamos a estar en libertad, pero nos volvieron a tomar las huellas, nos tuvieron cuatro horas dando vueltas, encerrados otra vez. En plena madrugada, del sábado o domingo empezaron a golpear las celdas para despertarnos y escuché que una de las pibas estaba gritando y después me enteré, dicho por ella, que se metieron a su celda y la hicieron desnudar. Se metió una mujer a pedir que se desnude, había una cámara filmándola. Dijo que había como un flash y anotaban todos los tatuajes que tenía. A los muchachos que tenían tatuaje también los hicieron desnudar. Si tenías tatuaje tenías que desnudarte frente a toda esa gente", reveló el joven.
En ese contexto, Ada Luz, una estudiante de filosofía de 27 años que también fue detenida ratificó el testimonio de Vázquez y manifestó que fue golpeada por efectivos: "Me patearon. Tengo hematomas en las piernas, y raspones de cuando me tiraron al suelo".
"En Comodoro Py nos trataron de una manera asquerosa. Fue muy duro: el frío, el hambre que pasaron las chicas", contó. "Yo me negué a comer desde que entré, pero vi cómo a las chicas, que estaban pidiendo que les dieran de comer, les llevaron recién a las dos de la tarde un sanguchito y no les volvieron a dar comida hasta a las tres de la mañana siguiente, cuando ya nos habían llevado a Lugano para liberarnos. Se manejaron con perversidad", aseguró en referencia al maltrato que sufrió.